Название: E-Pack Escándalos - abril 2020
Автор: Varias Autoras
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Pack
isbn: 9788413484273
isbn:
—Lo que Lawton debería haber hecho es darle a su madre una vida independiente en una casa independiente.
Ella le puso una mano en el brazo.
—Quizás no habría sabido llevar una casa propia.
—Pues al menos debería haber reconocido a su hija.
—Supongo que eso era lo que menos le importaba —respondió contemplando las llamas—. Ahora tiene sentido… ahora entiendo mi deseo por acostarme con usted. Es que soy como mi madre.
—Basta. No quiero que siga hablando así —dijo zanjando la cuestión y abrazándola de nuevo—. Ha sido un día muy duro. Intente descansar.
Si no fuera marqués… no tendría que preocuparse del daño que podían sufrir sus hijos por su comportamiento, ni estaría prometido a la hija de un barón. Daría lo mismo con quién se casara. Si fuera libre…
La miró. Tenía los ojos cerrados y su expresión parecía tranquila. Se había quedado dormida y podía contemplarla a sus anchas.
Si de verdad fuese Egan Byrne sería libre…
Nueve
Anna pasó la noche al abrigo del calor de lord Brentmore. Cuando amaneció y el sol inundó el aire de luz, la taberna comenzó a vaciarse de viajeros, pero ellos continuaron donde estaban de mutuo y silencioso acuerdo, como si ninguno quisiera volver a la vieja rutina, a su identidad de siempre.
Mientras desayunaban sin prisas, Anna buscó en el rostro del marqués algún indicio de que tuviera presente las palabras que le había dicho la noche anterior. Solo de recordarlas le ardían las mejillas.
El dolor y la desesperación habían hablado por sus labios, aunque por otro lado era una realidad que debía aceptar en su fuero interno: era hija de su madre, una mujer deseosa de disfrutar del placer carnal.
Si al menos hubiera podido hablar con ella de esas ansias, descubrir por qué había decidido seguir tanto tiempo con su relación con lord Lawton y por qué le había ocultado la verdad a su hija…
El dolor acechaba e intentó con todas sus fuerzas rechazarlo. Era más afortunada que muchas otras mujeres. Tenía trabajo, una hermosa casa en la que vivir, educación, libros… la biblioteca de Brentmore estaba llena de libros.
Miró al hombre que tenía sentado frente a ella. Y tenía un amigo en lord Brentmore, aunque cuando llegaran de vuelta a casa y a su vieja rutina esa amistad quedaría enterrada como el deseo que sentía por él.
Fingió comer con apetito y se obligó a hablar del viaje que los esperaba.
Las lágrimas se habían acabado. Nada de sentir lástima de sí misma. Su madre había fallecido, y su vida era lo que era.
Su consuelo debían ser los niños mientras la necesitaran.
—¿Está preparada para salir? —le preguntó lord Brentmore cuando se acabaron el desayuno.
Ella asintió.
Tardaron unos minutos en volver a subir a la silla y ponerse en camino.
Anna mantuvo la conversación en asuntos relacionados con los niños, con sus necesidades y actividades, con el modo en que podían hacer que su vida fuese segura y feliz.
A primera hora de la tarde llegaron a la posada donde el tiro de caballos de lord Brentmore aguardaba. Una vez enganchados, acometieron la última etapa del viaje. No tardaron mucho en llegar a los límites de las tierras del marqués. Cuando la casa apareció ante ellos, Anna suspiró aliviada.
—Dios, cómo detesto este lugar —dijo él al mismo tiempo.
—¿Por qué? Es donde viven sus hijos.
Él asintió.
—También es donde viven mis recuerdos más amargos.
Ella respiró hondo.
—No piense en el pasado. Solo en el futuro. Solo en lo que nos espera por delante.
Él le puso una mano sobre la suya y su expresión se entristeció.
Cuando llegaron al arco de la entrada, lord Brentmore detuvo los caballos.
—¿Por qué nos detenemos?
Él se volvió a mirarla.
—Para despedirnos.
—¿Se baja aquí?
Una media sonrisa iluminó su cara.
—No, pero Egan Byrne se despide aquí.
E inclinándose la besó en la mejilla.
Anna se volvió a él y le ofreció los labios, temblando de ganas de volver a sentir su sabor.
Brent la besó en la boca, pero sus cuerpos no se rozaron por temor a que la pasión se desbordara.
Cuando se separó, Anna respiró hondo.
—Vuelta a ser el marqués y la institutriz —dijo, entrelazando las manos.
Él la besó una vez más en la mejilla pero no dijo nada, movió las riendas y los animales se pusieron en marcha.
A medida que se acercaban a la casa, el dolor de Anna iba creciendo. Acababa de sufrir otra pérdida: la de un amigo llamado Egan Byrne.
Cuando se pararon ante la puerta, dos lacayos abrieron y salieron a recibirlos. Cal y Dory no tardaron en aparecer a todo correr.
Dory saltó a los brazos de su padre.
—¡Papá, estás en casa!
Él dudó un instante antes de devolverle el abrazo a su hija. Cal se había detenido a poca distancia, como si la timidez le hubiera clavado allí.
—¡Señorita Hill! —exclamó entonces Dory, inclinándose hacia ella.
Lord Brentmore le entregó a la niña y Anna la abrazó haciéndole mil carantoñas mientras el marqués se acercaba a su hijo y lo abrazaba con fuerza.
—Mi niño… te he echado de menos.
Cal se colgó de su cuello.
—Yo también —musitó.
Su padre lo apretó contra el pecho.
—Cal ha hablado con Eppy y con Wyatt mientras no estabais —informó Dory.
—¡Estupendo! —exclamó Anna. Los había echado mucho de menos—. ¿Y qué trastadas habéis hecho mientras hemos estado fuera?
Dory se rio.
—Ninguna.
Su СКАЧАТЬ