La niña halcón. Josep Elliott
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Название: La niña halcón

Автор: Josep Elliott

Издательство: Bookwire

Жанр: Книги для детей: прочее

Серия: Sombras sobre Skye

isbn: 9786075572239

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СКАЧАТЬ Le gusta estar ahí y, además, se encuentra a salvo. Si lo hubiera traído, estaría aquí, apretujado junto a mí.

      —Aquí tenemos tres cuestiones diferentes —dice Maighstir Ross—. Si permitimos que la chica permanezca en su oficio, qué haríamos con ella si le quitáramos su nombramiento y, aparte de las otras dos, si es necesario o adecuado un castigo. Empecemos por lo relacionado con su oficio.

      —No se conservan registros de un miembro del clan al que se haya despojado de su nombramiento, salvo en casos de exilio.

      —¿Y no podría permanecer nominalmente como Halcón, y que la mantengan en una zona menos importante de la muralla, bajo supervisión cuidadosa? —tal vez sea Maistreas Sorcha la que habla.

      —Se supone que estaba bajo supervisión de Lenox ayer, y miren hasta dónde nos llevaron las cosas.

      —¿Y nos podemos dar el lujo de desperdiciar los ojos de otro Halcón para vigilarla a ella? Son escasos. Si la amenaza de los deamhain es real, necesitamos todos los ojos puestos en el mar.

      ¿De qué habla? ¿Deamhain?

      —Entonces, ¿cuáles son las alternativas? —dice alguien, no sé quién.

      —Podría capacitarse nuevamente para convertirse en una Perca —propone Maistreas Eilionoir, creo.

      —Las Percas no querrán tener nada que ver con ella. Es torpe e incompetente. ¿Acaso no fue ésa la razón por la que decidimos ponerla en la muralla en un principio? ¿Con la esperanza de que cayera desde allá arriba y nos hiciera a todos un favor?

      ¿Qué dijo? Eso no está bien. No es fácil oír claro desde dentro del baúl.

      —Esa forma de ver las cosas no nos ayuda para nada, Clyde.

      —No voy a disculparme por poner en palabras lo que todos estamos pensando. No la nombramos Halcón pensando que llegaría a ser buena. Queríamos sacarla de en medio. Es la desgracia del clan. Y ahora, nos ha dado razones de peso que justifican esa reputación.

      Siento que mis ojos se van enojando. Lo que dice no puede ser verdad. Soy una buena niña Halcón, soy una buena niña Halcón.

      —¡Soy una buena niña Halcón!

      Lo dije en voz alta porque no podía callarlo. Nadie dice nada. Oigo pisadas y luego la tapa del baúl se levanta. La luz de afuera es brillante. Parpadeo y veo a Maistreas Sorcha allí.

      —Parece que tenemos compañía —dice. Maistreas Sorcha es la más joven de los ancianos. Es bonita y amable. Me ayuda a salir del baúl, cosa difícil porque estoy toda hecha nudo.

      Salgo del baúl. Todos los ancianos me miran. No me gusta, así que volteo la mirada al techo. Está lleno de sombras que se mueven como si fueran seres. Pero no lo son pues si lo fueran, ya estaríamos todos muertos. Nos despedazarían. Eso es lo que hacen las cosas de sombra y uno no puede impedirlo. Además, esas cosas viven en tierra firme y no en Skye, por eso sé que no están aquí.

      Maighstir Ross habla:

      —Agatha, esto es algo que ninguno de nosotros esperaba. Supongo que sabes que está estrictamente prohibido entrar al bothan de los ancianos si no eres uno de ellos, ¿cierto? —me dice.

      —Soy una b-buena niña Halcón —repito una vez más.

      —Has demostrado varias cualidades que lo prueban, sí —afirma Maistreas Sorcha—, pero también has puesto en peligro varias vidas, y eso no se puede pasar por alto —se vuelve hacia los ancianos, y pregunta—: ¿Qué debemos hacer con ella?

      —Ya que se encuentra aquí, bien puede quedarse para enterarse de su destino —dice Maighstir Ross. Me mira, señalándome con el dedo—: pero deberás permanecer en silencio todo el tiempo.

      Abro la boca para decir que no es justo, pero Maighstir Ross me mira enojado y me callo. Maighstir Clyde resopla.

      —Si la vas a dejar aquí para que yo tenga que refrenar la lengua, Ross, más vale que lo pienses dos veces.

      —La hora de hablar ya ha terminado —dice Maighstir Ross—. El fuego está en su punto. Agatha, sé buena y alcánzame las bhòt que están dentro del baúl.

      Las bhòt son unas piedras que se usan para tomar decisiones.

      —Tengo que ir… b-buscarlas —digo, y salgo. Afuera ya está oscuro y me cuesta encontrar las cosas en el lugar donde las oculté, pero lo consigo.

      —Las escondí entre los brezos —digo cuando vuelvo a entrar. Pienso que tal vez me dirán que fue un buen plan, pero nadie pronuncia palabra. Maighstir Ross toma la bolsa con las piedras y me siento en el baúl porque no hay ningún otro lugar donde hacerlo.

      Maighstir Ross se levanta y voltea la bolsa sobre el fuego. Unas piedras son negras y las otras grises. Se sienta y me dice:

      —Las llamas se han apagado, pero las cenizas aún están calientes, así que escoger una piedra implica una experiencia dolorosa. Eso se hace para garantizar que sólo voten quienes ya tienen clara su decisión. Los ancianos de Clann-a-Tuath han votado así a lo largo de muchas generaciones —y luego le dice a uno de los ancianos—. Primer asunto: en relación con la consideración de si Agatha-Cabhar, aquí presente, debe ser castigada por la destrucción de un barco de los Pescadores, además del contenido de éste, así como de poner en peligro la vida de doce Pescadores que iban a bordo de dicho barco. Todos los que deseen votar, pueden hacerlo ahora.

      Maighstir Clyde se levanta primero. Mira el fuego y mete la mano hasta el fondo, para sacar una piedra. No da señales de que le duela. Ha escogido una negra. Arroja la piedra a un lado y vuelve a su silla. Algunos de los otros ancianos hacen lo mismo. Las piedras que escogen son grises. Pasa un rato, y Maighstir Ross dice:

      —Na clachan bhòtaidh deiseil?

      —Tha bhòtadh deiseil. Dearbh dhuinn an fhìrinn —dicen los ancianos en la lengua antigua.

      Maighstir Ross mira la pila de piedras y dice:

      —El escrutinio me indica uno a favor, cuatro en contra, y dos que se abstienen, con lo cual se acuerda que no se le impondrá ningún castigo. Leig leis.

      —Leig leis —dicen todos.

      Maighstir Ross me mira y me parece que está contento. Yo también estoy contenta de que no me vayan a castigar. Recoge las piedras y vuelve a ponerlas en el fuego.

      —Segundo asunto —empieza—: decidir si Agatha-Cabhar, aquí presente, debe ser despojada de su nombramiento como niña Halcón. Todos los que quieran votar pueden hacerlo ahora.

      Ya no estoy contenta. Quiero hablar, o tal vez gritar, pero prometí quedarme callada. Soy un Halcón. No pueden hacer que ya no lo sea. No pueden, por favor, que no puedan.

      Maighstir Clyde otra vez es el primero en tomar una piedra del fuego. Los demás ancianos escogen las suyas también. La única persona que no lo hace es Maistreas Eilionoir. Permanece en su silla, mirándolos a todos y a mí.

      —Na clachan bhòtaidh deiseil? —pregunta Maighstir Ross al terminar, y todos responden como antes. Entonces, mira la nueva pila de piedras. Esta vez, todas son negras.

      —Con СКАЧАТЬ