Название: El lado Norita de la vida
Автор: Pablo Melicchio
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Historia Urgente
isbn: 9789878303086
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–Porque si yo tenía independencia económica me iba a poder independizar, y eso es peligroso, siempre –dice y sonríe.
–Porque podrías haber armado una vida por fuera de él, sin su control, sin su supervisión.
–Eso mismo. Entonces a mí me gustaba tejer, tenía algunas clientas del barrio… y como él era muy celoso, no admitía ni siquiera que yo le pudiera probar un vestido a una mujer, que la pudiese ver en ropa interior. ¡Enfermo! ¡Enfermo! –dice, elevando el tono de voz. Y tras una pausa, agrega–: Le podés preguntar a mi prima Hebe… Él quería que yo estuviera adentro del caparazón y que de ahí no saliera, que no viera a otra gente.
–Y después, cuando sucede la desaparición de Gustavo, terminás saliendo del caparazón, vas construyendo una vida en la lucha, en la calle y siempre rodeada de gente.
–Ahora que voy y que vengo todo el tiempo, me digo, si me viera Carlos, desde donde esté, me diría: “Por favor, pará y quedate en tu casa. No jodas más”.
–Bueno, esa era Nora antes de la desaparición de Gustavo, al mejor estilo Susanita de Quino, en la casa, con los hijos, con la casa linda y limpita.
–Sí, encerando, lustrando, la comida preparada. Y para cuando llegara él del trabajo, tenía que estar bañada y perfumada.
–Increíble, ¿no? Parte de una historia, la tuya y la de tantas mujeres que tenían que responder a ese modelo machista y patriarcal.
–Sí, los chicos comidos, acostados, limpios. Todo el espectro doméstico perfecto. Yo fui criada como era mi mamá, sumisa, es que mi papá era autoritario. Buena gente.
–La desaparición de Gustavo quiebra ese sistema.
–Sí, para que yo piense, sienta y actúe por mí.
“Para que piense, sienta y actúe por mí”, me repito mentalmente, grabo la frase también en mi memoria. Nora tiene la sabiduría de las personas que vivieron y viven la vida, no es una intelectual de libros y escritorio, en sus palabras están condensadas la calle, la gente, la contención recibida y dada, está la experiencia del dolor, del amor, de la lucha y de la resistencia.
–¿Y qué sucedió cuando empezaste a salir en busca de Gustavo?
–Había madres a las que los maridos les decían que no tenían que ir a la Plaza, que corrían peligro, que a ellos no les gustaba que salieran. Y algunas madres aceptaban ese mandato. A mí nunca me dijo mi marido: “No tenés que ir a la Plaza”. Sí se hacía mala sangre.
–Seguramente él también, a su modo, con el dolor por la falta de Gustavo y con tu lucha en la calle y con las Madres, inició un camino de reconversión.
Nora se queda recorriendo su historia, suspendida en algún pensamiento, armando alguna idea. “¿Por dónde andará?”, me pregunto, impaciente, curioso. Luego de un instante, retoma el diálogo:
–Sí, él cambió... Sufría, tenía al hijo desaparecido. Alguna vez decía: “Por ahí te dicen un día que Gustavo está muerto”. Y yo le respondía: “Voy a seguir peleando, voy a buscar a los asesinos. Voy a estar siempre esperando que haya una respuesta a mi búsqueda…”. Había un intercambio de opiniones.
–Es que las Madres iniciaron un movimiento muy fuerte, y hoy son el testimonio de lucha y de resistencia al gobierno de facto de muchos hombres. Y, además, les dieron un estímulo, una inyección de fuerza a tantas mujeres que no se animaban a salir, a salir del autoritarismo masculino.
–Por eso cada vez que yo hice un hábeas corpus, las autoridades se sintieron molestas. Algunos abogados no querían firmar por cuestiones políticas, como si la política fuera más importante que un hijo desaparecido.
–¿Sigue habiendo miedo?
–Sí, hay miedo… Hay docentes a los que les prohibieron hablar de Maldonado diciendo que eso era política. Era la política… de ese colegio. Hablar de Maldonado era solidaridad, destapar algo que estaba oculto, para que aparezca y que los padres sepan qué pasó. Mirá si habrá miedo que cuando fui el otro día al hospital Posadas y el camillero me trasladaba, me contó que no le convenía ir a los actos de protesta de los trabajadores porque el hospital está lleno de cámaras. “A mí me están mirando y por ahí mañana me quedo sin trabajo. Yo tengo dos hijos”, me dijo.
–La paranoia de ser observado, controlado. Si echan a un compañero, el resto queda con el miedo de ser el próximo despedido. Como el miedo paraliza, es una de las herramientas más efectivas para controlar a las masas.
–Además el miedo es alienante. Pero yo no me puedo quedar en mi casa rezando mientras siguen echando a la gente. Elegí luchar y no me voy a quedar en mi casa por miedo a que si salgo echen a mi familia de sus puestos. Yo lloré mucho los primeros días con lo del INTI, por Lucía, pero luego salí.2 Todo lo que yo digo en mi casa, en la Plaza, en la calle, en un acto, todo está grabado.
–¿Y cuál es el problema de que estés grabada?
–No sé, que echen a Lucía. Mi amiga que trabaja en el INDEC3 también está muy mal. Hicimos el abrazo al INDEC incluso con el Gobierno anterior. Todos los trabajadores van a sus trabajos con miedo. “Yo hoy hago el abrazo y mañana me echan a la calle”, me dicen algunos.
–Es la desaparición subjetiva, ir vaciando a la gente de sus alegrías, de sus ganas de vivir. Te sacan el trabajo, te tocan la identidad. Si después no tenés para comer, más alienación.
–Sí, es terrible todo esto.
–¿Tenés esperanza? –le pregunto. Nora me mira seria, con el ceño fruncido. Se inclina levemente hacia mí. Y, tras una pausa, me responde:
–Yo sí, Pablo, ¿sabés por qué? Si nosotros salimos de una dictadura tan cruel y siniestra, ¿cómo no vamos a salir de esto? Dicen que esto es como una dictadura, como el terrorismo de Estado, pero no es así todavía. Yo digo que hay espacios desde donde podés luchar. Pero la gente tiene miedo y no es tan fácil luchar, salir. Igual creo que vamos a salir. Vamos a tardar, nos va a costar mucho. Todo lo destruido no se construye de un día para el otro. Están destruidas las fuentes de progreso, los ideales, lo que se forjó trabajando y trabajando –dice Norita.
Una pausa. Nora se levanta. Me levanto detrás de ella. “Seguimos mañana”, me dice. Nos abrazamos y nos despedimos en la puerta de calle.
Salgo. Me voy pensando en la esperanza, en la fuerza que irradia a pesar de todo lo que sufrió. Hay personas que por mucho menos se quedan en la cama, no activan, se resignan. Sé que todos somos diferentes, que las comparaciones son absurdas, pero cuánto necesitamos de su testimonio para aprender, para no dejarnos vencer por las adversidades. Me asombra su energía, su fortaleza para levantarse cada mañana y seguir en la búsqueda, en la lucha, sin bajar los brazos.
1 Santiago Maldonado desapareció el 1° de agosto del 2017 luego de una violenta represión ejecutada por la Gendarmería nacional en Chubut, en el marco de una protesta llevada a cabo por la comunidad mapuche Pu Lof, en Resistencia de Cushamen. Estuvo desaparecido durante 78 días y finalmente fue hallado muerto el 17 de octubre de ese año en el rio Chubut, a 400 metros de donde había sido visto por última vez con vida.