La Senda De Los Héroes . Морган Райс
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СКАЧАТЬ solo de la oscuridad o el frío – era otra cosa.  Algo que no podía nombrar.  Era una sensación de ser observado.

      Thor miró hacia arriba, hacia las antiguas ramas, nudosas, más gruesas que él, balanceándose y crujiendo en la brisa.  Apenas había dado cincuenta pasos en el bosque cuando empezó a escuchar ruidos de animales extraños. Se dio media vuelta y apenas podía ver la entrada de donde había llegado; ya se sentía como si no hubiera salida. Dudó.

      Darkwood siempre había estado en la periferia de la ciudad y en la periferia de la mente de Thor, como algo profundo y misterioso.  Cualquier pastor que hubiera perdido una oveja en el bosque nunca se habría atrevido a ir tras ella.  Incluso su padre.  Los cuentos acerca de este lugar eran demasiado oscuros, demasiado persistentes.

      Pero había algo diferente ahora, que hacía que a Thor ya no le importara, que le hacía dejar a un lado la precaución.  Una parte de él quería llegar al límite, para ir lo más lejos posible de su casa y para dejar que la vida lo llevara a donde fuera.

      Se aventuró más lejos, después se detuvo, inseguro de qué camino seguir.  Se dio cuenta de las marcas, de ramas dobladas por donde su oveja debió haber pasado, y se dirigió hacia esa dirección.  Después de algún tiempo, se volvió de nuevo.

      Antes de que otra hora hubiera pasado, estaba perdido sin remedio. Estaba tratando de recordar la dirección por donde llegó—pero no siempre estaba seguro. Tuvo un sentimiento de inquietud en su estómago, pero pensó que la única salida era ir hacia adelante, y eso fue lo que hizo.

      A lo lejos, Thor vio un rayo de sol y se dirigió hacia él.  Al verse ante un pequeño claro, se detuvo en el borde, arraigado, no podía creer lo que veía ante él.  A lo lejos, Thor vio un rayo de luz y fue hacia él. Se encontró frente a un pequeño claro, se detuvo en el borde—no podía creer lo que vio ante él.

      Ahí, de pie, de espaldas a Thor, vestido con una larga túnica azul satinada, estaba un hombre. No, no era un hombre.  Thor podía sentirlo desde ahí.  Era algo más.  Un Druida, tal vez.  Estaba de pie, alto y erguido, la cabeza cubierta con una capucha, perfectamente inmóvil, como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo.

      Thor no sabía qué hacer.  Había oído hablar de los Druidas, pero nunca se había encontrado con uno.  Por las marcas en su túnica y el elaborado ajuste del oro, éste no era un simple Druida: esas eran las marcas reales.  De la Corte del Rey.  Thor no podía entenderlo.  ¿Qué estaba haciendo un Druida real ahí?

      Después de lo que pareció una eternidad, el Druida se volvió lentamente y se encaró con él y mientras lo hacía, Thor reconoció el rostro.  Se quedó sin respiración.  Era uno de los rostros más famosos del reino: el druida personal del rey.  Argon, consejero de los reyes del reino oeste, durante siglos.  Lo que estaba haciendo aquí, lejos de la Corte Real, en el centro de Darkwood, era un misterio. Thor se preguntó si lo estaba imaginando.

      “Tus ojos no te engañan”, dijo Argon, viendo directamente a Thor.

      Su voz era grave, antigua, como si fueran dichas por los mismos árboles.  Sus ojos grandes y translúcidos parecían perforar a Thor, resumiéndolo. Thor sintió una intensa energía que irradiaba del Druida, como si estuviera de pie frente al sol.

      Thor inmediatamente se arrodilló e inclinó la cabeza.

      “Mi señor”, dijo él. “Lamento haberlo molestado”.

      La falta de respeto hacia el consejero del rey, daría lugar a ir a prisión o a morir. Ese hecho se había arraigado en Thor desde que nació.

      “Levántate, hijo”, dijo Argon. “Si quisiera que te arrodillaras, te lo habría dicho”.

      Lentamente, Thor se levantó y lo miró. Argon se acercó unos pasos. Se detuvo y miró a Thor, hasta que lo hizo sentir incómodo.

      “Tienes los ojos de tu madre”, dijo Argon.

      Thor se sorprendió.  Nunca había conocido a su madre y nunca había conocido a nadie, además de su padre, que la conociera.  Le habían dicho que ella había muerto en el parto, algo de lo que Thor siempre se había sentido culpable. Siempre había sospechado que era por eso que su familia lo odiaba.

      “Creo que me está confundiendo con otra persona”, dijo Thor. “Yo no tengo una madre”.

      “¿No la tienes?”, Argon preguntó con una sonrisa. “¿Naciste de un hombre?”.

      “Quiero decir que mi madre murió en el parto. Creo que me confunde”.

      “Eres Thorgrin, del clan McLeod. El más joven de cuatro hermanos. El que no fue elegido”.

      Thor abrió bien los ojos.  No sabía que pensar de eso.  Que alguien de la estatura de Argon supiera quién era él—era más de lo que podía entender. Ni siquiera pensaba que él fuera conocido por alguien fuera de la aldea.

      “¿Cómo…sabe eso?”.

      Argon le sonrío, pero no respondió.

      Thor se llenó de curiosidad.

      “¿Cómo…?” Thor añadió, buscando a tientas las palabras. “¿Cómo conoce a mi madre? ¿La ha conocido? ¿Quién era ella?”.

      Argon se dio media vuelta y se alejó.

      “Son preguntas para otro momento”, dijo él.

      Thor lo vio alejarse, desconcertado.  Fue un encuentro tan vertiginoso y misterioso, y todo estaba ocurriendo tan rápido. Decidió que no podía dejar que se fuera Argon, y corrió tras él.

      “¿Qué está haciendo aquí?”, preguntó Thor, corriendo para alcanzarlo. Argon, usando su bastón, una cosa antigua de marfil, caminó engañosamente rápido. “No me esperabas, ¿verdad?”.

      “¿Quién más?”, preguntó Argon.

      Thor se apresuró a alcanzarlo, siguiéndolo en el bosque, quedando atrás el claro.

      “¿Pero por qué yo? ¿Cómo supo que vendría? ¿Qué es lo que quiere?”.

      “Son demasiadas preguntas”, dijo Argon. “Llenas el aire. Mejor deberías escuchar”.

      Thor siguió mientras continuaban caminando por el espeso bosque, haciendo lo posible por permanecer callado.

      “Viniste a buscar a tu oveja perdida”, dijo Argon. “Es un noble esfuerzo. Pero pierdes tu tiempo.  Ella no sobrevivirá”.

      Los ojos de Thor se abrieron asombrados.

      “¿Cómo lo sabe?”.

      “Conozco mundos que nunca verás, muchacho.  O al menos, no todavía”.

      Thor estaba asombrado, mientras caminaba para alcanzarlo.

      “Pero no escucharás. Esa es tu naturaleza. Testarudo. Igual que tu madre. Continuarás buscando a tu oveja, decidido a rescatarla”.

      Thor se sonrojó mientras Argon leía sus pensamientos.

      “Eres un guerrero”, añadió. “Empecinado. Demasiado orgulloso. Son rasgos positivos. Pero un día puede ser tu perdición”.

      Argon comenzó a caminar hacia una cresta СКАЧАТЬ