Название: Morrigan
Автор: Laura Merlin
Издательство: Tektime S.r.l.s.
Жанр: Детская проза
isbn: 9788873047148
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Como si esto no fuese lo suficientemente ridÃculo, llevaba un sombrero negro, de esos de torero, de fieltro negro con una pluma de pavo que le caÃa sobre los cabellos rubios y ondulados.
No pude retener la risa cuando vi aquel pantaloncito marrón a rayas plateadas, era como si se hubiera puesto dos pelotas en las piernas.
Nos acompañó hasta la puerta del salón, la abrió y nos anunció: âSu alteza, e inmortal Ares está pronto a recibiros.â
Entramos en fila, primero Sonia, después Sara y luego yo.
El salón era mucho más grande de lo que me habÃa imaginado, grandes pinturas cubrÃan las paredes.
Eran elfos nobles, se veÃa por la actitud firme, y por las coronitas de hojas colocadas en la cabeza.
â¿Quiénes son?â Le pregunté a Sara, que aún me miraba con una mirada turbadora.
âLa primera estirpe de elfos que reinó en Naostur, los Nuropegues.â
âPero aquà no hay elfosâ le dije, âsolo he visto medio elfos, ¿dónde se encuentran ahora?â
Sara me acribilló con la mirada, âson historias antiguas, es mejor dejar el pasado donde está.â
¿Por qué toda aquella rabia repentina? Solo querÃa saber un poco más del lugar en el que me encontraba.
Decidà no indagar más, si bien no podÃa sacar de mi cabeza la belleza de aquel Rey elfo.
Volvà a mirar a mi alrededor, aquel Castillo era inmenso. Desde lo alto de la sala, colgaban tres grandes arañas, todas alimentadas por velas. Al final del salón habÃa dos grandes escaleras, que llevaban a las habitaciones del segundo piso. Eran en mármol blanco y formaban una herradura.
Mis hermanas y yo caminábamos en fila sobre una gran alfombra roja. Me sentÃa como una reina escoltada por sus damiselas.
Cuando llegamos al final del salón, Sonia se colocó a mi derecha, Sara a mi izquierda y yo quedé en el medio.
Vi a las muchachas llevarse la mano, con los dedos entrecruzados, al corazón y arrodillarse.
Yo las imité.
âGloria y Honor a ustedes, queridas muchachas.â Dijo una voz desconocida para mÃ.
Biché, curiosa por saber quién hablaba.
Me encontré mirando el corredor que pasaba debajo de las escaleras.
No habÃa mucha luz y la única cosa que podÃa distinguir era una figura con un contorno negro.
Nada más.
âGloria y Honor a ti, Aresâ, dijeron Sonia y Sara.
Yo permanecà con la boca abierta, tratando de darle un sentido a la sombra que aparecÃa delante de mÃ. No dije nada y las otras dos me miraron como si hubiera hecho el papelón de mi vida.
Ares sonrió. âNo importa es nueva en nuestro reino, ya aprenderá.â
âG-Graciasâ tartamudeé, un poco avergonzada.
Me levanté y mis ojos encontraron los de Ares.
HabÃa salido de la sombra y un haz de luz lo iluminó.
5
ARES
Las grandes paredes, pintadas, hacÃan un único espacio con el suelo.
Un remolino, gris, rojo y amarillo parecÃa querer devorarme.
Escuché un zumbido, parecido al que se escucha cuando se está por perder el sentido, a punto de desvanecerse, y esto lo habÃa aprendido con creces.
Pocas horas antes me habÃa desmayado y habÃa muerto.
Luego habÃa vuelto a desmayarme.
Pero esta vez era diferente porque solo una cosa veÃa con nitidez delante de mÃ, el rostro de Ares.
No sabÃa si era un muchacho o un hombre, no tenÃa edad.
Se presentó delante de nosotras vistiendo solo un par de jeans. Sus músculos eran marcados sin ser exagerados. Su rostro era como el de un ángel, uno de aquellos de los cuadros, que adoran al Señor.
HabrÃa podido ser uno de aquellos. O un serafÃn, pues tampoco ellos tenÃan edad.
Sus cabellos rubios y rizados, caÃan por encima de sus hombros. Su nariz griega era perfecta, sus ojos pequeños y de un verde intenso como los prados que habÃa visto antes de llegar al castillo. El mentón un poco pronunciado y en punta, y la boca suave y poco carnosa, eran atrayentes.
No sabÃa si enfrente de mà tenÃa una divinidad o un inmortal.
Me di cuenta de que habÃa estado un rato mirándolo, de boca abierta, solo cuando Sara me dio un pellizco.
âEra hora de que decidieras volver con nosotrosâ dijo en voz baja. â¿Qué diablos te sucedió?â
âY-Yoâ, tartamudeé.
Qué habrÃa podido decirle.
Afortunadamente Ares me salvó de aquella situación embarazosa. âPerdónenla, es la primera vez que se encuentra de cara con un inmortalâ, y me hizo un guiño.
âUn placer conocerte, Neman. Bienvenida a nuestro reino.â Ares se arrodilló delante de mÃ, tomó mi mano y me la beso dulcemente, como aquellos caballeros de otros tiempos.
âEl placer es mÃo, Aresâ
A juzgar por la expresión de Sonia, que levantó los ojos al cielo y sacudió la cabeza, entendà que habÃa hecho el enésimo papelón.
Me di vuelta y en voz baja dije:â¿qué debÃa decir?â
La única respuesta que obtuve fue una risita que no pudo ser frenada. Aquellas que debÃan de ser mis hermanas me estaban tomando el pelo. Para mà aquello no era nada divertido y las fulminé con la mirada.
âSÃganmeâ, dijo Ares que no parecÃa haber notado nada.
Lo seguimos por los inmensos corredores del castillo, iluminados por enormes candelabros de oro que colgaban de las paredes.
Entramos en una salita que parecÃa diminuta para aquel enorme СКАЧАТЬ