Morrigan. Laura Merlin
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Название: Morrigan

Автор: Laura Merlin

Издательство: Tektime S.r.l.s.

Жанр: Детская проза

Серия:

isbn: 9788873047148

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СКАЧАТЬ de color rojo tan fuerte, que parecía negro a la luz de las velas.

      Lo abrió y sacó de él un collar.

      Era estupendo.

      Lo levantó de modo que todas pudiéramos verlo.

      La luz de las velas se reflejaba en el cristal rojo del centro, con forma de corazón, emanando rayos rojizos por toda la sala. A ambos lados del corazón había dos dragones, uno blanco y uno negro, con las colas entrelazadas en la parte inferior, y sus alas desplegadas.

      â€œÃšsalo siempre Sofía. El corazón del Dragón te protegerá y te ayudará a domar tus poderes” Ares se levantó y avanzó hacia mí.

      Recogí mis cabellos, para permitir que Ares me colocara el collar.

      Era fría al tacto, y podía percibir el poder que portaba aquel corazón rojo.

      â€œCreo que ya es hora de acompañarlas a sus habitaciones, estarán cansadas” Dijo Ares acariciándome el cabello.

      No me había dado cuenta lo tarde que era. El sol, si bien menos fuerte, continuaba brillando en aquel cielo azul. Deseaba que los dormitorios tuvieran cortinas pesadas, de manera que no dejaran entrar la luz.

      Siempre había dormido en la oscuridad absoluta.

      No quería que ninguna luz molestara mi sueño, y saber que allí el sol nunca daba paso a la luna me preocupaba un poco.

      Mis hermanas salieron, y yo luego de ellas, como siempre lo hacíamos.

      Ares me aferró del brazo, en cuanto mis hermanas ya estaban un poco distantes, y me retuvo en la salita.

      Los cabellos me habían caído en el rostro, y el inmortal me los retiró, con total ternura, acariciándome el rostro.

      â€œTe has transformado en una mujer espléndida, Sofía.”

      Qué quería decir, yo no lo sabía, y tampoco me importaba.

      Estaba completamente hipnotizada por aquellos ojos verdes, que al mirarlos tan de cerca, noté que estaban circundados de pequeños puntitos dorados, alrededor de las pupilas.

      Me habría podido manejar como una marioneta y de hecho, no me di cuenta que había acercado mucho su cuerpo al mío.

      â€œTú eres mía, y de nadie más.”

      Luego pronunció palabras incomprensibles para mí, y sus pupilas se dilataron. Vi ese rayo rojo salir de sus ojos, y por mi espalda corrió un escalofrío.

      Estaba en peligro lo sentía en cada rincón de mi cuerpo, pero no podía moverme ni gritar.

      Había sido raptada por aquel serafín inmortal y no hubiera podido hacer nada, sino simplemente rendirme y entregarme a él.

      Bajó la cabeza y me besó. No fue un beso apasionado, sino un flujo de poder que salía de sus labios hacia los míos.

      Justo en ese momento comprendí dos cosas.

      La primera que era Morrigan la Diosa de la guerra y el cambio, y de esto estaba segura.

      Y había podido darle un nombre a esa figura mal enfocada que había venido a mi mente instantes antes.

      Sabía quién me quería hacer daño, y desde ese momento tendría controlados todos sus movimientos.

      6

      VIEJOS RECUERDOS

      Mi cuarto era enorme.

      Las paredes parecían de oro. Con decoraciones floreadas, muy sencillas.

      En el techo había pintado un hermoso cielo azul con blancas nubes, y del centro caía un finísimo candelabro de oro, con forma de pirámide y base redonda, al cual lo habían llenado de velas.

      Estaba demasiado cansada, como para ponerme a contarlas.

      Mi atención fue llamada por la enorme cama, de madera y hierro, con dos cortinas blancas a los costados.

      Encima del acolchado había un camisón de seda ambar, con recamos de color rosa alrededor de los senos.

      Me la puse y fui hacia la ventana, enorme, que se encontraba justo enfrente a la puerta.

      Cerré la pesada cortina, y con gran alegría, me di cuenta de que no entraba siquiera un rayo de sol.

      Apagué las velas y me metí entre las sábanas con sumo placer.

      Al inicio no soñé nada en particular. Luego me encontré en medio a un bosque con unos pinos tan alto que parecían perforar el cielo. Me vi sentada en el piso sobre un colchón de hojas secas.

      Hacía frío y a humedad me entraba hasta los huesos.

      Temblaba.

      El corazón me batía a mil.

      Estaba aterrorizada.

      Quería gritar, llorar, quería a mi madre.

      Â¿Sería un recuerdo de cuando era niña?

      Â¿Un recuerdo que quería borrar?

      Tal vez sí.

      Había visto aquella escena en mi mente, antes, mientras hablábamos con Ares.

      Â¿Era coincidencia o fatalidad, que justo me viniera a la mente ahora?

      En un cierto momento, en sueños, sentí pasos.

      Hojas pisadas, ramas partidas.

      Alguien se acercaba.

      Podía sentir una respiración, como si ese alguien, hubiera corrido para llegar hasta allí.

      Lo escuché reír.

      â€œPequeña Sofía, no grites, no tengas miedo. Las otras chicas ni siquiera se dieron cuenta. Quieres ser la única cobarde.”

      Aquel salió de la oscuridad y se me acercó.

      Era una sombra, una figura de hombre, con alas negras, tan negras que se confundían con la noche.

      Me puse a lloras fuerte, muy alto, sin importarme de lo que había dicho de las otras muchachas.

      No me importaba ser la más valiente, solo quería que alguien me llevara a casa.

      El hombre comenzó a parlotear en una lengua desconocida. Finalmente gritó: “Retan ni stequo copor. Entre en este cuerpo, Máxima Diosa.”

      Una СКАЧАТЬ