Название: Santa María de Montesa
Автор: AAVV
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Nexus
isbn: 9788491345107
isbn:
El escepticismo del papa acerca del valor de las órdenes militares, en el caso concreto de la de Calatrava, pudo verse reforzado por el proceso al que fue sometido en 1325 ante la corte real su maestre, García López de Padilla, imputándole cargos tan graves como dejación de fortalezas fronterizas y huida del propio escenario del combate. El resultado del proceso fue su deposición.6
PROCESOS DE INTEGRACIÓN POLÍTICA
Este clima de desconfianza y de desapego papal hacia las órdenes militares fue decisivo para que los reyes aceleraran sus procesos de integración política, incluyéndolas en ellos. El razonamiento era evidente: si las órdenes militares no eran eficaces es porque los maestres no eran los hombres idóneos para dirigirlas, y ello se resolvía interfiriendo en los procesos de elección y nombrando a aquellos que, desde la fidelidad a la Corona, pudieran servirla eficazmente con sus recursos.7
Este fenómeno de mediatización, cuyos antecedentes hay que situar ya a mediados del siglo XIII, se vio particularmente intensificado a partir de la disolución del Temple y de las difíciles circunstancias que acompañaron el destino de sus bienes; y desde luego el fenómeno fue, como no podía ser de otro modo, especialmente visible en la Península Ibérica. Se manifiesta en ella básicamente de dos formas no excluyentes. La primera, mediante la creación de órdenes militares fuertemente dependientes de la realeza, siendo paradigmáticos los casos de Montesa en 1317 y de Cristo en 1319. Y la segunda, mediante procesos de reorganización interna promovidos por la Corona y tendentes tanto a racionalizar recursos como a garantizar la movilización de efectivos idóneos. Ejemplifica muy bien esta última iniciativa la monarquía portuguesa, que, entre 1321 y 1327, normativiza la disciplina de las órdenes de Cristo, Santiago y Avis, sobre una plantilla regularizada por la propia Corona en la que se especificaban recursos y hombres necesarios, así como la precisa red comendataria que debía articularlos.8
El caso castellano es algo más complicado. Coincidiendo con la disolución del Temple se iniciaba una larga regencia, la de la minoría de Alfonso XI, un tiempo de debilidad de la Corona que no finalizaría hasta 1325. Este fue el año en que, por vez primera, se puso de manifiesto su voluntad real de sometimiento de los maestrazgos a la Corona, y se hizo de la manera traumática que ya conocemos, mediante el sometimiento del maestre calatravo López de Padilla a un proceso por traición, que inevitablemente acabó en su destitución. Pero no pensemos que la trayectoria anterior del maestre había sido fácil. Su elección en 1297 había provocado un cisma que obligó a intervenir a la casa madre de Morimond,9 y más tarde hubo de afrontar dos intentos de deposición antes del de 1325, en los que incluso algún rival alternativo llegó a proclamarse «maestre por la gracia de Dios», un título a todas luces inusual.10
Varias claves están detrás de tanta turbulencia, pero una de ellas, y no la menos importante, es la de las conexiones del maestre con el rey Jaime II, unas conexiones de cercanía política que datan del comienzo mismo del maestrazgo de López Padilla, en el momento –su acceso se produjo en 1297– en que había guerra declarada entre Aragón y Castilla por la posesión del Reino de Murcia.11
Esta circunstancia contribuyó a debilitar de manera extraordinaria la figura del maestre en el interior de su propia orden, una orden castellana dirigida por el amigo del enemigo.12 No es raro, pues, que a raíz de la resolución del conflicto, y con toda seguridad de común acuerdo con Jaime II, el maestre quisiese blindarse obteniendo en 1306 del capítulo de la Orden la concesión vitalicia del convento aragonés de Alcañiz y de cuantas villas y castillos dependían de él en los reinos de Aragón y Valencia,13 una situación que, por otra parte, quizá venía ya produciéndose desde antes de que López de Padilla accediera al maestrazgo.14
La activa colaboración del maestre y la Orden de Calatrava en el cerco de Algeciras de 130915 no modificó en modo alguno este anómalo cuadro de un maestre castellano protegido por el rey de Aragón frente a la contestación de su propia Orden; y esta circunstancia, en un contexto de extrema debilidad de la monarquía castellana,16 explica que en 1311, la fecha de otra desestabilizadora maniobra interna de los freires calatravos que estuvo a punto de costarle el control de la Orden a su titular,17 se produjera la iniciativa del rey Jaime II de proponer al papa la creación de un maestrazgo calatravo aragonés, autónomo del de Castilla, aplicándole las rentas de la Orden del Temple en proceso de disolución.18 No lo sabemos con certeza pero todo parece indicar que el beneficiario sería el maestre García López de Padilla, que aquel mismo año, el de su crisis interna, se encargaba de notificar al rey aragonés hasta qué punto era comprometida la posición del rey de Castilla.19
La constitución de un nuevo maestrazgo calatravo en Aragón no fraguó por la oposición del papa, sin duda temeroso de crear un cisma tan grave en el seno de la Orden de Calatrava. Pero es un antecedente que es preciso tener en cuenta para explicar el nacimiento, solo seis años después, de la Orden de Montesa. No vamos a analizar esta cuestión, objeto de tratamiento específico de otra intervención del presente congreso, pero, si como todo indica, la nueva orden fue fruto de un segundo intento real por crear una institución religioso-militar propia, habría que preguntarse por qué no fue García López de Padilla propuesto para cubrir su maestrazgo, teniendo en cuenta su escaso enraizamiento en el tejido social de Castilla y de su propia orden.20
La respuesta debe relacionarse con las nuevas circunstancias por las que atravesaba la procelosa trayectoria del maestre castellano. En el momento del nacimiento del proyecto montesiano, López de Padilla había afianzado posiciones en la Corte de la mano del hombre fuerte de la regencia de Alfonso XI, el infante don Pedro, apoyado también por el rey Jaime II, su suegro.21 En estas condiciones, el maestre calatravo podía recuperar el control de su orden, y a su vez el rey aragonés crear la suya propia con la colaboración activa de García de Padilla. Esa colaboración pasaba por una moderada dependencia disciplinaria de la nueva orden respecto a Calatrava y por ignorar la sugerencia papal de suprimir la encomienda mayor de Alcañiz y aplicar sus territorios y rentas dependientes a la Orden de Montesa. Las aparentes dificultades del proceso de constitución de la nueva milicia y las trabas que el maestre calatravo pudo poner en práctica a lo largo de este no deben confundirnos.22
Pero la buena estrella del maestre calatravo en Castilla acabó cuando murió su protector, el infante don Pedro, en la vega de Granada en 1319. A partir de ese momento el maestre hubo de luchar en dos frentes, el que provenía СКАЧАТЬ