Название: Ravensong. La canción del cuervo
Автор: TJ Klune
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
isbn: 9789877476613
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–Más.
Me sentía indefenso frente a eso.
–Sí. Más. Supongo que lo es. Más de lo que la gente espera. Más de lo que yo esperaba. Se convirtió en mi lazo después de eso. Por una camisa. Por un papel de regalo con muñecos de nieve.
–¿Qué era antes? Tu lazo.
–No lo sé. Nada. No hacía magia, más allá de las guardas. No quería. No quería nada de eso.
–¿En algún momento fue Mark?
–Joe –advertí.
Él contempló la carretera oscura.
–Cuando no hablas, cuando pierdes la voz, te obliga a concentrarte en todo lo demás. Pasas menos tiempo preocupándote acerca de qué decir. Oyes cosas que quizás no habías oído antes. Ves cosas que se habrían quedado escondidas.
–No es…
–Me encontraron. Mi papá. Mamá. Después de que él… me llevara. Me encontraron, y no quería más que decirles gracias. Gracias por venir por mí tal y como prometieron. Gracias por dejarme seguir siendo su hijo pese a estar partido al medio. Pero… no pude. No pude encontrar palabras qué decir, entonces no dije nada. Vi cosas. Que quizás no habría visto.
–No entiendo.
–Carter –dijo–. Pone buena cara. Es grande, fuerte y valiente, pero cuando volví a casa lloró más que cualquiera. Durante un largo tiempo, no permitía que nadie me tocara. Me llevaba a todos lados, y si mamá o papá intentaban alejarme de él, les gruñía hasta que retrocedían. Y Kelly… Yo tenía… pesadillas. Las sigo teniendo, pero no como antes. Cerraba los ojos y Richard Collins estaba de pie sobre mí en esa cabaña sucia en el bosque, y me decía que hacía esto solo por lo que mi padre había hecho, que había matado a toda la manada, que mi padre le había quitado todo. Y me rompía los dedos uno a uno. O me golpeaba la rodilla con un martillo. No puedes pasar por lo que yo pasé y no tener sueños. Aparecía en los míos todo el tiempo. Y cuando me despertaba, Kelly estaba en la cama junto a mí, besándome el cabello y susurrándome que estaba en casa, en casa, en casa.
La lluvia golpeó el parabrisas. Unas pocas gotas, en realidad.
–Mamá y papá… –continuó–. Bueno. Me trataban como si fuera frágil. Como si fuera algo precioso y roto. Y quizás lo era, para ellos. Pero no duró, porque papá sabía de lo que yo era capaz. En lo que me convertiría. Pasé dos meses en casa antes de que me llevara sobre su espalda hacia los árboles para contarme lo que significaba ser un Alfa.
Estaba sonriendo. Podía oírlo. Cielos, cuánto dolía, maldición.
Sabía a dónde quería llegar. Quién faltaba.
–Mark –dijo Joe.
–No.
–Yo no podía entender qué era. Por qué parecía que estaba con nosotros pero en realidad no. Hay una señal. Es química. Es el aroma de lo que estás sintiendo. Es como si… sudaras tus emociones. Y él estaba feliz y se reía. Se enojaba. Se quedaba callado y malhumorado. Pero siempre había algo azul en él. Simplemente… azul. Era como cuando mi madre pasaba por una de sus fases. A veces, vibraba. Otras veces, estaba furiosa. Era intensa y orgullosa, y triunfante. Pero luego todo se ponía azul y yo no lo entendía. Era azul e índigo y zafiro. Era azul de Prusia y azul marino y azul cielo. Y luego era azul medianoche, y lo comprendí. Mark era medianoche. Mark estaba triste. Mark estaba azul. Y eso era parte de él desde que yo tenía memoria. Quizás siempre había sido así y yo no me había dado cuenta. Pero como no podía hablar porque tenía miedo de gritar, observé. Y lo vi. Está con nosotros ahora. En nuestra piel. Puedo verlo en ti, pero enterrado debajo de toda la furia. De toda la rabia.
–No sabes de qué mierda estás hablando –mascullé con los dientes apretados.
–Lo sé –admitió–. Después de todo, no soy más que un niño al que le quitaron todo. ¿Cómo voy a saber lo que es la pérdida?
Después de eso, no volvimos a hablar por un largo rato.
En el pueblo fronterizo de Portal, nos cruzamos con un lobo. Gimió al vernos: las chaquetas de cuero, el polvo del camino en las botas. Estábamos cansados y perdidos, y las fosas nasales de Joe aletearon cuando empujó al lobo contra la pared en un callejón. La lluvia no había parado en días.
Pero los ojos del lobo brillaron violetas en la oscuridad.
–Por favor, déjenme ir –suplicó–. No me lastimen. No soy como ellos. No soy como él. No quería lastimar a nadie. No debería haber ido nunca a Green Creek…
Carter y Kelly gruñeron y se les alargaron los dientes.
–¿Por qué fuiste a Green Creek? –preguntó Joe, la voz suave y peligrosa.
–Creyeron que ustedes se habían marchado –tembló el lobo–. No había Alfa. Era territorio sin protección. Nosotros… él pensó que podríamos colarnos. Que si nos apoderábamos de él, Richard Collins nos recompensaría. Nos daría cualquier cosa que quisiéramos, cualquier cosa que…
La sangre se escurrió por la mano que Joe tenía alrededor de su cuello.
–¿Los lastimaron? –preguntó.
El Omega negó furiosamente mientras Joe lo ahogaba con un apretón cada vez más fuerte.
–Eran pocos, pero… Oh, cielos, eran una manada. Eran mucho más fuertes que nosotros, y ese maldito humano, dijo que se llamaba Ox…
–No se te ocurra decir su nombre –le gruñó Joe en la cara–. No tienes derecho a decir su nombre.
El Omega gimoteó.
–Algunos de nosotros no queríamos estar allí. Yo solo quería… Lo único que yo quería era formar parte de una manada de nuevo, no… Fue misericordioso con nosotros. Nos dejó salir del pueblo. Y corrí. Corrí lo más rápido que pude, y les prometo que no volveré. Por favor, no me lastimen. Déjenme ir y no volverán a verme nunca más, lo juro. Siento su tirón. En la mente. Estoy perdiendo la cabeza, pero juro que no volverán a verme. Nunca…
Por un momento, pensé que Joe no le haría caso.
Por un momento, pensé que Joe le destrozaría la garganta al Omega.
–Joe –dije.
Giró la cabeza bruscamente para mirarme. Tenía los ojos rojos.
–No lo hagas. No vale la pena.
Pelo blanco empezó a surgirle por el rostro mientras comenzaba a transformarse.
–¿Está СКАЧАТЬ