Eclesiología de la praxis pastoral. Juan Pablo García Maestro
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Название: Eclesiología de la praxis pastoral

Автор: Juan Pablo García Maestro

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия: GS

isbn: 9788428825436

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СКАЧАТЬ a la comunidad (cf. 1 Cor 3,1-4).

      Hasta qué punto la dirección de la Iglesia, en los inicios, no fue patriarcal y monolítica queda aún más claro cuando se lee la explicación que da Pablo del denominado «Concilio de Jerusalén» en Gál 2,1-10. En este texto se ve cómo también las columnas de Jerusalén respetaron el carisma de Pablo. Por ello no se obligó a los paganos convertidos al cristianismo a cumplir determinadas costumbres religiosas judías (como las leyes de pureza cultual). Lo único que se les pide es que sean solidarios con los pobres de la Iglesia madre de Jerusalén (cf. Gál 2,10).

      Pero a algunos de los miembros de la Iglesia de Jerusalén esta «tolerancia eclesial» no acabó de convencerles del todo. Esto último se puede ver en el incidente de Antioquía (cf. Gál 2,11ss). Pablo reprende a Pedro, con gran libertad de espíritu y con una dureza sorprendente, que, por culpa de las presiones que ha recibido por parte de algunos cristianos recién llegados de Jerusalén, no ha sido consecuente con lo que se había convenido en Jerusalén (cf. Gál 2,1-10). Como tampoco ha sido coherente con la propia conducta que él mismo había observado hasta entonces en Antioquía, ya que, siendo judío, vivía a lo pagano (cf. Gál 2,14). En este conflicto llama la atención que, mientras Pedro y la mayoría, probablemente por razones pastorales, prefirieron ser más conciliadores con las tendencias conservadoras de la Iglesia de Jerusalén, Pablo defendió la postura innovadora más radical18.

      4. La eclesiología en el evangelio de Marcos

      Si algo queda claro leyendo el primer evangelio que se escribió, el de Marcos19, es que el proyecto de Jesús consistió en llamar a todos los hombres y mujeres a la conversión, proclamando la Buena Noticia de que el reinado de Dios, con la aparición y actuación de Jesús, estaba ya a las puertas (cf. 1,14-15). Por esto había que creer en esta Buena Noticia y vivir de acuerdo con los valores del Reino que Jesús predicaba y encarnaba. Pero, ¿qué valores predicaba Jesús?

      a) Predicación de Jesús y conflicto

      Jesús anunciaba unos valores alternativos en una sociedad marcada radicalmente por la injusticia. Por eso, aparentemente, fracasó y tenía que fracasar según la lógica humana. De hecho, ni siquiera los propios discípulos consiguieron acabar de entender su proyecto (cf. 8,17-21; 8,31-33, etc.). Y los poderes religiosos y políticos de su mundo (cf. 3,6; 14,1-2.53) se unieron para acabar con él, tildándolo de blasfemo y embaucador político del pueblo (cf. 14,64; 15,1-3). Lo hicieron, en último término, porque ponía el bien del hombre como criterio decisivo y norma última para conocer qué es lo que Dios quería del ser humano (cf. 3,4, en el contexto de 3,1-6), situándolo incluso por encima de una norma religiosa tan sagrada como el sábado (cf. 2,27).

      Una de las cosas que Marcos tiene interés especial en subrayar es cómo Jesús, a medida que se iba acercando al conflicto final con las autoridades políticas y religiosas de su pueblo, va tomando conciencia, cada vez más claramente, de la oposición que crece en torno a él y de la incomprensión creciente que provoca con su actuación. Primero son los partidarios de Herodes y de los fariseos los que quieren matarle (cf. 3,6). Luego es su propia familia la que le trata de loco y quiere impedir su misión (cf. 3,20-21). Los escribas lo consideran endemoniado (cf. 3,21s). Sus conciudadanos lo rechazan (cf. 6,1-6). Sus propios discípulos no le comprenden (cf. 8,31-33). Uno de ellos le traiciona (cf. 14,11-12), otro le niega con juramento (cf. 14,66-72) y todos lo abandonan (cf. 14,50). Ni siquiera las mujeres –las únicas que han permanecido fieles hasta estar al pie de la cruz (cf. 15,40-41)– acaban de comprender lo que quiso y dijo Jesús en su vida pública (cf. 16,1-8).

      b) La «crisis galilea»

      Según el evangelio de Marcos, parece que Jesús, en un momento determinado de su vida, cae en la cuenta del fracaso a que perece llevarle su predicación. Por ello, además de hablar abiertamente del camino que lleva a la cruz, se empeña de modo especial en instruir a sus discípulos (cf. 8,27ss, sobre todo 8,31-10,45). Los prepara para el tiempo después de Pascua. A este propósito se ha hablado de la «crisis galilea» en el ministerio de Jesús20.

      Leyendo a Marcos, parece que Jesús, al caer en la cuenta del rechazo de su predicación por parte de las personas religiosas de su pueblo, se decidió a cambiar de táctica misionera. Intentó preparar a las personas que tenían que llevar adelante su proyecto después de su muerte para que pudieran afrontar el fracaso y la cruz inherentes (cf. 8,34) a todo camino auténticamente cristiano, si es de veras un seguimiento de Jesús. Para Marcos, la lógica de Jesús –y la lógica, por tanto, del movimiento de Jesús y de las primeras comunidades cristianas que lo continuaron después de Pascua– es una lógica desconcertante, más aún, escandalosa. Los valores que fomenta provocan la oposición encarnizada del mundo, tanto político como religioso. Y es así porque pone en peligro el «desorden establecido» que muchas veces bajo el nombre de orden no ha hecho sino sancionar y perpetuar la injusticia que padece (bajo la forma de hambre, enfermedad, persecución, marginación, etc.) la mayor parte de la población de la Tierra. Y ello ya desde antiguo. En el evangelio de Marcos es Jesús mismo el que se complace en subrayar hasta qué punto su predicación es provocadora y molesta para los diversos poderes constituidos.

      c) Valores cristianos alternativos

      Veamos las razones de esta conflictividad en algunos puntos concretos que Marcos ejemplifica en la parte central de su obra, a partir del momento en que Jesús empieza a explicar, con toda claridad, que su camino –y el del cristiano también– le llevará a la cruz (cf. 8,31-10,45).

      El primer valor cristiano que destaca Jesús –y lo pone como condición imprescindible para poder ser su discípulo– es el de la autonegación y el cargar la propia cruz para poder seguirle, «porque si uno quiere salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por mí y por la buena noticia, la salvará» (cf. 8,34-35).

      En la misma línea, inmediatamente después de su segunda predicción de la pasión (cf. 9,31), Jesús proclama que «quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos» (9,35). Para Jesús, según Marcos, no son los poderosos y bien considerados a los ojos del mundo los que Dios ha escogido como sacramento de su presencia en el mundo. Es más bien acogiendo a los niños como se acoge a Jesús y, a través de él, a Dios Padre (cf. 9,37).

      Siguiendo esta inversión de valores que configura las situaciones de injusticia de nuestro mundo, Jesús llega incluso a afirmar que «es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja que no que entre un rico en el reino de Dios» (cf. 10,25).

      Finalmente, después de la tercera predicción de la pasión (cf. 10,32-34), muestra, una vez más, hasta qué punto los valores y el estilo de vida que propone son una auténtica alternativa a los que priman de ordinario en el mundo, cuando dice a sus discípulos: «Sabéis que los que pretenden gobernar a los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen, pero no ha de ser así entre vosotros; al contrario, el que quiera subir, sea servidor vuestro, y el que quiera ser el primero, sea esclavo de todos, porque tampoco el Hijo del hombre ha venido para servir, sino para dar su vida en rescate de todos» (10,42-45).

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