Название: Teoría de la comunicación
Автор: Juan Carlos López Barajas
Издательство: Bookwire
Жанр: Социология
isbn: 9786078676736
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La crítica del determinismo estructural no considera el hecho de que ya había sido comentada por Darwin, ni toma en cuenta una definición de selección natural surgida al interior de la TME que soluciona, de manera bastante «adecuada», los problemas a) y b). Según Endler (1986), la selección natural debe ser considerada un silogismo o una ley, tal como lo sugirió inicialmente Darwin. (p.4).
Selección natural se puede definir como un proceso en el cual si una población posee: a) variación entre sus miembros en algún atributo o carácter; b) una relación consistente entre ese carácter y la capacidad de apareamiento, la capacidad de fertilización, la fertilidad, la fecundidad y/o la sobrevida: (diferencias de la adecuación biológica), y c) una relación consistente, para ese carácter, entre los padres y su descendencia, la cual es parcialmente independiente de efectos ambientales habituales (herencia), entonces: 1) La distribución de la frecuencia del carácter va a diferir entre las clases etáreas o entre los estadios del ciclo de vida más allá de lo esperado a partir de la ontogenia. 2) Si la población no está en equilibrio, la distribución del carácter de toda la descendencia va a diferir de la que tienen todos los padres, más allá de lo esperados por las condiciones a) y c) por separado.
Para el DE, el proceso biológico más básico, subyacente al cambio evolutivo, es la deriva natural. ¿Cuál o cuáles son los procesos biológicos «más básicos», subyacentes al epifenómeno de la selección natural, desde el punto de vista de TME? Gran parte de la confusión respecto de la noción de selección natural reside en que no se separa claramente la metáfora (selección natural) de la analogía (selección natural como si fuera selección artificial), ni ambas de los principios o premisas subyacentes al proceso que Darwin intentó explicar. Dichos principios fueron expuestos claramente por Darwin en su cuaderno de Notas E, con fecha 27 de noviembre de 1838 «Tres son los principios que dan cuenta de todo: herencia, variabilidad y sobrefecundidad (i.e., tendencia de las poblaciones naturales al crecimiento exponencial)» (Mayr,١٩٨٥):
Según el DE, la TME postula que «todo cambio requiere de la aplicación de una fuerza para producirse, y que en el proceso de la evolución biológica esta fuerza la constituye una presión selectiva que, bajo la forma de competencia, lleva continuamente a la sobrevida de los más adaptados» (Maturana y Mpodozis, 1992, p. 9). Aquí el de DE atribuye a la TME una nocción de selección natural que fue popularizada en los textos sobre evolución que se publicaron con motivo del centenario de El Origen de las especies, y forman parte de la época de oro de la TSE. La TME se refiere a la noción de selección natural como fuerza de la siguiente manera:
La selección natural es un proceso resultante de la interacción entre organismos que varían y el medio ambiente, y no una «fuerza» misteriosa que «actúa». El uso de «acción», «fuerza» e «intensidad» posee el mismo estatus que el de la noción de flogistón en la termodinámica; es descriptiva, pero representa erróneamente el proceso, confunde causa y efecto, y centra la atención fuera de las causas […]. La selección natural no puede «generar los cambios genéticos dentro de las poblaciones» porque es un proceso resultante de las diferencias biológicamente heredadas que hay entre los individuos (Endler,1982, pp. 32-33).
El DE también afirma que la TME admite como válido «que el proceso evolutivo es un proceso de cambio genético, que la unidad evolutiva es la población, y que por esto el cambio evolutivo ocurre como cambio en la composición genética de las poblaciones» (Maturana y Mpodozis, 1992, p. 9). En este caso el DE atribuye nuevamente a la TME afirmaciones que fueron hechas en el contexto de la TSE. Tomando como referencia la discusión hecha por Ghiselin (1981) y Sober (1984) sobre este punto, Endler (1986) señala: «Desde el momento en que la selección natural no “actua”, pierde todo sentido hablar de una “unidad” de selección, excepto posiblemente como una entidad cuyas relaciones con otras entidades son afectadas por la selección» (p.30).
La referencia del DE respecto de la población como la unidad evolutiva no solo no refleja la discusión al respecto ocurrida al interior de la TME, también desconoce la discusión sobre el tema en el marco de la TSE, que es, en rigor, el verdadero objeto de crítica del DE. Para la TSE la unidad natural de evolución es la especie en tanto la «la comunidad más grande e incluyente de individuos que comparten un acervo genético común» (Dobzhansky,1970). Concidimos con Maturana y Varela (1984), respecto de las dificultrades que plantea el uso del término selección natural y sus connotaciones cuando afirman: «A estas alturas de la historia de la biología cambiar su nomenclatura sería imposible, y es mejor utilizarla con el cuidado de entenderla bien» (p.68).
Adaptación, deriva, restricción y adecuación
El determinismo estructural (DE) afirma que la TME no considera o no explica adecuadamente la presencia de caracteres no adaptativos (Maturana y Mpodozis, 1992). Esta situación ocurre, según el DE, «en un contexto en el que se piensa que todo lo que un observador pueda distinguir como un rasgo o característica en los seres vivos está en ellos porque tiene alguna función en su sobrevida, y ha sido algún otro» (p.38). El antecedente de estas afirmaciones son las nociones de adaptación propuestas por el DE: «mientras un ser vivo no se desintegra, está adaptado a su medio […] y con respecto a este, su condición de adaptación es invariante» (Maturana y Varela, 1984, p. 75), y «debido a su constitución como tales, no puede haber seres vivos más o menos adaptados» (Maturana y Mpodozis, 1992, p. 27).
a. Adaptación
El DE afirma que «la adaptación es una invariante», en el sentido de que el ser vivo, en tanto «sistema estructuralmente determinado, existe solo mientras conserva su organización y su congruencia con su circunstancia» (Maturana y Mpodozis, 1992, p. 9). Nadie discutirá el hecho evidente de que estar vivo (adaptación, según Maturana), es una invariante de la condición de ser vivo. Pero en el contexto de la TME esta afirmación es redundante, ya que implica que los seres vivos están vivos mientras están vivos y, si no lo están, significa que han muerto («o el ser vivo conserva su adaptación y vive, o no la conserva y muere» [p.27]). Levins y Lewontin (1985) lo plantean de la siguiente manera: «En la medida en que los organismos son considerados solo en relación con su nicho ecológico, ellos o están adaptados, en cuyo caso van a continuar como tales, o están desadaptados (unadapted), en cuyo caso se hallan en vías de extinción».
De tal modo, en el marco de la TME el problema que conlleva el uso de la noción de adaptación no surge cuando se considera a esta como un estado propio del ser vivo. Siendo una invariante, su análisis pierde todo sentido y «no requiere otra explicación que la de ser una condición constitutiva de la existencia del ser vivo» (Maturana y Mpodozis, 1992, p. 27). El problema surge cuando se considera a la adaptación como un proceso que ocurriría cuando hay una entidad preexistente (nicho ecológico), que es ocupada por otra entidad (ser vivo) que estaría per se preparada (ad-aptus) para cumplir en él determinadas funciones. Aunque Maturana y Mpodozis (1992) reconocen que la TME ha discutido el problema de los nichos «vacíos», estos autores no consideran los efectos que dicha discusión ha tenido sobre la noción de adaptación. Levins y Lewontin (1985) señalan al respecto: «A menos de que exista una forma cierta o preferencial para particionar el mundo, la idea de un nicho ecológico sin un organismo que lo ocupe pierde todo sentido. La alternativa es que los nichos ecológicos son definidos únicamente por los organismos que viven en ellos. Esto, sin embargo, origina serias dificultades para el concepto de adaptación […]. Si los organismos definen el nicho, entonces todas las especies ya están adaptadas y la evolución СКАЧАТЬ