Название: Jesús, Nacido En El Año 6 «antes De Cristo» Y Crucificado En El Año 30 (Una Aproximación Histórica)
Автор: Guido Pagliarino
Издательство: Tektime S.r.l.s.
Жанр: Историческая литература
isbn: 9788835407362
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Pietro Citati,
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Los primeros tres mandamientos se refieren a la actitud del hombre hacia Dios.
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El precepto de odiar al enemigo no aparece en el Antiguo Testamento, al menos tal cual. Tal vez sea una remisión de Jesús al citado salmo 139, 21, expresado de una forma
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Mt 5, 43-45: Aquí queda claro que, según Jesús, la justicia divina no está en este mundo, lugar de la libertad del hombre de amar y de odiar, es decir, de seguir o no la voluntad del Padre del Cielo. Por tanto, no tiene sentido para un cristiano sorprenderse ante Dios porque a menudo los malvados triunfan y los justos son humillados. Pero todo cristiano ha recibido de Jesús la orden precisa de buscar la justicia en esta tierra y debe obedecerla, aunque nunca será posible conseguir un mundo perfecto, debido precisamente a la libertad dada al hombre para pecar, en su débil carnalidad (por cierto, este es el tema de fondo de mi novela histórica
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Lc 6, 27-28.
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«Durante los primeros siglos de la era cristiana, la asamblea de los cristianos a la que, con Cristo al frente, se le suele llamar Iglesia, combate el absolutismo del estado romano, rechazando que la persona se defina por su dimensión pública. Pero está claro que tampoco en ese tiempo los cristianos rechazaban la autoridad estatal. La convivencia civil es para ellos algo natural: es necesario que la sociedad esté organizada, pero quien la manda no debe pretender, como hace el emperador, tener un poder absoluto, sin límites trascendentes. Es muy significativo que, entre 124 y 177, un grupo de cristianos, llamados los apologistas, Cuadrado, Arístides, Justino, Atenágoras o Melitón y desde 180 hasta los primeros años del siglo III, Teófilo, Tertuliano o Minucio Félix, escriba, con algunos dirigiéndose directamente a los emperadores, pidieron valerosamente libertad para los individuos y para el pueblo y, en particular, la exención de la obligación del culto al dios-emperador: es la idea de una sociedad, organizada, sí, pero que consiente la libertad de pensamiento y de expresión. Todos estos escritores no solo se esfuerzan por responder punto por punto a las críticas de los paganos, sino incluso por presentar, con muchos años de anticipación de lo que ocurrirá con el emperador Constantino, al cristianismo como garante religioso de la unidad del imperio. Sin embargo, se puede anticipar que, si bien hacia el inicio del siglo IV el imperio se hizo cristiano, el absolutismo no va a caer, sino que va a usar al cristianismo como ideología para reforzar su imperio. También los emperadores cristianos, sobre todo los del Oriente, tienden a darse un valor absoluto, contra las posturas de los cristianos que defienden la libertad de la conciencia personal. Tendrá que producirse la caída del Imperio de Occidente para que el pensamiento humanista cristiano se imponga completamente. El hombre para los cristianos es persona en cuanto hijo del Creador y no porque tenga cierta posición social bajo un poder, privado del límite de Dios: el poder político es para el hombre, no el hombre para el poder. Jesús dijo: “Quien quiera ser rey, que sirva a los demás”. El desaparecido mundo grecorromano, a pesar de que muchos hoy lo idealizan en este sentido, no resultaba dar al individuo su verdadero valor. Esta cultura, permeada de filosofía griega, separaba la búsqueda de Dios de la historia, e incluso consideraba a la historia, la sociedad, la materia, indignas de Dios y de la chispa divina presente en el hombre. La Iglesia, desde el principio, actúa en el tiempo de la sociedad, donde la persona, ya aquí, experimenta a Dios, según la Palabra encarnada en la historia en lo que San Pablo llama la plenitud de los tiempos: Dios ha revelado, encarnándose, la tarea y el Fin último (el propio Dios) del ser humano (…) Desde los primeros tiempos de la Iglesia, a partir del ejemplo de Cristo, trata de construir, en la medida de lo posible, un mundo mejor. Todo verdadero cristiano ejercita una completa humanidad en sus relaciones con otros, eligiendo construir el bien según su propia buena conciencia. En el mundo grecorromano solo unos pocos elegidos esperaban, con ayuda de la filosofía, elevarse al Ser, huyendo de la despreciada materia. Para los demás, la vida estaba condicionada por poderes innumerables y caprichosos, dioses y demonios, tiránicos, como el poder político. Con el cristianismo, que afirma que Dios ama a todos y quiere salvar a todos los que lo deseen, que la vida en el mundo visible es un bien, porque es una prueba libre de elevación a Dios, la magia se pulveriza y entran en todos, no solo en unos pocos elegidos, el principio de lo sagrado y la Esperanza. Desaparece el ciego destino. Finalmente, la posición del hombre sobre la tierra tiene sentido para cada uno, las buenas obras sirven para sublimar para el Fin último, la alegría en Dios, alegría que en parte ya está aquí si se actúa de buena fe: es algo felizmente nuevo, antes inesperado.
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Muchos piensan que los testigos de Jehová son una iglesia cristiana, pero en su momento la Unión de las Iglesias Cristianas Evangélicas no quiso admitir a su iglesia en su organización, porque no la juzgaba cristiana, pues los testigos de Jehová no creen en la divinidad de Jesús, aunque lo honren por considerarlo un mandato de Jehová. Si se les pudiera definir como cristianos, también lo СКАЧАТЬ