Cuenta atrás desesperada. Jesús Mallol
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Название: Cuenta atrás desesperada

Автор: Jesús Mallol

Издательство: Автор

Жанр: Контркультура

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isbn: 9788490725313

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СКАЧАТЬ darse una ducha, tomar una buena cena y acostarse pronto; al día siguiente tenía muchas cosas que hacer.

      Cuando llegó a Péronne, un pueblo algo apartado de las principales carreteras, le llamó la atención la cantidad de fortificaciones antiguas que se veían por todas partes. Descendió del autobús con su bolsa de viaje en una mano y la que le había entregado Ingude colgada del hombro. Miró a su alrededor y se dirigió a un señor que, a pocos metros, paseaba a su perro, un magnífico ejemplar de pastor belga negro, llevándolo de la correa.

      –Perdone, señor. ¿Puede indicarme hacia dónde queda el hotel Saint Claude?

      Iñaki se despertó temprano con una agradable sensación de descanso. Había cenado estupendamente en un restaurante próximo al hotel y había tomado una larga ducha antes de acostarse en la confortable cama: la habitación no era muy grande, pero sí cómoda y sin ruidos. Pudo dormir profundamente y de un tirón, cosa no demasiado frecuente. Las tensiones que había vivido en los últimos tiempos lo habían mantenido en un estado de nerviosismo continuo.

      Se afeitó y volvió a ducharse, sin prisas, antes de vestirse y rehacer el equipaje. Después de desayunar y pagar la cuenta, dejó su equipaje en la recepción del hotel para recogerlo más tarde y preguntó por la dirección del Historial de la Grande Guerre. El recepcionista le indicó cómo llegar hasta el Historial, que en realidad estaba muy cerca del hotel.

      Como aún era demasiado temprano para su próxima cita, decidió dar un paseo por la ciudad para ocupar el tiempo de espera. Pasó ante la fachada del Historial y siguió bordeando las antiguas murallas, deambulando sin rumbo determinado. Al acercarse las once de la mañana, volvió por el mismo camino hacia el museo.

      Péronne, situado en la región de Picardía cerca de Amiens, en la zona del Somme, fue frente de combate en la Primera Guerra Mundial, sufriendo violentos ataques y cañoneo. El Historial de la Grande Guerre, emplazado en un antiguo fortín que aún muestra en su fachada el impacto de un cañonazo de gran calibre, es un impresionante museo dedicado precisamente a esa conflagración.

      Su interior muestra unas colecciones completas, como la de los diferentes uniformes y armamento empleado por los infantes de ambos bandos a lo largo del conflicto, en los que se puede ver la evolución que sufrieron los equipos durante la guerra para adaptarse a las nuevas tácticas militares. Se encontraba Iñaki absorto contemplando un maniquí que llevaba el vistoso uniforme de la infantería francesa de 1914, con guerrera azul y un llamativo pantalón rojo, cuando un anciano de bigote blanco se colocó a su lado, al parecer contemplando el mismo maniquí.

      –Debió de ser terrible, ¿no cree? Mi padre contaba que pasaron mucha hambre porque en las trincheras no crecían setas.

      El cerebro de Iñaki recibió la frase del anciano, aparentemente sin sentido y propia de la senectud, como una descarga eléctrica. El corazón comenzó a golpearle el pecho con fuerza mientras que, intentando dominarse, se giró hacia él. La frase contenía la contraseña que debía pronunciar el contacto que tenía que presentarse precisamente allí, en el Historial, a esa hora. Las setas que no crecían eran la contraseña, pero conservó la compostura. ¿Podría tratarse de una coincidencia, que el anciano no fuese el contacto?

      –No sería la temporada –contestó Iñaki observando la reacción del anciano. Este sonrió y preguntó:

      –¿Jean Laval?

      Ante el gesto de asentimiento de Iñaki, el anciano se giró diciéndole que lo acompañase. Salieron del Historial y, a través de una puerta de la antigua muralla, entraron en el pueblo. Cuando Iñaki le preguntó su nombre, el anciano sólo dijo que eso no tenía importancia.

      El hombre abrió la puerta de un garaje y entraron. Era una estancia pequeña, con varias máquinas desmontadas y piezas mecánicas desperdigadas por mesas y suelo, en la que había aparcado un Renault Clio de color gris oscuro; no se veía a nadie más. El anciano le tendió las llaves del coche.

      –Es su transporte. El paquete, de diez kilos, está en los neumáticos traseros, y la documentación en regla en la guantera.

      Iñaki recibió la noticia con cara de alarma. Ingude le había dicho que debería recoger el coche en Péronne, con los explosivos bien ocultos en su interior, pero no le había especificado dónde estaría el escondite.

      –¡Pero eso es un suicidio! La dinamita puede estallar cuando los neumáticos se calienten al rodar.

      –Puede, pero no lo hará. Ya hemos comprobado que el calentamiento no es suficiente para hacer estallar este tipo de explosivo, y va en los neumáticos traseros que se calientan menos que los delanteros, en una envoltura de thinsulate, un tejido aislante muy eficaz, para protegerla aún más. Además, estamos en enero, y ahora el asfalto está muy frío. Otra cosa, para disminuir la fricción con el asfalto los neumáticos van a más presión de la indicada, así que conduzca con mucho cuidado porque tendrá menos adherencia.

      El razonamiento del anciano calmó la aprensión de Iñaki; parecía muy bien pensado y probado. Sin embargo, recordó algunas conversaciones que había oído sobre el increíble olfato de los perros adiestrados para detectar droga y explosivos.

      –¿No lo detectarán los perros de la Policía?

      –También lo hemos tenido en cuenta, y no, no lo detectarán. El paquete está dividido entre las dos ruedas, y en cada rueda van dos trozos como dos salchichas, cada una con tres envoltorios de plástico herméticos y encima la capa de thinsulate. Van dentro de los neumáticos sin cámara, con el aire a presión, pero sin fugas de aire. Para evitar llevar el posible olor del explosivo de un sitio a otro, las personas que manipularon las salchichas son distintas de las que las colocaron en los neumáticos, y distintas a su vez de las que los montaron en el coche.

      «Una vez montado cada neumático, todo el conjunto ha sido lavado con agua con vinagre, lavado todo tres veces, y finalmente abundantemente meado por varios perros para dejar su propio olor; no se extrañe si los perros que encuentre hacen cola ante su coche.

      «Después de eso, hemos comprobado que nuestros propios perros no son capaces de detectar nada, y son muy buenos.

      –¿Pueden afectar las salchichas al equilibrado de las ruedas?

      –Las salchichas están fijadas en el interior, sobre la llanta, para que no se muevan, y los neumáticos han sido equilibrados después de toda la operación.

      Sí, pensó Iñaki. Parece que toda la operación ha sido preparada de la forma más cuidadosa.

      –¿Algo más?

      –Bueno, en caso de tener un pinchazo, no lleve los neumáticos a un taller –recomendó el anciano con una sonrisa.

      –Bien, parece que todo está correcto. ¿De dónde procede el explosivo?

      –Eso no tiene importancia. Buen viaje y buena suerte.

      Y sin añadir ninguna palabra más, el anciano abrió la puerta de la cochera y le indicó a Iñaki con un gesto que podía montar en el coche y llevárselo de allí. Una vez en la estrecha calle, Iñaki se orientó para pasar por el hotel a recoger su equipaje y luego enfiló hacia la salida del pueblo para coger la autopista A 1 en dirección a París.

      –Explique СКАЧАТЬ