Название: Antes De Que Cace
Автор: Блейк Пирс
Издательство: Lukeman Literary Management Ltd
Жанр: Современные детективы
Серия: Un Misterio con Mackenzie White
isbn: 9781094303338
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“Sí, fue un día triste, pero sabíamos que estaba de camino. El cáncer puede ser muy cabrón. Pero… él ya estaba listo para irse. El dolor fue terrible casi al final. “
No había manera de hacer una transición sencilla y, como Mackenzie nunca había considerado el arte de la conversación como su punto más fuerte, hizo lo que pudo por ir al grano sin parecer grosera.
“Por eso he regresado al pueblo, para intentar encontrar más detalles sobre el asesinato de mi padre. El caso se quedó paralizado durante muchísimo tiempo, pero otra serie de asesinatos en otra parte del estado nos han hecho volver a abrirlo. Quería hablar contigo porque parece que eras buena amiga de mi madre. Me preguntaba si hay algo que me puedas decir sobre el estado en el que pudiera haber estado los días justo antes y después de la muerte de mi padre.”
Amy le dio una calada a su cigarrillo y se volvió a sentar en su sillón. Ya no tenía aspecto desconfiado, sino bastante triste.
“Maldita sea, echo en falta a tu madre. ¿Cómo anda ella?”
“No lo sé,” dijo Mackenzie. “No hemos hablado en más de un año. Hay algunos asuntos por resolver entre nosotras, como puedes imaginar.”
Amy asintió. “¿Llegó a salir alguna vez de esa… residencia?”
Quiere decir del pabellón psiquiátrico, pensó Mackenzie. “Sí. Y entonces se buscó un apartamento en alguna parte y empezó a vivir su vida por su cuenta. Como que nos dejó a Stephanie y a mí de lado.”
“Cuando murió tu padre, fue muy duro para ella,” dijo Amy. “El hecho de que ella estuviera allí mismo, en el sofá, cuando sucedió todo—pudo con ella.”
Sí, también me dejó bastante hecha polvo a mí, pensó Mackenzie. “Sí, todos pasamos por eso. ¿Alguna vez te dijo mamá algo sobre aquella noche? ¿Quizá cosas que vio o que escuchó?”
“No que yo recuerde. Sé que le acosaba la idea de que la puerta debía haber estado abierta—que la persona que entró y mató a tu padre entró sin problemas a la casa. Le asustaba muchísimo lo que hubiera podido sucederte a ti o a tu hermana.”
“Y así fue,” dijo Mackenzie. “Todos los demás estábamos sanos y salvos. El asesino solo quería a mi padre. ¿Alguna vez compartió mi madre contigo cosas acerca de mi padre que pensaste que eran extrañas? ¿Quizá razones por las que alguien quisiera verle muerto?”
“Francamente, tu madre solamente hablaba de lo guapo que estaba vestido con el uniforme de policía. Le hicieron un detective casi al final, ¿verdad?”
“Así es. Entonces… ¿a mamá le gustaba el hecho de que fuera un policía o le ponía incómoda?”
“Un poco de ambas cosas, creo yo. Estaba muy orgullosa de él, pero siempre estaba preocupada. Es la razón de que bebiera tanto. Siempre estaba preocupada de que le iban a hacer daño y la bebida era su manera de manejar el estrés.”
“Ya veo…”
“Mira, ya sé que algunos de los rumores que corren por el pueblo no son muy bonitos, pero lo cierto es que tu madre amaba a tu padre. Le quería mucho. Él se desvivió por apoyarla. Al principio cuando se hizo policía y apenas les daba para pagar gastos, consiguió un préstamo y compró este diminuto edificio de apartamentos fuera del pueblo. Trató de ser un casero durante unos dos años y aquello no era para él. Aunque los ingresos eran suficientes como para mantenerles a flote.”
“¿Cuándo fue esto?” preguntó.
“Antes de que llegaras tú, desde luego,” dijo Amy. “Éramos todos tan jóvenes entonces. Dios, no puedo creer que se me olviden algunas de esas cosas con tanta facilidad…”
Mackenzie no pudo evitar sonreír. Así sin más, se acababa de enterar de algo nuevo sobre su padre. Sin duda, quizá él y su madre habían mencionado esta pequeña actividad de casero de pasada, pero si lo habían hecho, ella nunca se había dado por enterada.
“Amy, ¿cuándo fue la última vez que hablaste con mi madre?”
“El día antes de que se marchara a esa residencia. No es por restregarlo, pero hasta entonces creo que ya estaba enfadada contigo, aunque nunca me diera una buena razón del por qué.”
“¿Y dijo algo acerca de mi padre?”
“Dijo que sucedió como en una pesadilla. Dijo que fue su culpa y que debería haber sido capaz de detenerlo. Me imaginé que solo se trataba de culpabilidad por haber estado dormida y no despertarse cuando por lo visto alguien entró a la casa con un arma.”
“¿Alguna otra cosa más en la que puedas pensar?” preguntó Mackenzie.
Hasta mientras Amy consideraba su respuesta, Mackenzie se había quedado pegada a una cosa que había dicho Amy. Debería haber sido capaz de detenerlo.
Parece algo extraño que decir a la luz de lo que sucedió.
Sabe algo. Siempre lo ha sabido y yo he estado demasiado asustada como para preguntarle…
Mierda. Tengo que llamarla.
Finalmente, Amy le respondió: “No, nada que pueda recordar, pero ahora has revuelto mis recuerdos del pasado. Si se me ocurre cualquier otra cosa, no dudes que te lo haré saber.”
“Te lo agradecería,” dijo Mackenzie, entregando a Amy una de sus tarjetas de visita. Salió de la casa, perfectamente feliz de poder volver a respirar el aire fresco. Se dirigió de vuelta a su coche, consciente de que apestaba a humo de cigarrillos, pero todavía contemplando el nuevo pedazo de información que había obtenido acerca de su padre.
Un casero, pensó. ¡No me encaja para nada! Me pregunto si Stephanie lo sabía…
Pero a la cola de este, había otro pensamiento.
Voy a tener que visitar a mi madre. No puedo retrasarlo más.
Este reconocimiento le puso nerviosa al instante. Mientras sacaba el coche de nuevo a la calle Dublín, el mero pensamiento de ver a su madre le puso a la defensiva. Parecía como si un peso se estuviera asentando en su estómago de camino al pueblo, intentando pensar en algo que pudiera hacer para retrasar la inevitable visita a su madre.
CAPÍTULO SIETE
Tenía otra tarea legítima que llevar a cabo antes de atormentarse con más pensamientos sobre su madre. Echó una ojeada a los archivos del caso y sacó la información sobre la autopsia de su padre. Encontró el nombre del forense que había escrito el informe original y se dispuso a localizarle.
Fue bastante fácil. Aunque el forense en cuestión se hubiera jubilado hacía dos años, el condado de Morrill era el tipo del lugar que parecía un agujero negro. Era imposible escaparse de él. Esa era la razón de que hubiera tantas caras familiares en las calles. A nadie se le había ocurrido largarse, irse a algún otro lugar para ver qué les tenía preparado la vida.
Llamó por teléfono al agente Harrison en DC para conseguir la dirección de Jack Waggoner, el forense que había trabajado en el caso de su padre. Obtuvo la dirección en unos cuantos minutos y se puso a conducir hasta otro pueblecito llamado Denbrough. СКАЧАТЬ