Название: El poder
Автор: Pedro Banos
Издательство: Bookwire
Жанр: Социология
isbn: 9788412473940
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Esto contradice, en cierto modo, otro de sus axiomas, según el cual el ofendido nunca cejará en su afán de venganza, incluso aunque se le otorguen muchos beneficios. La idea subyacente aquí es que, si es necesario aplicar ultrajes, es mejor ejecutarlos rápidamente, ya que de este modo las consecuencias serán menores. Porque, argumenta Maquiavelo, si causamos los ultrajes poco a poco y los dilatamos en el tiempo, la oposición será permanente e incluso podría aumentar.
En lo que acierta por completo es cuando se refiere a los beneficios, pues no cabe ninguna duda de que siempre será más rentable ir concediéndolos de forma paulatina, en pequeñas dosis, porque de esta manera conseguiremos que el agradecimiento sea mayor y más duradero.
La recomendación de dosificar las dádivas tiene como fundamento mantener enganchada a la ciudadanía, al concederle pequeños premios de forma constante. El «pan y circo» es, en el fondo, el motor de todo sistema autocrático y paternalista.
En consecuencia, el crimen o la tropelía debe ser lo más breve posible, para que pronto quede olvidado entre las montañas de regalos y la escucha activa que el príncipe debe emplear para granjearse la amistad y el cariño del pueblo.
Si conviene o no desarmar al pueblo
«Hay príncipes que para mantenerse en sus Estados desarman a sus vasallos; otros fomentan las discordias en las provincias sujetas a su dominio; los ha habido que se buscaron enemigos a propósito; algunos se esfuerzan por ganarse la amistad de aquellos a los que al principio de su reinado consideraron sospechosos: este ordena construir fortalezas y aquel otro, derribarlas».
Si la idea del libro de Maquiavelo es servir de guía para que un Estado, gobernado por un príncipe, pueda asegurar el orden social, aquí se hace referencia a algunas de las recomendaciones para hacer fuerte al Estado, en muchos casos sin tener en cuenta aspectos morales.
Respecto a la vía de asegurar las posesiones mediante el desarme, cabe decir que ha sido más frecuente armar a los súbditos para ampliar el poder o la influencia. Cuando los ejércitos modernos han intentado desarmar a los pueblos, siempre se han encontrado con obstáculos. Pero si se toma esta opción, es porque se tiene asegurada una fuerza armada suficiente. El desarme generalizado no se considera una buena opción, pues debe mantenerse el poder de alguna manera.
En el tema concreto de «desarmar a los súbditos» entraríamos en el debate que se da en algunos países, como Estados Unidos, sobre la adquisición y uso de las armas de fuego por parte de los ciudadanos. Dependiendo de sus antecedentes históricos y de cada cultura, las valoraciones y los debates van a ser muy distintos.
Hay casos muy curiosos a este respecto, como Noruega. En este país, los ciudadanos consideran que tienen derecho a disponer de sus propias armas para evitar lo que sucedió durante la Segunda Guerra Mundial, cuando su gobierno capituló y entregó la nación a Alemania. Por ello se consideran con el derecho de disponer de medios para defender su patria, incluso en contra de las decisiones del gobierno, si fuera preciso.
El control de las armas siempre ha sido una necesidad, y frente a la dificultad de desarrollar programas de desarme, supervisados por fuerzas multinacionales, e incluso bajo el amparo de Naciones Unidas, los avances tecnológicos no han ignorado este campo. Pensando en un escenario futuro, en el que proliferen armas inteligentes, se está estudiando cómo regular y controlar un mercado cada vez más complicado, en el que las armas puedan dejar de estar operativas si no identifican al usuario o propietario mediante datos biométricos.
No debemos olvidar que el concepto de arma también ha cambiado con la revolución tecnológica y la naturaleza descentralizada de internet. Ya no nos sorprende escuchar a algunos dirigentes decir que Twitter es o ha sido su «arma secreta». Todo sirve para la batalla de las ideas en el dominio virtual.
Pocos dudan que las armas cibernéticas modificarán las leyes de la guerra. Ya tenemos ejemplos recientes de ciberataques que provocan algún daño material o incluso la muerte.
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Entre conseguir el afecto de los súbditos y seguidores o lograr que lo teman, para Maquiavelo no hay lugar para la duda: un líder debe ser temido. En su opinión, el temor es mucho más eficaz para mantener la fidelidad no solo de los enemigos, sino también de los amigos y aliados. Eso sí, lo ideal para Maquiavelo sería conseguir tanto el temor como el respeto, y quién sabe si incluso algo de afecto, que nunca estará de más. Pero ¿sigue siendo válida esta escala de valores para el líder actual?
Es mejor confiar en el temor que en el amor
«Por lo general, los hombres se encuentran más dispuestos a contentar al que temen que al que se hace amar».
[La amistad es] una unión puramente moral, o una obligación nacida a causa de un beneficio recibido, [y] no puede sobrevivir frente a los cálculos interesados. Por el contrario, el temor nos hace pensar en alejarnos de una pena o castigo, por lo que la impresión que recibe el ánimo es más profunda».
Que ser temido es mejor que ser amado es otra de las ideas más representativas de la cultura maquiavélica. Aquí destaca el matiz de que el miedo al castigo puede ser un factor esencial en la psicología humana.
Maquiavelo, en su discusión acerca de si es mejor ser un príncipe temido o amado, prefiere lo primero pensando en la seguridad y la fortaleza del Estado. Si se elige tratar de ser amado, el riesgo de rebelión aumentará.
No se debe olvidar que no todas las personas reaccionan a los mismos impulsos y estímulos. Mientras que unas lo harán por convencimiento, otras lo harán por amor. Pero también habrá quien tan solo reaccione ante el temor, por el miedo al castigo. Sin olvidar que lo más habitual es reaccionar por una combinación de convencimiento, amor y temor. Como decía Mazarino: «Si aumentas las recompensas tanto como los castigos, te ganarás más la fidelidad de esas personas gracias a una mezcla de amor y de temor». El príncipe, el líder, debe conocer qué procedimiento emplear con cada persona en concreto, dependiendo también de las circunstancias.
En todo caso, no le falta razón a Maquiavelo cuando argumenta que suele ser más duradero el temor que el amor, pues el amor siempre puede terminar bruscamente, y a veces por motivos que no tienen fácil explicación.
Por otro lado, el exceso de bondad, de ternura, puede ser entendido como un gesto de debilidad, por lo que la persona amada puede ser objeto de ataque con mayor facilidad que la que tiene fama de dura y despótica. El amor, con todo lo que de positivo tiene, no garantiza el apoyo incondicional del que lo recibe. Para ello hace falta que el receptor también posea un alma noble, y sobre todo agradecida, además de que sea consciente del bien que se le otorga.
Ante la dicotomía de considerar al hombre como bueno por naturaleza o bien verlo como un animal domesticado que espera la relajación del poder para asilvestrarse, el príncipe debe considerar a la persona decantándose por la segunda opción. El poder se teme porque se desconocen sus límites. La bondad y el amor son fútiles y no son válidos para gobernar. Si quien temes es magnánimo, lo es porque lo desea. Pero si lo hace alguien a quien amas, nunca considerarás suficiente lo que debe hacer por ti. No es que el príncipe no deba ser amado, sino que el temor hace que ese amor permanezca en la memoria como algo circunstancial, no como algo obligatorio.
Por lo que respecta al temor al castigo, es innegable que, sin el miedo a la repercusión СКАЧАТЬ