Si Ella Viera . Блейк Пирс
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СКАЧАТЬ que Allen estaría como para eso, sin embargo? —preguntó Clarissa.

      —No lo sé —respondió Kate, intentando imaginar a Allen con un bebé. Habían estado saliendo desde que Kate y su nueva compañera, DeMarco, habían cerrado el caso de un asesino en serie aquí en Richmond—el mismo caso que había acabado con la vida de la hija de Debbie Meade. No habían hablado en realidad del futuro: no habían dormido juntos y en raras ocasiones se dejaban llevar por el contacto físico. Estaba disfrutando el tiempo que pasaba con él, sin embargo, pero el pensamiento de incorporarlo a su faceta como abuela la incomodaba.

      —¿Las cosas van bien entre ustedes? —preguntó Clarissa.

      —Eso creo. Todavía el asunto de las citas me parece extraño. Soy demasiado vieja para salir en una cita, ¿sabes?

      —Diablos no —dijo Jane—, no me malinterpretes… amo a mi esposo, mis hijos, y mi vida en general. Pero daría lo que fuera por volver a estar en una escena así solo? Por un rato, ¿sabes? Lo extraño. Conocer a otras personas, compartir el primer...

      —Si, supongo que eso es muy lindo —admitió Kate—. Allen halla tambien extraña la idea de las citas. Nos hemos divertido juntos, pero... se vuelve algo extraño cuando las cosas comienzan a derivar hacia el lado romántico.

      —Blablabla —dijo Clarissa—, ¿pero piensas en él como en un novio?

      —¿En verdad estamos teniendo esta conversación? —preguntó Kate, comenzando a sentir que se estaba ruborizando un poco.

      —Sí —dijo Clarissa—, nosotras, viejas señoras casadas, necesitamos vivir indirectamente a través de ti.

      —Y eso también aplica a tu especie de trabajo —dijo Jane—. ¿Cómo te está yendo?

      —No han llamado en dos semanas, y la última vez fue solo para ayudar en una investigación. Lo siento, chicas... no es tan aventurero como ustedes esperan que sea.

      —¿Así que vuelves a ser jubilada? —preguntó Clarissa.

      —Básicamente. Es complicado.

      Ese comentario finalizó el interrogatorio y ellas volvieron a hurgar los tópicos domésticos —nuevas películas, un festival musical en la ciudad, las construcciones en la Interestatal, y así sucesivamente. Pero la mente de Kate se había quedado enganchada en el tema del trabajo. Era consolador saber que el Buró todavía estaba considerándola como un recurso, pero ella había estado esperando un rol más activo luego de haber atado los cabos en el último caso. Sin embargo, hasta ahora solo había sabido del Subdirector Durán una sola vez, y eso fue para pedirle un reporte de desempeño sobre DeMarco.

      Sabía lo extraño que le parecía a sus amigas que ella fuera todavía técnicamente una agente activa mientras se metía en su rol como abuela. Diablos, era extraño para ella también. Añádase el lento florecimiento de la relación con Allen y era de suponer que su vida fuera bastante interesante para ellas.

      Honestamente, se consideraba afortunada. Cumpliría cincuenta y seis años a fin de mes y sabía que muchas mujeres de su edad estarían envidiosas de la vida que tenía. Siempre se decía esto cuando sentía la apremiante necesidad de estar más activa en el trabajo. Y en algunos días, eso funcionaba.

      E igual que cuando eso sucedía, con su nieta viniendo a visitarla por primera vez desde su nacimiento, hoy era uno de esos días.

      ***

      Una cosa que hacía difícil equilibrar su nuevo rol como abuela con su deseo de meter las manos en otro caso era el tratar de pensar como abuela. Esa tarde, dejó su casa y se fue caminando hasta las pequeñas y económicas tiendas en el distrito Carytown de Richmond. Sentía que tenía que conseguir un regalo para Michelle a fin de celebrar su primera noche en casa de la Abuela.

      Fue difícil hacer a un lado armas y sospechosos para enfocarse en su lugar en animales de felpa y baberos. Pero mientras registraba unas tiendas, se fue haciendo algo más fácil. Encontró que en realidad disfrutaba comprar para su nieta, aunque esta no tuviera siquiera dos meses y, honestamente, no le importaría cualquier regalo que ella le diera. Encontró difícil no tomar cada cosa linda que encontraba y comprarla. Después de todo, ¿no era la responsabilidad de una abuela malcriar a sus nietos?

      Al pagar sus compras en la tercera tienda que visitó, recibió un texto. No tardó en revisarlo. En las últimas semanas, surgía una pequeña esperanza cada vez que recibía una llamada o un texto, pensando que podría ser Durán o alguien más del Buró. Se reprendió mentalmente al sentirse decepcionada porque no era del Buró sino de Allen. Una vez que se sobrepuso al aguijón de no haber sido llamada por el Buró, se dio cuenta de que estaba feliz por saber de él —de hecho, estaba siempre feliz por saber de él.

      —Allen, tienes que ayudarme —bromeó al contestar—. Visito las tiendas por Michelle y le quiero comprar todo lo que veo. ¿Es eso normal?

      —No sé —dijo Allen—. Ninguno de mis hijos se ha establecido y me ha hecho abuelo.

      —Aprende de mí. Empieza a ahorrar.

      Allen rió, un sonido que a Kate iba gustándole un poco.—¿Así que esta noche es la gran noche, eh?

      —Lo es. Y sé que ya crié a una hija y sé lo que tengo que esperar, pero estoy un poco aterrada.

      —Ah, estarás grandiosa. Quieres hablar de lo que es estar aterrado... Voy a salir con mis muchachos a tomar unos tragos esta noche. Y no he bebido más de dos de una sola sentada como en cinco años.

      —Que te diviertas con eso.

      —Me estaba preguntando si querrías que nos encontraramos mañana para cenar. Podemos compartir nuestras historias de supervivencia de esta noche.

      —Eso me gustaría. ¿Quieres venir a mi casa como a las siete?

      —Suena como un plan. Diviértete esta noche. ¿Todavía la pequeña Michelle duerme toda la noche?

      —No lo creo.

      —Ouch —dijo Allen, y dio por finalizada la llamada.

      Kate guardó el teléfono, balanceando las bolsas de las compras que había hecho. No pudo evitar sonreír. Estaba parada bajo el sol en su lado favorito de la ciudad, habiendo simplemente ido de compras, por su nieta de dos meses, y a quien estaría cuidando esa noche. Dada la manera como se estaba desenvolviendo su día, ¿realmente quería que el Buró la llamara después de todo?

      Iba caminando de regreso a su casa —un paseo de tres cuadras desde el lugar donde respondió a la llamada de Allen —cuando vio a una pequeña niña con una camiseta de My Little Pony. Estaba caminando con su madre, cogidas de la mano, a solo unos pasos de ella yendo en su dirección. Tenía cinco o seis años, con su cabello recogido en una cola que solo el cuidado de una madre podía crear. Tenía ojos azules y una nariz terminada en punta que la hacía ver más bien como un duendecillo. Fue esa característica la que envió un pinchazo de desesperación al corazón de Kate.

      Una imagen relampagueó en su mente, la de una pequeña niña que se veía casi idéntica a esta. Pero en esta imagen, la pequeña tenía tierra y mugre en su cara, y estaba llorando. Las luces de las patrullas policiales destellaban detrás de ella.

      La imagen era tan fuerte que Kate dejó de caminar СКАЧАТЬ