Название: Mujeres, cámara, acción
Автор: Rolando Gallego
Издательство: Bookwire
Жанр: Зарубежная прикладная и научно-популярная литература
isbn: 9789507546563
isbn:
Alguna vez confesó en un reportaje de Radiolandia que su fantasía era tener una habitación forrada de fiambre: es que las privaciones se hicieron sentir cuando era chica. Su padre reapareció con el éxito de su hija, pero ella esquivó todo contacto.
Ya adolescente y dueña de una gran belleza en tiempos en los que el bisturí no intervenía, estudió para ser una secretaria perfecta y su dominio del inglés iba a resultarle fundamental en su vida. Tuvo un primer matrimonio breve con Ralph Jurgen Heinien, que duró menos de un año. Y después, cuando se consagró como Miss Argentina, conoció al amor de su vida: su socio creativo, Armando Bo. Él la llevaría a protagonizar El trueno entre las hojas, con el primer desnudo frontal del cine argentino (alguna vez Isabel contó que Armando Bo la engañó y la hizo nadar para la escena, asegurándole que solo haría tomas lejanas).
Desde ese momento hasta la muerte del realizador hicieron una vida y una carrera juntos. Lucharon contra la censura, en una sentada en Plaza de Mayo, y contra la pacatería de la época. Pero sus estrenos eran acontecimientos masivos e increíbles, con gente enloquecida por verla de cerca.
“Se puede entender el fenómeno Sarli (…) sin nunca desentenderse del contexto histórico que los produjo. Sarli era fruto prohibido, la mujer imponente e inquietante que surgía en El trueno entre las hojas y que mantendría un reinado de más de una década en ese ente inasible llamado imaginario popular”, analiza Diego Lerer en Clarín3.
La sensación Sarli-Bo pasó rápidamente las fronteras de nuestro país: esa mujer de medidas perfectas era una diosa que seducía al mundo. Su foto tamaño natural puede encontrarse en un restorán de Italia, sus películas aún hoy se repiten en los circuitos eróticos, o directamente son valorizadas con una mirada actual lejos de los prejuicios, por las cabezas más abiertas y divertidas.
Isabel Sarli fue en cine una mujer y en su vida, otra. Pero consciente de su poder. Ese amor por Armando Bo solo se cortó con la muerte. Con él nunca firmó ningún contrato, pero por su conocimiento del inglés ella era la que firmaba todos los papeles en el exterior que la acreditaban como socia del director, un detalle fundamental a la hora de que le fueran reconocidos sus derechos.
Armando Bo nunca se separó de su mujer legal. Isabel y su esposa aceptaron la relación, al igual que los hijos de Armando. Víctor trabajó con ellos, las hijas le encargaban a Isabel compras en el exterior que ella cumplía religiosamente. Todo un toque de modernidad en materia de acuerdos.
Por un lado, era la mujer que se plantaba junto a su pareja para luchar contra la censura, la que le podía pegar un cachetazo a un cura espantado que la trataba como el demonio personificado. Por otro lado, era la mujer sencilla, la que armó su familia con sus dos hijos adoptivos, la que vive en su mansión con sus muchos animalitos. Supo tener un ciervito al que le ponía cinta manillar en la terminación de cada cornamenta para que no lastimara. Había armado un microcine en su garaje donde le pasaba a su madre sus películas, cortando sus desnudos (es que cuando doña María Elena Sarli vio la primera película, la tomó tan de sorpresa que le dio a su hija una golpiza memorable).
Salvo cuatro películas, Setenta veces siete (1961) que filmó con Leopoldo Torre Nilsson, La diosa virgen (1973) con Dick de Villiers, La dama regresa (1966) con Jorge Polaco, con quien hizo también una participación en Arroz con leche, y Mis días con gloria, de Juan José Jusid, el resto de sus films lo hizo con Armando Bo como director: El trueno entre las hojas (1957), Sabaleros (1959), India (1959), Y el demonio creó a los hombres (1960), Favela (1961), La barrerita de Ipacaraí (1962), La diosa impura (1963), Lujuria tropical (1963), La leona (1964), La mujer del zapatero (1965), Los días calientes (1966), Mujer y tentación (1966), La señora del intendente (1967), La mujer de mi padre (1967), Carne (1968), Desnuda en la arena (1969), Fuego (1969), Embrujada (1969) y Éxtasis tropical (1970). Al año siguiente llegó Fiebre (1971), después, Intimidades de una prostituta (1972), Verano ardiente (1973), La diosa virgen (1974), Una mariposa en la noche (1979), El último amor en Tierra del Fuego (1979), Una viuda descocada (1980) y La viuda insaciable (1984).
Según Elena Goity en La Nación, “los que defendieron todo el cuerpo cinematográfico de la pareja Sarli-Bo lo hicieron desde una postura camp y posmoderna, consideraron meritoriamente la absoluta libertad creativa, fruto de la total ausencia de prejuicios”.
Isabel Sarli, la mujer que pobló las fantasías eróticas de millones, fue y es una señora plantada en el mundo para desafiar lo que sea.
Nuestras actrices
En esta larga tradición del protagonismo femenino, nuestra historia y nuestro presente cinematográfico es variado, rico, con personalidades excepcionales vigentes y recuerdos imborrables. Desde las pioneras en los albores de nuestro cine Orfilia Rico, María Padín y Camila Quiroga, por solo nombrar algunas.
En este repertorio nos encontramos con adorables heroínas blancas, puras como las incomparables María Duval de las comedias familiares de los años cuarenta (Su primer baile, La novia de primavera, Cada hogar es un mundo, Los chicos crecen) o como Delia Garcés (La maestrita de los obreros, La dama duende, Malambo), o personalidades como Mecha Ortiz, que se caracterizó por encarnar a mujeres fuertes, independientes, una de las figuras relevantes de la época de oro del cine argentino, con películas audaces como Safo, historia de una pasión, Madame Bovary, La rubia Mireya, Deshonra, Vidas marcadas, El gran secreto, El canto del cisne. Otra gran actriz, Amelia Bence, la de los ojos increíbles, famosa por El tercer beso, Lauracha, A sangre fría, La danza del fuego. Desde su participación en La guerra gaucha, Los ojos más lindos del mundo, Todo un hombre, tuvo una vida larga, premiada, de gran trayectoria en el teatro con giras internacionales.
Fanny Navarro, la de los policiales negros, con temáticas fuertes e innovadoras para la época: Morir en su ley, Marihuana, Suburbio, Deshonra. Su vinculación con el peronismo y su romance con Juan Duarte le valieron crueldades, olvidos, locura; destino trágico que inspiró documentales, investigaciones, obras.
Ana María Lynch (Los invictos, La suerte llama tres veces, La bestia humana, La Quintrala): una mujer bella y fuerte, con una historia amorosa tormentosa con Hugo del Carril, que luego emigró a Estados Unidos. Casada con el director Hall Bartlett, y con el nombre de Ana St. Clair intervino en dos filmes dirigidos por su esposo.
La gran tradición de mujeres cómicas, protagonistas de comedias exitosas, como Olinda Bozán, Paulina Singerman, Leonor Rinaldi. Matronas inolvidables como Amalia Sánchez Ariño. Grandes nombres como Julia Sandoval, Alba Mujica, Eva Franco, Nelly Panizza. Figuras que surgieron a veces en contraposición a otras, como Laura Hidalgo, la hermosa morocha rival de Zully Moreno, o Libertad Leblanc como la platinada frente a Isabel Sarli.
Y la audacia inolvidable de una Olga Zubarry cuando fue la protagonista de El ángel desnudo, de 1946, en el que se veía su espalda desnuda, toda una novedad para la época. Trabajó en el cine argentino hasta 1997, cuando se retiró y dejó films inolvidables como Los pulpos, Hijo de hombre, El extraño caso del hombre y la bestia, Marianela, El vampiro negro.
Imposible olvidar a las llamadas tres ingenuas jóvenes Elsa Daniel, Gilda Lousek y la de la trayectoria siempre reinventada, Graciela Borges. Elsa conquistó el estrellato como la ingenua en films de Leopoldo Torre Nilsson como La casa del ángel, La caída y La mano en la trampa. Su recordado trabajo con Leonardo Favio en El romance del Aniceto y la Francisca; y Los inconstantes y Ufa con СКАЧАТЬ