El arte de criar un cachorro. Monks of New Skete
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Название: El arte de criar un cachorro

Автор: Monks of New Skete

Издательство: Bookwire

Жанр: Сделай Сам

Серия: Perros

isbn: 9788499109312

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СКАЧАТЬ Su terreno favorito es seco y arenoso. La mayoría de las guaridas están situadas cerca de ríos, lagos, manantiales y otras fuentes de agua, debido a la constante necesidad de hidratación de la madre. Por lo general, el agujero de entrada tiene entre treinta y sesenta centímetros de diámetro y está conectado a una cámara interior mediante un túnel curvado hacia arriba que puede medir hasta tres metros de largo. Con frecuencia, la loba permanece tres semanas enteras cerca del sitio antes del momento del parto.

      El hecho de que Anka escarbe es una reminiscencia de todo ello.

      Nos detenemos un momento a observarla, y al final Anka se acomoda sobre el costado en lo que ha transformado en un círculo suave y ligeramente rebajado. Apenas visible desde nuestra posición, se asoma entre las ramas. Su mirada, alerta y expectante, indica que está satisfecha con ella misma. Aun así, está claro que lo acontecido hasta el momento es sólo algo preliminar, ya que no se han producido todavía contracciones uterinas, no se ha lamido con intensidad los pliegues vaginales ni tampoco ha descendido de repente su temperatura corporal, indicadores inequívocos del comienzo del parto. A pesar de ello, es evidente que el proceso evoluciona de manera irremediable hacia las etapas finales de la gestación y el nacimiento. Antes del paseo, su temperatura había bajado hasta 38 ºC, una señal de que todavía falta un poco para el parto. En el momento de parir, su temperatura corporal descenderá por lo menos medio grado, situándose entre 36 ºC y 37,5 ºC, aunque en los días anteriores al parto la temperatura puede ir variando. En cualquier caso, si prestamos atención a su estado anímico, percibimos sólidas pruebas de la inminencia del parto. Podemos observar que es consciente del misterio que está ocurriendo en su interior. Atendiendo a todo tipo de indicios naturales, Anka lo acepta y permite que culmine a su debido tiempo. Ahora está lista para volver al criadero de cachorros.

      En New Skete tenemos reservado un complejo separado para el nacimiento y crecimiento de las camadas. Tenemos seis paritorios individuales, lo que nos ayuda a mantener un entorno controlado limpio, seco y protegido. Esta última semana, a ratos cada día, hemos ido dejando a Anka en su paritorio, de aproximadamente un metro cuadrado de superficie, lo que le ha permitido familiarizarse y relajarse con el espacio. Es importante que en la habitación se sienta cómoda y segura, cosa que le permitirá concentrarse por completo en el parto. En New Skete, utilizamos como nido una piscina de plástico, ya que es resistente y fácil de limpiar, y además cuenta con paredes altas que mantienen a los cachorros en un espacio confinado y seguro.

      Al regresar de su paseo, Anka bebe más agua, trepa al nido del criadero y se relaja sobre varias capas de papeles de periódico. Jadea con intensidad, se tumba dejando expuesto el abdomen, y así consigue descansar durante un tiempo. Luego le ofrecemos comida.

      Por lo general, de doce a veinticuatro horas antes del parto los perros no tienen mucha hambre. Anka, sin embargo, jamás ha rechazado una comida, ni siquiera al principio de su embarazo, como hubiera sido de esperar. Aún conserva su apetito voraz y engulle sin vacilar la comida.

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       Anka descansa sobre el suelo fresco tras unos arbustos.

      Es tarde. Como es costumbre en el monasterio, Anka ha pasado la tarde en la habitación del monje responsable de ella. Antes de apagar las luces, su temperatura era de 37,4 ºC, y su respiración se estaba volviendo cada vez más agitada. Estiramos sábanas viejas en el suelo por si Anka comenzaba a dar a luz mientras su guardián todavía dormía.

      Cuando un monje prevé que el parto va a dar comienzo en plena noche, ajusta su alarma a intervalos regulares para supervisar el inicio del mismo. De todos modos, en este caso cuesta dormir, ya que Anka está cada vez más inquieta. Hacia la 1:30 de la madrugada, su respiración se ha convertido en un jadeo descontrolado. Su cuerpo, en comunión rítmica con su respiración, tiembla sin cesar como si tuviera frío. Ahora se lame la vulva con más frecuencia, preparando de manera metódica el canal de parto a base de limpiarlo. Se levanta, y para improvisar un nido mueve con la pata las hojas de periódico sobre las que yace. De repente, su cara se vuele inexpresiva y deja de respirar. Anka anuncia su primera contracción con un leve gemido, y arquea la cola a su espalda. Cuando vuelve a respirar, tiene una segunda contracción, y luego la tercera. El jadeo regresa al ritmo anterior y Anka se toma un breve descanso.

      Con los años hemos descubierto que a menudo el parto tiene lugar así, en mitad de la noche, de modo que cuando al fin es obvio que ha dado comienzo, el monje se apresura a realizar los preparativos de última hora. Durante esta breve espera, Anka permanece comprensiblemente inquieta, y camina en círculos como si tuviera que hacer sus necesidades. Esta reacción es bastante habitual, dado que la sensación que produce el cachorro al entrar en el canal de parto es muy parecida a la del movimiento intestinal. Sin embargo, al ofrecer a Anka la opción de aliviarse nos deja claro de inmediato que eso no es lo que quiere. Lo único que desea es parir a sus cachorros. No le preocupa en absoluto el hecho de que sea la 1:30 de la madrugada.

      Durante el breve paseo al recinto de los cachorros, sólo nos ilumina la luz de las estrellas, pero Anka nos guía. Aunque es una perra primeriza, sabe qué debe hacer y actúa con determinación. Ya en su cuarto, se dirige directamente al nido y empieza a dar zarpazos a los papeles de periódico en espasmos de energía cortos y reflexivos, algo que marca el principio del ritual del parto. Sujeta el papel de periódico en el suelo del nido con las patas, lo hace trizas con violencia con la boca y a continuación comienza a gemir y a caminar en círculos. Tras asentarse por fin, Anka se lame la vulva de nuevo. De inmediato se producen cuatro contracciones ininterrumpidas. Al empujar, aprieta los labios y mantiene las orejas erguidas y muy ligeramente hacia atrás, como si escuchara a su cuerpo. Entonces, vuelve la cabeza hacia la cola y empieza a lamer el papel. Ahí, debajo de su cola, yace la prueba final: un charco de líquido. Anka ha roto aguas, es decir, ha vertido su líquido uterino. La vigilia comienza su momento álgido, y el primer cachorro debería nacer en menos de una hora. Anka sigue recostada a un lado del nido, pero ahora jadea con más suavidad y casi cierra por completo los ojos. Es como si se estuviera preparando para el impulso final.

      En nuestro monasterio es típico que sea el monje encargado de la perra quien actúe de asistente al parto, y su presencia tiene por objeto tranquilizar a la perra y ayudarla durante el parto. Su responsabilidad consiste en permanecer cerca de ella, presenciar el parto, ayudar cuando sea necesario y procurar que las cosas vayan tan fluidamente como sea posible. Si surgen complicaciones, su reacción inmediata puede ser muy importante para determinar si un cachorro sobrevive o no.

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       Anka da a luz a un cachorro.

      Tras descansar durante media hora, Anka se agita y empieza a rasgar el periódico con brusquedad; encorva el lomo, arquea la cola y se retuerce en el nido como si se acurrucara. A continuación Anka sufre una contracción prolongada y de repente el saco amniótico se asoma a través de la vulva. Mientras emerge gradualmente, como una enorme gota de tinta, la luz de la lámpara instalada sobre el nido nos permite vislumbrar dos patitas delanteras que buscan el exterior. Anka empuja con coraje, suelta un grito que sólo puede describirse como visceral y, con los ojos como platos, se inicia de manera despiadada en la maternidad.

      Empieza a lamerse con rapidez la vulva, como si quisiera ayudar a salir al resto del saco. Al hacerlo, rompe la membrana amniótica que rodea al cachorro y derrama sobre el suelo un chorro de fluidos y sangre. En medio de ello hay un cachorro oscuro que se agita. De inmediato, Anka consume la placenta y empieza a lamer al cachorro, al principio con indecisión, pero luego rápida y enérgicamente. Mientras, el monje asistente corta el cordón umbilical y extrae el fluido de la garganta del cachorro ayudándose de una jeringuilla de plástico. Un puñado de aspiraciones rápidas despejan la vía respiratoria, y el cachorro emite sus primeros gemidos y jadeos, y se agita como si le molestase la toalla con la que con suavidad le limpian el líquido amniótico del СКАЧАТЬ