Morrigan. Laura Merlin
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Morrigan - Laura Merlin страница 9

Название: Morrigan

Автор: Laura Merlin

Издательство: Tektime S.r.l.s.

Жанр: Детская проза

Серия:

isbn: 9788873047148

isbn:

СКАЧАТЬ carácter dócil, sabes?. El secreto es saber tratarlo, y conocer sus puntos débiles.”

      Â¿Se estaba refiriendo al caballo? No, hablaba de Gabriel.

      â€œÂ¿Por qué me dices esto? No tengo ninguna intención de conocer mejor al caballo.” Dije, seca, cruzando los brazos ofendida.

      â€œVamos, se te cae la baba por él. Lo hicimos todas al llegar a este mundo. Su beso es único.” Y suspiró ante su recuerdo. “Pero habrás notado que se vuelve irascible cuando lo tienes cerca”.

      â€œMe odia, si me gusta una persona no trato de agredirla cada vez que me dice algo.”

      Sonia sonrió. “No entiendes, justamente este es el punto.”

      La miré de boca abierta, Gabriel había sido claro, no me quería a su alrededor, y yo tampoco a él.

      Â¿O tal vez sí?

      Me sonrojé pensando que pudiera surgir algo entre nosotros. Sonia lo notó y bajó la mirada, no quería admitir que tal vez tuviera razón.

      â€œVamos” Me dijo dándome una palmada en el hombro.

      Subió al caballo con una elegancia envidiable. Yo nunca lo hubiera podido hacer de esa manera.

      Detrás de ella subió Sara.

      Faltaba solo yo.

      Me encontré delante de Gabriel. Era como un caballero negro sobre su negro caballo. Y la figura le quedaba muy bien.

      Traté de concentrarme en la silla de montar, y tomé coraje. Si me distraía terminaría con la cola en el piso.

      Â¡Cómo diablos se hacía para subirse allí!

      Necesitaba ayuda pero no lo quería admitir. No quería su ayuda, que me miraba con los brazos cruzados volcado hacia el cuello del caballo con una mirada irritante.

      â€œDale, pon el pie en el estribo” lo escuché aguantando la risa. “Apóyate en mí y te ayudo a subir”

      No encontraba nada de qué reír.

      Bufé y dejé aparte el orgullo de poder subri sola. Coloqué mi pie derecho en el estribo, me agarré de su brazo y con un movimiento ágil y elegante me ayudó a subir.

      Me lo encontré de frente, sus ojos poco distantes de los míos. “Fue fácil, ¿verdad?”

      Me hubiera gustado decirle cuánto lo odiaba, pero me limité a un breve y ácido “Gracias, pero lo habría hecho sola, de todas formas.”

      â€œNo lo dudo” Dijo en tono sarcástico y luego se puso serio de nuevo. “Agárrate a mí, debemos llegar rápido al castillo, cuanto más veloz lo hagamos menos llamaremos la atención.”

      Me agarré a sus costados, a su camiseta justa, lo más fuerte que pude.

      Gabriel se dio vuelta molesto. “Tú no me escuchas.”

      Tomó mis manos y las puso entorno a su cintura. “Ahora no correrás riesgo, agárrate fuerte”, luego se giró y les dijo a las muchachas, “podemos ir”.

      Me encontré pegada contra su espalda. Estábamos yendo a una velocidad increíble, tanto que no podía observar con claridad el paisaje a mi alrededor. Podía apenas distinguir los prados y alguna montaña pero nada más.

      Aún me daba vueltas la cabeza, por lo que decidí cerrar los ojos.

      Sentía el viento en mis cabellos y con los ojos cerrados, parecía que estaba volando.

      Â¡Volar!

      Gabriel era un ángel, tal vez tenía alas. ¿Entonces por qué no las veía? Su espalda era perfecta. Además de los músculos no notaba ninguna otra imperfección. O al menos apoyada en él eso parecía.

      Tuve un flash, en el que vi una figura con un par de alas negras, terroríficas.

      Parpadeé un instante por el miedo, y en ese momento nuestra loca corrida se hizo más lenta.

      Alrededor de mí había un paisaje magnífico, verde.

      Gabriel notó que estaba distraída y para llamar mi atención colocó una mano sobre las mías. Pasó con delicadeza el pulgar sobre mi dorso para avisarme que habíamos llegado.

      Se me detuvo el corazón.

      â€œMira Sofía, ¿no es magnífico este lugar?” Su voz escondía un halo de tristeza, como si aquel lugar le recordara algo pasado, o tal vez me equivocaba. No lo hubiera creído capaz de probar algún sentimiento.

      Respecto a lo usual, sonaba más gentil, su lado angelical había surgido.

      No, pero quería disfrutar aquel momento, hasta que volviera el irascible Gabriel.

      â€œEs fantástico”. Y lo era de verdad. Delante de nosotros había un mar tan azul que parecía que el cielo se hubiera dado vuelta. Debìa ser un lago, porque a su alrededor solo había montañas.

      â€œEste es el lago de los tres ríos, si miras bien entenderás por qué el nombre.” Miré alrededor y entendí perfectamente. Había tres montañas alrededor, y de cada una de ellas bajaba un río que desembocaba en las aguas cristalinas.

      â€œDebemos pasar el puente. ¿Ves, allí abajo?” Gabriel me volvió a tierra, y lamentablemente quitó su mano de las mías, para mostrarme un punto a lo lejos.

      Vi un puente que no parecía tener fin. Pestañé para ver mejor, la luz reflejada en el agua me impedía ver con claridad.

      Me llevé una mano a los ojos para cubrir el reflejo y pude ver un pequeño relieve montañoso. Era extraño, tenía una forma muy particular.

      â€œAllá arriba, en aquel monte, está el castillo de Ares. Las acompañaré hasta allá, luego seguirán solas” dijo Gabriel.

      â€œÂ¿Por qué no vienes con nosotras?”

      Un rayo de rabia le pasó por los ojos, “no soy bienvenido” y terminó la conversación.

      Con él no se podía nunca tener una conversación completa, siempre dejaba los discursos por la mitad, y esto me fastidiaba, de verdad.

      Llegamos al castillo en la tarde.

      Gabriel se marchó con los caballos y dijo que nos vendría a buscar a la mañana siguiente.

      Dónde habría pasado la noche, no nos lo dijo, pero aquello no era importante. Mi atención había pasado al castillo СКАЧАТЬ