Ravensong. La canción del cuervo. TJ Klune
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Название: Ravensong. La canción del cuervo

Автор: TJ Klune

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия:

isbn: 9789877476613

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СКАЧАТЬ sabía nada. Rico estaba enfermo, Chris castigado, Tanner pasaría el día en Eugene, viaje del que se había quejado durante semanas.

      Sin nadie que pudiera decirme que no, me fui al pueblo.

      Me quedé parado un largo rato frente al taller, observándolo. Me picaban los brazos. Los dedos me temblaban. Tenía magia en la piel que no tenía desahogo. Las herramientas del abuelo habían desaparecido misteriosamente después de que su querida vieja lo hubiera matado. Papá dijo que no eran importantes.

      Y justo cuando había reunido el valor suficiente para cruzar la calle, sentí un tironcito en el fondo de la mente, un conocimiento que se estaba volviendo cada vez más familiar.

      Suspiré.

      –Sé que estás ahí.

      Silencio.

      –Sal de una vez.

      Mark salió del callejón junto al restaurante. Se lo veía avergonzado pero desafiante. Tenía puestos vaqueros y una camiseta de los Cazafantasmas. Acababa de salir la segunda parte e iríamos a verla con Rico, Tanner y Chris. Pensé en invitar a Mark por razones que no llegaba a entender. Me seguía poniendo nervioso, pero él no estaba tan mal. Me gustaba la manera en la que sonreía a veces.

      –¿Qué estás haciendo? –preguntó.

      –¿Por qué?

      –Has estado aquí parado por un largo rato.

      –Acosador –murmuré–. Si quieres saberlo, voy a lo de Marty.

      Miró de reojo al otro lado de la calle con el ceño fruncido.

      –¿Por qué?

      –Porque quiero ver adentro.

      –¿Por qué?

      –Porque… No lo entenderías –respondí, encogiéndome de hombros. Su mirada regresó a mí.

      –Quizás puedo, si me lo cuentas –dijo.

      –Me molestas.

      Ladeó la cabeza como un perro.

      –Eso es mentira.

      –Basta –fruncí el ceño–. No puedes hacer eso. Deja de escuchar el latido de mi corazón.

      –No puedo. Suena demasiado fuerte.

      No sabía por qué mi corazón sonaba tan fuerte. Esperaba no tener nada malo.

      –Bueno, inténtalo de todos modos.

      –No te molesto –afirmó, con una sonrisita.

      –Sí que me molestas. En serio.

      –Vamos, entonces.

      –¿Qué? ¿A dónde? ¿Qué estás…? Ey. ¿Qué estás haciendo?

      Ya estaba cruzando la calle. No se volvió cuando siseé su nombre.

      Corrí tras él.

      Sus zancadas eran más largas que las mías. Por cada paso que daba, yo debía dar dos. Me dije que algún día sería más grande que él. No importaba que fuera lobo. Yo sería más grande y más fuerte y lo perseguiría a él, a ver si eso le gustaba.

      –Nos meteremos en problemas –le susurré con furia.

      –Quizás –replicó.

      –Tu papá se enojará mucho.

      –El tuyo también.

      Reflexioné cuidadosamente.

      –No se los diré si tú tampoco lo haces.

      –¿Como un secreto?

      –Sí. Claro. Como un secreto.

      Lucía extrañamente satisfecho.

      –Nunca había tenido un secreto contigo.

      –Eh, . Claro que sí. Eres un hombre lobo. Yo soy un brujo. Eso es como, muy secreto.

      –Eso no cuenta. Otras personas lo saben. Esto es un secreto solamente entre nosotros dos.

      –Eres tonto.

      Cruzamos la calle. Las puertas del taller estaban abiertas. De un viejo radiocasete portátil salía Judas Priest a todo volumen. Pude ver dos automóviles adentro y una camioneta vieja. Uno de los tipos estaba debajo de ella. Marty estaba doblado sobre un Chevy Camaro IROC-Z 1985 junto a un hombre mayor vestido de traje. El coche era elegante y rojo, y me moría de ganas por ponerle las manos encima. El capó estaba levantado y Marty estaba toqueteando algo. El hombre del traje parecía molesto. Miraba su reloj pulsera y taconeaba.

      Me apoyé contra el taller, con Mark a mi lado. Sus dedos rozaron los míos y sentí una especie de pulsación mágica que me recorrió el brazo. Lo ignoré.

      –¿... y cuándo se encendió la luz del motor? –estaba diciendo Marty.

      –Ya se lo dije –respondió el hombre del traje–. La semana pasada. No se detiene, no vacila. No tiembla, no…

      –Sí, sí –lo interrumpió Marty–. Ya lo oí. Quizás haya un cable defectuoso por algún lado. Estos coches deportivos tienen buena pinta, pero están mal construidos. Te consiguen todo el coño que quieras por un poco de dinero, pero después se caen a pedazos y te las tienes que arreglar con eso.

      –¿Lo puede arreglar o no? –el hombre del traje no parecía muy contento. Quizás no estaba consiguiendo todo el coño que quería. Me pregunté qué sería el coño.

      –Tome el manual de usuario –le indicó Marty–. Más vale que esté en inglés o no valdrá una mierda si el manual de reparaciones que tengo no nos dice nada. Vayamos a mi oficina a echarle un vistazo.

      El hombre del traje dejó escapar un resoplido pero hizo lo que Marty le ordenó. Se inclinó dentro del IROC-Z y tomó el manual de la guantera para luego seguir a Marty a la oficina del fondo.

      Esta era mi oportunidad. Aquella chica bonita estaba ahí, abierta de par en par. Esperándome. Iba a lubricarla y meterle los dedos, tal como decía mi abuelo.

      –Voy a entrar –le susurré a Mark.

      –Bueno –respondió en susurros–. Te sigo.

      Judas Priest le dio lugar a Black Sabbath cuando entramos. Olía a hombre y a metal, y respiré hondo. El tipo que estaba debajo de la camioneta se movió un poco, pero nada más. Marty y el hombre del traje estaban en la oficina trasera, ocultos detrás de un auto sobre un montacargas. El IROC-Z estaba allí, esperándome. Era una belleza, rojo manzana acaramelada con ribetes negros y llantas plateadas. El hombre del traje no lo merecía.

      Me doblé sobre el motor, СКАЧАТЬ