Casi amor. Chiara F. Citterio
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Название: Casi amor

Автор: Chiara F. Citterio

Издательство: Bookwire

Жанр: Книги для детей: прочее

Серия: Casi amor

isbn: 9789878332222

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СКАЧАТЬ mi madre.

      —¿Un café, hija?

      —Sí, por favor.

      —Bueno, como les contaba, Emma esa vez se levantó de tal malhumor que, cuando le llevé el desayuno a la cama, lo revoleó por los aires.

      Mis amigos se ríen. Yo tengo sentimientos encontrados, por un lado, me gusta ese recuerdo: mi papá aún estaba vivo. Pero, por el otro, siento que no tiene ningún derecho a hablarle de mí a ellos. Opto por sonreír de manera fugaz y me termino el café que me dio hace un momento. Pronto, vuelvo a mi expresión indiferente, esta que llevo como una máscara desde hace dos años.

      —Muchas gracias por el café, mamá. Muy bonita la charla, pero nos tenemos que ir.

      —No sabía que te gustaba el surf.

      —Hay muchas cosas que no sabes de mí —respondo.

      Al salir, dejo a mi madre con un rostro triste.

      Me subo a la camioneta de Mark. Enseguida, Donna se encarga de la música y pone canciones americanas de los noventa: Whitney Houston y Mariah Carey. Me gusta. Es un viaje divertido. Me río de las ocurrencias de mi nueva amiga y pienso en cuánto extraño a Bella y a Nate. Pero quién sabe, tal vez ellos serán mi Bella y mi Nate norteamericanos. Pero claro, no pienso enamorarme de Mark como hice de Nate.

      Pronto, unos ojos celestes inundan mi mente. No sé por qué Theo se aparece por allí en cualquier momento.

      Cuando llegamos a la playa, leo un cartel que dice Venice Beach.

      Dejo que el sol me pegue en la cara. De manera extraña, no me molesta. Mark me da un traje para surfear y una tabla. Creo que seré pésima a pesar de que Mark me enseña posiciones básicas y me comenta que donde más aprenderé, será dentro del agua.

      De pronto, siento que algo me quema la espalda.

      «No es el sol», pienso. Me doy la vuelta y veo que Theo me mira.

      «Este chico está en todos lados». No entiendo cómo, pero me gusta que así sea. También me gusta como le queda el short y sus abdominales y sus brazos…

      Le dedico una sonrisa hasta que veo que Inés aparece con dos bebidas. Una es para él y la otra, para ella.

      Félix entra en mi campo de visión y se acerca.

      —¡Hermanita! ¡No sabía que surfeabas! Si no, te hubiese invitado hoy a la mañana.

      —Es que no lo hago. Mark me está enseñando.

      —¡Suerte con eso!

      Félix se va y mi mirada vuelve hacia Theo e Inés, quienes ahora se están besando. ¿No pueden parar? ¿No les da vergüenza hacerlo adelante de todos?

      Dejo de mirar sus lenguas y me vuelvo a concentrar en Mark. No obstante, aunque intente centrarme en el surf, no puedo dejar de pensar en la lengua de Theo.

      «Quiero decir, en Theo», me corrijo.

      Sigo practicando. Me caigo varias veces y trago muchísima agua. Soy una total vergüenza.

      Theo vio mis caídas y se rio de mí. Es un antipático, un engreído, un soberbio y muchas cosas más. Pero, en lugar de enojarme, tengo ganas de ir y besarle los dos hoyuelos que tiene.

      Capítulo 10

      Casa abandonada

      Theo

      Estoy de pésimo humor. El mar hoy no me calma, al contrario, me contagia su fuerza y sus ganas de arrasarlo todo. También, me contagia su risa. Quiero decir… La risa de Emma es contagiosa.

      Claro que sería mucho más divertido que se riera conmigo y no con ese «heladero» molesto que la mira embelesado. ¡Qué ridículo! Es evidente que él quiere llamar su atención. Y creo que lo consigue, porque una sola vez su mirada se cruzó con la mía, mas en ese momento fingí divertirme con Inés.

      Es una vergüenza que él se dé cuenta de que pasé todo el día a la espera de que ella se fijara en mí. Por eso, ni siquiera me acerqué a saludarla. No quería tentarme de llevármela bien lejos.

      No sé qué raro efecto produce esta chica en mí, pero hace que quiera saberlo todo de ella.

      Supongo que debería decirle a Inés que es hora de irnos. Atardece con una leve brisa y… ¿Qué hace Emma? ¿Tiembla? ¿Es de deseo por ese infeliz o por el frío? Él la abraza y ella se deja.

      OK. Entonces debo pensar en un plan B. Irme no es una opción.

      Emma

      Está oscureciendo y tengo frío.

      Y celos. De Inés.

      Darme cuenta de eso me enoja. Tengo un problema demasiado grande que crece en mi panza como para estar pendiente de Theo. Cierro los ojos. No quiero verlo.

      —Emma…

      Su voz está demasiado cerca. Abro los ojos y Theo está enfrente de Mark y de mí. ¿En qué momento…?

      —Cerca de aquí hay una casa abandonada. ¿Qué les parece si vamos?

      —Me parece una gran idea —grita Félix mientras se acerca hacia nosotros y se sienta al lado de Donna.

      —Por mí, sí —responde Donna mientras me mira como si me pidiera, por favor, que vaya.

      —Si Emma quiere… —dice Mark.

      De pronto, la decisión está en mis manos:

      —Perfecto, vamos —digo y me levanto, quedándome sin manta para abrigarme.

      Miro a Theo y un frío me recorre el cuerpo, tiemblo. No sé si por sus ojos celestes o porque en verdad la temperatura está bajando.

      —Ey, si quieres te puedo prestar un buzo —me dice Theo.

      —Por favor, sí —sonrío.

      El pobre Mark se da cuenta de que él no tiene un abrigo para ofrecerme. Theo me extiende la prenda y roza mi mano. ¿Me parece a mí o fue a propósito?

      Me lo pongo y… ¡Ay, qué rico huele!

      Comenzamos la caminata. Theo, de pronto, se encuentra a mi lado y yo siento hormigas en todo mi cuerpo.

      —¡Qué suerte que no me preguntaron qué opinaba sobre esta idiotez! —se queja Inés, interponiéndose entre Theo y yo.

      Mark está raro, alejado. Me pregunto si se habrá enojado conmigo. Aunque tampoco sé si me importa que pase eso. Más me interesa que Inés se cuelgue, literalmente, del hombro de Theo. Sin embargo, él parece fastidiarse o al menos eso tengo ganas de creer yo.

      Luego de un rato, llegamos a la casa abandonada.

      «Vaya que sí lo está», me digo. Es imponente, СКАЧАТЬ