Si Ella Viera . Блейк Пирс
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СКАЧАТЬ no sirvió para nada, mamá —dijo.

      —Lissa, lo siento tanto. ¿Pero qué diablos se suponía que debía hacer?

      —Bueno, a mi entender, la gente permanece retirada una vez que se ha retirado. ¡Quizás deberías intentarlo!

      —No es tan fácil —replicó Kate.

      —Oh, lo sé, mamá —dijo Melissa—. Eso nunca lo fue contigo.

      —Eso no es justo...

      —Y no creo que esté molesta porque cortaste una noche de relax. Eso no me importa. No soy así de egoísta. A diferencia de algunos, estoy molesta porque tu trabajo —que se supone habías dejado hace más de un año, piensa en ello— continúa pesando más que tu familia. Incluso después de tantas cosas... después de Papá...

      —Lissa, no nos hagamos esto.

      Melissa levantó el asiento de bebé con una delicadeza ausente en su voz y en la rigidez de su postura.

      —Estoy de acuerdo —replicó Melissa—. No nos lo hagamos.

      Y diciendo eso, salió por el frente, dando un portazo.

      Kate alargó la mano al picaporte pero se detuvo. ¿Qué iba a hacer? ¿Iba a continuar la discusión afuera, en el patio? Además, conocía bien a Melissa. Al cabo de unos días se habría tranquilizado y de hecho escucharía el otro lado de la historia. Aceptaría incluso las disculpas de su madre.

      Kate se sintió como una traidora al tomar su teléfono. Al llamar a Durán, este le informó que había anticipado que ella se presentaría de todas formas. De momento, tenía a alguien de la Policía Estatal de Virginia asignado para encontrarse con ella y DeMarco a las 4:30 de la mañana, en Whip Springs. En cuanto a DeMarco, había salido de Washington hacía media hora en un auto de la agencia. Llegaría a casa de Kate hacia la medianoche. Kate se dio cuenta de que pudo haberse quedado con Michelle hasta la hora de las once en punto originalmente planeada, y haber evitado la confrontación con Melissa. Pero no podía detenerse en eso ahora.

      Lo repentino de todo había tomado a Kate algo desprevenida. Incluso aunque el último caso que había tomado pareció haber salido de la nada, al menos había tenido una especie de estructura estable. Pero había pasado tiempo desde que le habían asignado un caso a una hora como esa. Era intimidante pero también estaba muy excitada —tanto, como para ser capaz de poner en el fondo de su mente la cólera de Melissa.

      Con todo, mientras arreglaba un bolso esperando que llegara DeMarco, un pensamiento la atravesó. Y es eso mismo —tu capacidad para hacer a un lado todo en aras del trabajo —lo que causaba tantos problemas entre ustedes dos en primer lugar.

      Pero ese pensamiento fue hecho a un lado con facilidad.

      CAPÍTULO TRES

      Una de las muchas cosas que Kate había aprendido con respecto a DeMarco, en el transcurso del último caso, era que ella era puntual. Era un rasgo que recordó al escuchar que tocaban la puerta a las 12:10.

      No recuerdo la última vez que recibí una visita tan tarde, pensó. ¿Sería en la universidad, quizás?

      Camino hacia la puerta, llevando consigo su único bolso empacado. Pero cuando abrió la puerta, vio que DeMarco no tenía intención de salir corriendo a la escena del crimen.

      —A riesgo de parecer grosera, realmente necesito usar tu baño —dijo DeMarco—. Beberme dos Coca-Colas para mantenerme despierta fue una mala idea.

      Kate sonrió y se hizo a un lado para dejar entrar a DeMarco. Dada la velocidad y urgencia que Durán le había comunicado con sus llamadas telefónicas, la brusquedad de DeMarco era la clase de inesperada salida cómica que necesitaba. La hacía también sentir confortable el saber que incluso después de casi dos meses sin verse, ella y DeMarco retomaban el mismo nivel de cómoda confianza que habían compartido antes de separarse al término de su último caso.

      DeMarco salió del baño unos minutos después con una sonrisa de embarazo en su rostro.

      —Y buenos días para ti —dijo Kate. Quizás fue por la ingesta de caféína, pero DeMarco no se veía para nada cansada, aparentemente no la perturbaba lo temprano de la hora.

      DeMarco miró su reloj y asintió. —Sí, supongo que es de día.

      —¿Cuándo te llamaron? —preguntó Kate.

      —Alrededor de las ocho o las nueve, supongo. Hubiera partido más temprano, pero Durán quería estar cien por ciento seguro de que vinieras a bordo.

      —Lo siento —dijo Kate—. Estaba cuidando a mi nieta por primera vez.

      —Oh no. Wise… qué mal. Siento que esto lo esté fastidiando.

      Kate se encogió de hombros e hizo un gesto con la mano. —Todo está bien. ¿Estás lista para arrancar?

      —Sí. Recibí varias llamadas en el camino mientras esto era manejado por los chicos allá en Washington. Tenemos programada una reunión con uno de los hombres del Departamento de la Policía Estatal de Virginia, a las cuatro y treinta en la residencia Nash.

      —¿La residencia Nash? —preguntó Kate.

      —La última pareja en ser asesinada.

      Se encaminaron a la puerta principal. Ya de salida, Kate apagó las luces de la sala y tomó su bolso. Estaba excitada con lo que podría esperarles más adelante, pero también sintió que estaba dejando su casa de una manera más bien alocada. Después de todo, solo hacía unas horas, su nieta de dos meses dormitaba en su cama. Y ahora aquí estaba ella, a punto de dirigirse a una escena del crimen.

      Vio el sedán del Buró aparcado delante de su casa, a lo largo del borde de la acera. Parecía irreal, pero al mismo tiempo tentador.

      —¿Quieres conducir? —preguntó DeMarco.

      —Seguro —dijo Kate, preguntándose si la agente más joven le estaba haciendo esa oferta como una muestra de respeto, o simplemente porque quería tomar un descanso después de haber conducido.

      Kate se puso detrás del volante mientras DeMarco buscaba la ruta para llegar a la localidad del asesinato más reciente. Era en el pueblo de Whip Springs, Virginia, una minúscula población al pie de las Montañas Azules, justo en las afueras de Roanoke. Charlaron un rato de sus cosas —Kate contándole a DeMarco lo que se sentía al ser abuela, mientras DeMarco permanecía mayormente en silencio, mencionando solo otra relación fallida luego que su compañera la había dejado. Esto resultó una sorpresa, porque Kate no había etiquetado a DeMarco como lesbiana. En todo caso, demostraba que realmente necesitaba conocer a la mujer que era más o menos su pareja. Lo de la puntualidad lo había captado. Lo de la homosexualidad, se le había escapado. ¿Qué diablos decía eso acerca de ella como pareja?

      Al acercarse a la escena de crimen, DeMarco repasó los reportes relativos al caso que Durán les había enviado. Mientras ella los leía, Kate se mantenía atenta al despunte del sol en el horizonte, pero nada se vislumbraba.

      —Dos parejas de edad —dijo DeMarco—. Lo siento… una llegando a los sesenta… sin ofender.

      —Nada СКАЧАТЬ