Aquiles... un hetero curioso. Gonzalo Alcaide Narvreón
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Название: Aquiles... un hetero curioso

Автор: Gonzalo Alcaide Narvreón

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия:

isbn: 9788468529004

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СКАЧАТЬ con algo de ropa deportiva extra y ropa interior, por si luego del partido decidía ducharse en el vestuario.

      Las canchas quedaban no muy lejos de su casa, por lo que aún tenía margen de tiempo como para llegar a horario.

      Vio que Marina ingresaba al baño y que se metía bajo la ducha. Se despidió y fue hacia la cocina para agarrar de la heladera un par de botellas de bebida isotónica que puso dentro de su bolso. Agarró las llaves de su auto, la billetera y salió rumbo al encuentro con sus amigos.

      Era una espléndida tarde primaveral, sin viento y con el cielo absolutamente despejado.

      Aquiles manejó distendido, disfrutando del día, estacionó su auto dentro del complejo y se unió al grupo que ya estaban dentro de la cancha.

      Años más, años menos, todos habían pasado los cuarenta, algunos estaban en forma como Aquiles y otro no tanto.

      Jugaron durante hora y media, con algunos goles, algunos roces y bastantes bromas que se hacían entre ellos. Era un grupo que se encontraba para entretenerse, sin el afán desmedido por ganar, por lo que solía ser un momento de encuentro entretenido, que utilizaban como una excusa para juntarse.

      Terminó el partido, se despidieron y Aquiles se quedó tomando algo con Félix, con Adrián y con Marcos, sus tres amigos de la infancia.

      –Estoy molido –dijo Aquiles.

      –Vamos... no corriste tanto hoy –comentó Félix.

      –Me parece que este está molido por otra cosa, miren la cara demacrada que tiene –dijo Adrián.

      Los cuatro rieron.

      –Dale, contá –dijo Marcos

      Esbozando una sonrisa y con un gesto de vergüenza, Aquiles, blindado por la confianza que se tenían y por el hecho de haberse contado siempre todo, comenzó a relatarles con lujo de detalles los episodios sexuales que había tenido con su mujer, desde el viernes a la noche, hasta lo sucedido hacía apenas un rato, antes de ir a jugar.

      –Uy boludo... tu mujer te está consumiendo –dijo Adrián riendo.

      –Lo estás pasando bomba, que afortunado... yo, con el tema de la cuarentena, hace treinta días que no la pongo; solo pajas bajo la ducha –comentó Félix.

      –Mirá como se te puso la chota –dijo Marcos, dirigiéndose a Félix, que estaba sentado con ambas piernas abiertas y a quien se le marcaba notablemente el bulto y el pene erecto por debajo del short.

      Ante el comentario de Marcos, Aquiles no había podido evitar el clavar su vista en el paquete de su amigo. Nunca antes había prestado atención a ese tipo de cosas.

      –Y ¡que querés! Yo sin ponerla desde hace un mes y Aquiles contando con lujo de detalles las sesiones de sexo que tiene con Marina... Cuatro polvos en menos de 24 horas como si fuese un adolescente... envidiable –dijo Félix.

      –Es cierto; yo, cuatro polvos por mes y si tengo suerte –comentó Marcos riendo.

      –Che, ¿se van a duchar acá? Yo estoy muy chivado y no quiero meterme en el auto así –dijo Adrián.

      –Yo me voy rápido a casa, que está Sofi sola con los nenes y con el bebé... además, no me voy a poner en bolas en el vestuario con la chota dura como me la dejó este guacho con sus relatos –dijo Félix, que agarró sus cosas, saludó y se dirigió hacia su auto.

      –Dale, te hago pata –dijo Aquiles.

      –Yo también, así ya llego a casa limpito –dijo Marcos.

      Agarraron los bolsos y se dirigieron hacia el vestuario, donde se cruzaron solo con dos flacos que ya estaban saliendo de las duchas.

      Se quitaron la ropa y fueron hacia las duchas. Marcos y Adrián se ubicaron en cubículos contiguos y Aquiles en uno enfrentado al de ellos.

      Más allá de las jodas propias durante la juventud compartida, Aquiles nunca había prestado demasiada atención en los miembros de sus amigos. No sabía bien por qué, si quizá por el reciente episodio de la erección de Félix o por qué, pero mientras sus amigos estaban lavándose las cabezas y mantenían los ojos cerrados, clavó su mirada en ambos paquetes. Por cierto, notó que las dimensiones de su pene, superaban ampliamente a las del miembro de Marcos y eran similares a las del miembro de Adrián.

      Comenzó a lavarse la cabeza y cerró los ojos.

      –Encima, flor de pija tiene este turro... buen lomo, fachero y portando semejante caño –comentó Marcos, desde la ducha de enfrente.

      –Es cierto... completito el hombre y afortunada Marina... por eso es que garcha tan seguido –agregó Adrián.

      Aquiles solo atinó a sonreír y más allá de que no se sentía muy cómodo con los comentarios, respondió:

      No solo el tamaño es lo importante... lo importante es como se usa y como se acompaña con la lengua.

      –Para boludo... no comiences con tus relatos, que vamos terminar con la chota dura en medio del vestuario y va a ser un papelón –dijo Adrián.

      Los tres rieron, terminaron de ducharse y fueron hacia los bancos para vestirse. Aquiles se sentó y apoyo su espalda contra la pared.

      –Realmente, estoy cansado.... Creo que llego a casa, me meto en la cama y no me despierto hasta mañana –dijo Aquiles.

      –Por lo que contaste, eso sucederá solo si Marina te deja –comento Adrián.

      –No, que ni lo sueñe... no se me para más ni con un cricket –respondió Aquiles.

      Se terminaron de vestir, fueron hasta el estacionamiento y se despidieron.

      Aquiles estaba por ingresar a su auto, cuando Marcos le gritó:

      Ah... pará que te quería comentar algo que sucedió en la oficina y que ayer no pude hacerlo.

      –Si son temas de trabajo, mejor no... ahora no quiero saber nada de trabajo –contestó Aquiles.

      –No, no... tiene que ver con la oficina, pero no es nada relacionado con lo laboral –respondió Marcos, acercándose hacia el auto de Aquiles.

      Aquiles permaneció parado al lado de la puerta abierta de su auto, esperando a que Marcos se acercara.

      –Sabés que, ayer al mediodía, cuando se habían ido todos a almorzar, salí de mi oficina y vi que Alejandro tenía abierta una ventana de videochat, en la que se veía a un tipo en ropa interior... Me resultó una situación medio incómoda, por lo que me hice el boludo y volví a entrar en mi despacho sin que él se diera cuenta –comentó Marcos.

      –Me jodes –dijo Aquiles.

      –No boludo, yo también me quedé sorprendido... la verdad, es que no quise decirle nada para no incomodarlo, pero me pareció extraño –dijo Marcos.

      –Y... la verdad es que si... Además, es un empleado nuestro y no debería estar utilizando horario laboral para hacer esas cosas –dijo Aquiles.

      –La СКАЧАТЬ