Antes De Que Cace . Блейк Пирс
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Antes De Que Cace - Блейк Пирс страница 6

СКАЧАТЬ de él,” dijo.

      Sacaron el coche de su aparcamiento, en dirección a la interestatal. Los dos guardaron silencio, un silencio casi respetuoso por la viuda doliente con la que acababan de hablar.

***

      Estaban de regreso en la oficina de campo justo en el momento que los oficinistas estaban disponiéndose a terminar su jornada. Mackenzie se preguntó cómo sería eso de que un reloj organizara tu tiempo en vez de que lo hicieran las preocupaciones acuciantes que solían llegar con los macabros casos que le solían asignar. No creía que pudiera manejarlo.

      Ellington y ella se reunieron con Penbrook en la misma sala de conferencias que habían visitado por la mañana. Había sido una larga jornada, que el vuelo tempranero desde DC había hecho comenzar muy temprano. No obstante, sabiendo cuál era el siguiente paso en el proceso, Mackenzie se sentía revitalizada y preparada para ponerse de nuevo en marcha.

      Pusieron al día a Penbrook contándole su conversación con Kim Scotts y les llevó algún tiempo revisar los albaranes que les había dado. Lo hicieron con rapidez, casi como un ejercicio obligado.

      “¿Qué hay por aquí en el frente local?” preguntó Ellington. “¿Alguna novedad?”

      “Ninguna,” dijo Penbrook. “Con toda honestidad, me encantaría escuchar lo que tenéis vosotros. Entiendo que este caso te toca de cerca, agente White. ¿Cuál es nuestro siguiente paso?”

      “Quiero ir al condado de Morrill. Allí es donde mataron tanto a mi padre como a Jimmy Scotts. Y como parece que la muerte de mi padre parecer haber sido la primera de esta serie, creo que es el mejor lugar por donde empezar.”

      “¿En busca de qué, exactamente?” preguntó Penbrook.

      “Todavía no lo sé.”

      “Pero no te dejes engañar por eso,” le dijo Ellington. “Consigue algunos de sus mejores resultados cuando entra a por ello sin ninguna idea de lo que está buscando.”

      Mackenzie le lanzó una sonrisa maliciosa y volvió su atención hacia Penbrook. “Crecí en un pueblo que se llama Belton. Voy a empezar por allí. Sabré cuál es el siguiente paso cuando se presente.”

      “Si eso es lo que quieres hacer, no intentaré disuadirte,” dijo Penbrook. “Pero el condado de Morrill está a cuánto… ¿seis horas de distancia?”

      “No me importa conducir,” dijo Mackenzie. “Estaré bien.”

      “¿Cuándo vas a salir hacia allá?”

      “Quizá pronto. Si puedo salir de aquí para las seis, eso me colocaría en Belton para la medianoche.”

      “En fin, feliz viaje entonces,” dijo Penbrook. Parecía decepcionado y un poco disgustado. Mackenzie asumió que eso se debía a que tenía la impresión de que Ellington y ella iban a estar a su lado hasta que se solucionara este caso.

      Sin pretender ocultar sus sentimientos en lo más mínimo, Penbrook se dirigió hacia la puerta. Mirando de soslayo por encima de su hombro a donde estaban ellos, les hizo un gesto mecánico. “Hacednos saber si necesitáis cualquier cosa.”

      Cuando Penbrook ya había cerrado la puerta al salir, Mackenzie soltó un suspiro. “Guau,” dijo. “No se tomó eso nada bien, ¿no es cierto?”

      Ellington se tomó un momento para pensar en una respuesta. Cuando por fin dijo algo, su tono de voz era bajo y comedido. “Creo que entiendo a lo que se refiere, la verdad.”

      “¿Cómo dices?” preguntó Mackenzie.

      “Todas las muertes más recientes han tenido lugar alrededor de Omaha. Irse hasta el otro extremo del estado parece una tarea innecesaria.”

      “Todo empezó allí,” dijo ella. “Simplemente tiene sentido.”

      Podía asegurar que él quería salir de su asiento y acercarse a ella—quizá para abrazarla o tomar sus manos entre las suyas. No obstante, él había trabajado de firme para trazar una línea entre lo profesional y su vida amorosa. Por tanto, se quedó en su asiento.

      “Mira,” dijo él. “Entiendo lo mucho que este caso significa para ti. Y te conozco lo suficiente como para saber que no te detendrás hasta que se acabe todo. Y si quieres ir hasta Belton, entonces creo que deberías hacerlo. Pero… creo que quizás necesite quedarme por aquí.”

      Mackenzie ni siquiera había considerado la posibilidad de ir ella sola a su pueblo natal. Lo había hecho hace poco más de un año, pero eso había sido distinto. Por aquel entonces, no había podido contar con el apoyo de Ellington.

      Aparentemente, su dolor y decepción se podían ver en su cara porque entonces Ellington salió de su asiento. Se acercó a ella y se puso directamente delante suyo. Tomó una de sus manos, apretándola ligeramente.

      “Quiero ir, de veras que sí, pero ya hemos cometido este error antes. Nos vamos de viaje a alguna parte que no es central en la investigación para acabar dándonos cuenta a nuestro regreso de que ha sucedido algo monumental. En este caso, no creo que podamos permitirnos hacer eso. Si te sientes impulsada a ir al condado de Morrill, entonces hazlo, pero creo que tengo que quedarme aquí en la oficina de campo. A riesgo de sonar como un imbécil… este caso no se trata solamente de tu padre. También hay varios cuerpos sin vida aquí en Omaha. Cuerpos recientes.”

      Y por supuesto que tiene razón, pensó Mackenzie. Pero, al mismo tiempo… ¿por qué abandonarme cuando más le necesito?

      Sin embargo, asintió. No iba a montarle todo un drama en este momento. O nunca, si podía evitarlo. Además… ¿por qué debería enfadarse con él por separar satisfactoriamente su relación profesional de la emocional? Sin duda, ella no lo estaba haciendo demasiado bien en este momento.

      “Eso tiene sentido,” dijo ella. “Quizá puedas empezar a peinar las calles y a hablar con los demás vagabundos.”

      “Yo estaba pensando lo mismo. Pero mira, Mac… si me quieres a tu lado…”

      “No,” dijo ella. “Estoy bien. Tienes razón. Hagámoslo a tu manera.”

      Odiaba el hecho de que se le notara la decepción en la voz. Sabía que él no dudaba de sus instintos y también sabía que su enfoque de trabajar por separado sería el más beneficioso para el caso. Claro que ella iba a regresar a su hogar natal para enfrentarse a unos demonios que solo había conseguido ignorar pero que nunca había superado del todo. Esta era la primera oportunidad de ponerse a la altura de las circunstancias y mostrarle el tipo de hombre que podía ser para ella.

      Sin embargo, él estaba optando por ser mejor agente que compañero sentimental.

      Mackenzie lo entendía y, cielos, hasta le hacía enamorarse de él un poquito más.

      “No soy estúpido, Mac,” le dijo. “Estás enfadada. Puedo ir contigo. No es para tanto.”

      “No estoy enfadada… no contigo. Es solo que odio la manera en que este caso consigue hacerme sentir como dos personas diferentes. Pero tú tienes razón. Necesitas quedarte aquí.”

      Le dio un besito al extremo de los labios y se dirigió hacia la puerta.

      “¿Y te vas así sin más?”

      “Es mejor que prolongarlo y disgustarme todavía más, ¿no СКАЧАТЬ