Historia y nación. Alexander Betancourt Mendieta
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Название: Historia y nación

Автор: Alexander Betancourt Mendieta

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия: Ciencias humans

isbn: 9789587844597

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СКАЧАТЬ Latina. En este sentido, destacan los trabajos de Germán Carrera Damas, Historia de la historiografía venezolana (1961); de Jorge Orlando Melo, “Los estudios históricos en Colombia” (1969); el trabajo de Juan Ortega y Medina, Polémicas y ensayos mexicanos en torno a la historia (1970) y Álvaro Matute, La teoría de la historia en México: 1940-1973 (1974).

      Tales sugestiones han sobrevivido hasta la actualidad y en particular en los años noventa alcanzaron una notable madurez. Especialmente en torno a las reflexiones sobre la consolidación de la disciplina histórica en el marco de una profunda crisis de paradigmas. Es así como se pueden inscribir las relaciones y coincidencias de trabajos como los de Carlos Fico y Ronaldo Polito, A historia no Brasil 1980-1989 (1992); Fernando Devoto, La historiografía argentina en el siglo XX (1993); el esfuerzo colectivo realizado por los profesores del Departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia reunidos en La historia al final del milenio (1994) y Brian Connaughton e Ignacio Sosa, Historiografía latinoamericana contemporánea (1999).

      A partir de esta tradición de conocimiento dentro de la disciplina histórica en América Latina tomo como un complemento bastante útil ciertos aspectos que se desprenden de los alcances que me proporcionan las consideraciones hechas por Michel de Certau y Thomas S. Kuhn. De tal modo que el presente escrito asume el término historiografía como la reflexión acerca de la escritura de la historia en el marco de lo que de Certau en L’écriture de l’histoire llamó un lugar de saber; es decir, ese contexto que le da sentido a la producción de los escritos históricos y que corresponde al marco conceptual de lo que Kuhn denominó comunidades científicas, en The Structure of Scientific Revolutions (1962). Puntos de partida como estos permiten elaborar una mirada novedosa sobre la disciplina histórica en Colombia.

      La investigación sobre los modos en los que se ha desenvuelto la escritura de la historia en Colombia implica una particular atención a ciertas condiciones sociales e institucionales que afectaron este quehacer intelectual. Por eso, realizo una exploración sobre los marcos institucionales que posibilitaron la escritura de la historia y que, además, sirvieron como un medio de interacción entre la disciplina y la sociedad. Me refiero en concreto a la creación de la Academia Colombiana de Historia y la apertura de los programas de historia en las universidades desde mediados de los años sesenta. Al abordar estos procesos me pude percatar de las formas como se elaboraron y se constituyeron las tradiciones de escritura de la historia nacional.

      Pero si bien las instituciones ofrecen un marco preciso para el desenvolvimiento de la historia profesional, muchos de los ejercicios de escritura de la historia en Colombia se desarrollaron por fuera de este contexto puntual. Se verá en el desarrollo del texto que los escritos decimonónicos, tomados como los orígenes del canon disciplinar de la historia, así como los trabajos de los divulgadores y los revisionismos históricos durante el siglo XX, forman parte de las tradiciones que componen la disciplina histórica en Colombia. Sin embargo, sus hacedores y difusores no tuvieron como punto de apoyo un contexto institucional como el que hizo posible a la historia profesional. Por eso, asumo como criterio explicativo de estas obras y sus autores, una vieja tradición latinoamericana, estudiada por la pluma sabia de Pedro Henríquez Ureña: la de “los hombres de letras”.

      En la historia de América Latina el ejercicio del poder de la palabra escrita y hablada es una constante en sus procesos histórico-sociales que adquiere un rasgo diferenciador de lo que ocurre en Europa; el papel de la palabra escrita ha tenido en muchos periodos de los procesos históricos latinoamericanos una función didáctico-política, en la medida en que esta función ha sido considerada la razón de ser del ejercicio de la palabra escrita. En el siglo XIX, los hombres de letras en América Latina sintieron la necesidad de contribuir con la escritura al “engrandecimiento y civilización de la patria”. Pero los textos escritos no solo debían tener una composición “bella”, debían ser “útiles”. En el ámbito de la escritura de la historia, por ejemplo, los discursos “históricos” tenían un destacado papel moralizador, lo cual quería decir que la estructura del texto era determinada por el carácter informativo pero también por su inclinación didáctica con fines que participaban del clima político que les fue contemporáneo. De allí que esta labor didáctica y política justificó por décadas el sentido mismo de las tareas que llevaban a cabo los hombres de letras, entendidos como hacedores de productos simbólicos que llegaron a tener un significado político; aunque, el propósito de educar y orientar políticamente no significó que los hombres de letras tuvieran la posibilidad de dirigir los decursos políticos. Algunas de las actividades de los hombres de letras, como los escritos dedicados al pasado, produjeron interpretaciones de la realidad social que les fue contemporánea y se aproximaron al pasado remoto o inmediato que consideraban que les había dado origen.

      Es necesario precisar que este trabajo no aborda solamente a los historiadores profesionales. Si bien la profesionalización de la historia es un “parte aguas” en la tradición histórica nacional, no se puede entender esta ruptura si no se reconoce con respecto a qué a o a quién se da la transformación. Por eso, el estudio examina los escritos y los aportes de muchos letrados colombianos que escribieron sobre el pasado nacional, repensándolo y ofreciendo nuevas perspectivas, sin que ellos pudieran ser considerados, desde la perspectiva del presente, como historiadores, en el sentido que establece la historia profesional. Por lo tanto, si bien aquellos trabajos no cumplen los aspectos formales de lo que es una historia profesional, reconozco los aportes que ellos han hecho a las tradiciones de escritura de la historia en Colombia, y trato de especificar el lugar que tienen dentro del desenvolvimiento de esta tradición disciplinar. Si la aproximación al marco institucional me permite hacer la distinción entre los estudios de los “historiadores profesionales” y los historiadores “aficionados” o “eruditos”, la categoría de hombres de letras me permite reconocer los importantes aportes de algunas obras, elaboradas por fuera de un marco disciplinar como el que existe en la actualidad, pero que sin su aparición no se entenderían muchos de los desenvolvimientos de la disciplina histórica en Colombia.

      El tema de la profesionalización es complejo y es un campo de trabajo de muy reciente configuración en el espacio académico internacional. Para el caso de la disciplina histórica esta situación se explica por la tardía presencia del fenómeno de la profesionalización dentro del ámbito de los historiadores. El desarrollo profesional de la disciplina a escala mundial es un proceso que se desenvuelve desde el siglo XIX, pero que se consolida en el transcurrir del siglo XX. Como proceso no es simultáneo ni homogéneo, su eclosión en cada país es distinta. Sin embargo, la profesionalización es uno de los rasgos distintivos de la historia como actividad del conocimiento durante el siglo XX. De allí las dificultades para establecer los rasgos que caracterizan los aspectos de la profesionalización. No obstante, es importante recalcar que se ha llegado a aceptar como un criterio unificador para abordar el fenómeno de la profesionalización de la historia, la paulatina aceptación de ciertos criterios metodológicos para la realización de las investigaciones. Esto no significa, por supuesto, la imposición de los criterios subjetivos de interpretación que hacen parte de los márgenes de libertad que manejan los historiadores. En últimas, el fenómeno de la profesionalización se explica a partir de la aceptación de ciertas bases comunes de investigación como prerrequisitos para establecer una comunidad de historiadores.1

      La profesionalización de la historia en Colombia tiene caracteres que le dan una exclusiva particularidad, especialmente porque el pasado no constituye un objeto al que se le pueda atribuir un monopolio absoluto de los profesionales titulados. Sin embargo, la institucionalización de la carrera de historia dentro del ámbito universitario permitió trazar unas formas de aproximación al pasado que facilitan la distinción de los trabajos producidos por los “aficionados” y los “profesionales”. Considero que la profesionalización en el gremio de los historiadores en Colombia se establece en el momento que existen hombres que tienen un espacio universitario donde pueden formarse académicamente para ejercer una profesión. En los claustros universitarios, los historiadores adquirieron el aprendizaje de ciertas técnicas que les permitió desempeñar una ocupación de tiempo completo, en vez СКАЧАТЬ