Aquiles... un hetero curioso. Gonzalo Alcaide Narvreón
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Aquiles... un hetero curioso - Gonzalo Alcaide Narvreón страница 5

Название: Aquiles... un hetero curioso

Автор: Gonzalo Alcaide Narvreón

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия:

isbn: 9788468529004

isbn:

СКАЧАТЬ es cierto... es raro... Alejandro es un flaco súper masculino; hasta vino a jugar con nosotros algunas veces y me parece que está de novio ¿no? –dijo Aquiles.

      ¡Y eso que tiene que ver boludo! Puede estar de novio, puede estar casado y aún así garchar con tipos... no tiene por qué ser necesariamente amanerado –dijo Marcos.

      –Ah bue... ¡qué moderno! –dijo Aquiles.

      –¡Es así bolas! –contestó Marcos.

      –Es cierto, tenés razón... de todas maneras, quizá sea un familiar, un amigo, que sé yo... alguien que está en algún lugar donde hace mucho calor y estaba solo con ropa interior... Más allá de lo que fuese o de quien fuese esa persona, no me parece correcto que tenga una videoconferencia con alguien que aparezca en ropa interior, al menos, no en la oficina... que lo haga en su casa si quiere –dijo Aquiles.

      –Es cierto, en eso te doy la derecha... Si sucede nuevamente, más allá de la situación incómoda que se producirá, creo que tendremos que decírselo –dijo Marcos.

      –Bueno, nos vemos el lunes –dijo Aquiles, cerrando la conversación.

      Se despidieron y cada uno tomó su camino.

      Noche de sábado

      Aquiles llegó a su departamento, metió dentro del lavarropas la ropa sucia que tenía en su bolso, se quitó las zapatillas y las medias y se dirigió hacia su cuarto, con la intención de dormir un rato antes del horario de la cena.

      Encontró a Marina tirada sobre la cama viendo TV.

      –Hola, amor, lo pasaste bien –dijo Marina.

      –Sí, muy bien, pero estoy muerto –respondió Aquiles.

      –Huy, pensé que íbamos a continuar con lo del bebé –dijo Marina, en tono de burla.

      Aquiles la miró a los ojos, se acercó y le dio un beso en los labios.

      –Ni lo sueñes... si estás caliente, agarrá un juguetito y entretenerte sola; despertame mañana antes del almuerzo –dijo sarcásticamente.

      –Hablé con las chicas mientras ustedes jugaban y tipo nueve estarán por acá... nos juntamos a comer algo... Vienen Marcos con Paula, Adrián con Inés. Félix y Sofía no, por el tema de los nenes y del bebé.

      –¡Noooo! –exclamó Aquiles.

      No porque no le gustara reunirse con sus amigos y con sus mujeres, sino, porque estaba realmente cansado y en sus planes para lo que quedaba del sábado, solo estaba la idea de quedarse en calzones, tirado en la cama y dormir o boludear viendo la TV; pero claramente, mientras ellos jugaban al fútbol, ellas se habían ocupado de planificar la noche, sin importar lo que sus maridos pensaran o quisieran hacer.

      Aquiles apoyó la cabeza en la almohada y cayó en un profundo sueño; no supo más nada, hasta que escuchó conversaciones en el estar y sintió el almohadón arrojado por Adrián desde los pies de la cama, que hacía blanco sobre su cabeza.

      –Dale bello durmiente, levántate y vestite que Inés está con Marina en la cocina y Marcos está subiendo con Paula –dijo Adrián.

      –Huy boludo... estaba profundamente dormido y a estas turras se les ocurrió organizar para juntarnos... –dijo Aquiles.

      –Pensé lo mismo... Llegué a casa con la idea de tirarme y de no moverme más, y salió Inés con la noticia de que ya habían organizado para la noche –dijo Adrián.

      Se escuchó el timbre de la puerta. Marina fue a abrir y Marcos y Paula se unieron al grupo.

      Se lo escuchó a Marcos preguntando “¿Dónde están las bestias...?” refiriéndose a Adrián y a Aquiles. En menos de un minuto, ingresaba al cuarto de Aquiles, se zambullía sobre la cama y lo abrazaba...

      Tenían esa confianza, esos códigos de una amistad que había surgido en la infancia y que permanecía hasta ahora.

      –¿Y potrillo? ¿te atacó nuevamente Marina? –preguntó Marcos, sonriendo.

      –Ja ja ja... me lo insinuó, pero creo que fue en broma... de todas maneras, apoyé la cabeza en la almohada y me quedé frito –respondió Aquiles, que se levantó y se puso una bermuda.

      Se dirigieron los tres hacia el estar, donde estaba sus mujeres conversando acaloradamente.

      –Hola, chicas –dijo Aquiles.

      Aquiles y Adrián se acercaron para saludar a Paula.

      –Qué cara de dormido el señor –dijo Inés.

      –Y... si... estaba profundamente dormido... mucho trabajo, mucho deporte, mucha actividad –contestó Aquiles.

      –Nena, dale un poco de respiro que lo vas a matar –comentó burlonamente Paula, dirigiéndose a Marina.

      Todos sonrieron.

      Aquiles se quedó pensando si Marina ya les había contado sobre la decisión de comenzar con el intento de quedar embarazados, tema sobre el que habían vuelto a hablar recién a la mañana.

      Lo que sí tenía claro, es que entre ellas hablaban sin tapujos sobre sus vidas sexuales, por lo que, obviamente, hablaban sobre los gustos y preferencias de sus respectivos maridos.

      ¿Vino o cerveza? –preguntó Aquiles.

      –Depende de que pidamos para comer... –respondió Adrián.

      –¿Sushi, pizza, empanadas? –planteó Marcos.

      La mayoría votó por empanadas, que decidieron acompañar con cerveza.

      –En la cocina dejé una tabla de quesos y de fiambres –dijo Marcos.

      Los hombres fueron hacia la cocina a buscar cervezas y a abrir la picada que había traído Marcos, mientras que las mujeres se quedaron en el estar, chusmeando y haciendo el pedido de empanadas. Ya sabían de memoria que quería cada quien. Años de reunirse y de compartir diversos momentos de la vida.

      –Che, contale a Adrián lo que pasó en la oficina con Alejandro –dijo Aquiles, dirigiéndose a Marcos.

      – ¿Quién es Alejandro? –preguntó Adrián.

      –Un empleado que tenemos –contestó Aquiles.

      –Nada... Salí de mi oficina y vi que estaba con una videoconferencia y que del otro lado había un flaco desnudo... va, en ropa interior... Pero después lo cuento bien delante de las chicas a ver qué opinan –dijo Marcos.

      –Pero ¿es puto? –preguntó Adrián.

      –No, va, que sé yo si es puto o no –dijo Marcos.

      –Pero pará... ¿Es el mismo Alejandro que alguna vez vino a jugar fútbol con nosotros? –preguntó Adrián.

      –El mismo –respondió Aquiles.

СКАЧАТЬ