Название: Universidad y Sociedad: Historia y pervivencias
Автор: AAVV
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: CINC SEGLES
isbn: 9788491343196
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Junto a ello, se encargaron tres ricos altares para cada una de las paredes del patrio principal, dedicados a san José, santo Tomás de Aquino y san Carlos Borromeo, cuyas imágenes de bulto redondo coronarían las estructuras. Más centenares de epitafios, epigramas, jeroglíficos y poesías varias –en valenciano, castellano, griego, hebreo y latín– a la lumbre de un millar de velas y hachas ardientes.43
A primera hora del día señalado la Universidad reunía en sus instalaciones a un concurrido público, con los jurados de la Ciudad en lugar destacado. Veinticinco catedráticos, doctores y maestros, revestidos todos para la ocasión, escoltaron a don Baltasar de Borja, encargado de oficiar la misa, y al canónigo –y futuro rector– Martín Bellmont, a cuya cuenta corrió el sermón. Los músicos de la catedral aderezarían la ceremonia con algunas piezas ensayadas para ésta. Por la tarde, y en el mismo Estudi General, hubo certamen poético a la mayor gloria del difunto mosén Simó, a quien también se dedicó una serenata final «con variedad de música de vozes y instrumentos, compitiendo la suavidad con la destreza».44
Por aquellas mismas semanas profesores y condiscípulos de Francisco Jerónimo eran requeridos para predicar en las exequias funerales organizadas en su memoria a lo largo y ancho del reino. Sirva de ejemplo el caso del tantas veces mencionado catedrático Antonio Noguera, con un sermón pronunciado en la parroquia de San Nicolás de Valencia que según los allí presentes:
«[…] fue muy crecido el concurso que juntó en aquella iglesia la curiosidad y deseo de oír y saber de tan abonado y fiel testigo las virtudes que en aquella edad y profesión de moço y estudiante resplandecía ya en el siervo de Dios. Dexó admirado y enternecido al auditorio el sermón y con mayor conocimiento de las profundas raízes que aquella planta tierna avía hechado en el campo de la virtud para crecer árbol robusto en la perfección»45
Otros colegas del doctor Noguera en la Universidad, si no profesores de mosén Simó directamente, conocidos al menos por el susodicho, harían lo propio ante diferentes auditorios de la capital. Lorenzo Ximénez de Arguedes,46 catedrático de Filosofía Moral durante aquel tiempo, predicó en las iglesias de San Miguel y San Lorenzo, además del oficio de Carpinteros.47 Sus homónimos de Metafísica, y beneficiados ambos de la catedral, Andrés Guillonda48 y Cristóbal Nadal,49 en San Martín y San Nicolás50 y San Juan del Mercado,51 respectivamente. Los habría también como el catedrático Felipe Mey –en colaboración en este caso con su hermano Pedro Patricio– que desde sus imprentas contribuirían decisivamente a perpetuar y difundir la memoria del finado.52
Entretanto, el Estudi General se habría sumado ya a la parte promotora de la beatificación de su antiguo alumno.53 Solicitándola primero al vicario general de la sede vacante, quien instruyó un proceso diocesano a este respecto en el que depusieron su testimonio representantes de todos los estamentos universitarios.54 Y poco después al nuevo arzobispo fray Isidoro Aliaga, llegado a Valencia en noviembre de 1612 y desde entonces principal obstáculo en el camino a los altares de Francisco Jerónimo.55
El prelado, un fraile dominico de formación muy tradicional, luego ajeno como sus hermanos de hábito al modelo espiritual por Francisco Jerónimo representado, acabaría convirtiéndose en la bestia negra del simonismo. En tal sentido, la Universidad pronto hizo público su malestar hacia el padre Aliaga, contra quien se manifestó por vez primera antes incluso de su entrada oficial en la capital. Decenas de estudiantes se arremolinaron junto al palacio episcopal el día de Santa María Magdalena para quemar un muñeco de paja, mitrado, con hábito blanquinegro y al que habían paseado por toda la ciudad a lomos de un jumentillo al grito de «Vítor lo pare Simó a pesar del archebisbe, que és un frare motiló…!».56
Desde aquella fecha no habría manifestación contraria al ordinario diocesano que no tuviera entre sus promotores o participantes alumnos y profesores del Estudi General, quienes desafiaron abiertamente los sucesivos mandatos arzobispales limitando la devoción simonista. En este sentido, durante la procesión del Viernes Santo de 1613, junto a las andas de la Pasión, desfilaría un Crucifijo con Francisco Jerónimo a los pies bañado por la sangre que emanaba de las santas llagas. En otro de los pasos el mismo sacerdote ayudaba a Cristo a portar la cruz. El prelado puso en marcha una investigación para esclarecer la autoría de ambas invenciones, atribuidas al catedrático Blas García, que daría con sus huesos en la cárcel provocando un hondo malestar entre el claustro universitario.57
Encontronazos similares se sucedieron en los años siguientes. Hasta que las tensiones alcanzaran su punto más álgido a comienzos de 1619. Para entonces fray Isidoro Aliaga habría arrancado al Santo Oficio la prohibición de cualquier manifestación de culto público a mosén Simó. El día previo a la publicación de los correspondientes decretos inquisitoriales un grupo de estudiantes llamó a rebato mediante la pega masiva de cedulones en las fachadas de los principales edificios del cap i casal, entre ellos el de la propia Universidad convocante. Decían así los carteles:
«De orden y decreto de nuestra Academia supplicamos a vuestras mercedes acudan con sus armas, antes del sermón, a la iglesia mayor con los señores pescadores para no dar lugar a que se publique un edicto mandando quitar los altares y figuras de nuestro muy venerado padre Francisco Hierónimo Simón, para lo cual nos mueve sus virtudes, santidad y milagros. Salgamos juntos para que salgamos con victoria de tantos émulos y contrarios que a nuestro santo padre Simón persiguen, y antes perdamos las vidas que salgan con sus intentos. Dada en nuestra Academia, a 2 de marzo de 1619. La Universidad y Academia. Todo hombre salga y nadie falte»58
Efectivamente el domingo 3 de marzo un motín encabezado por jóvenes interrumpiría la promulgación de tales edictos ante la incapacidad de las autoridades civiles y religiosas para contener el tumulto. Desde el Estudi General los manifestantes, con caja, pífanos y vítores a Francisco Jerónimo, marcharon por la urbe dándose a mil demasías, prolongadas durante la jornada siguiente. Poco antes del mediodía un centenar de estudiantes irrumpía en las dependencias universitarias y se llevaba consigo al dominico fray Jacinto Roig, hijo del vicecanciller del Consejo de Aragón y lector de Artes a la sazón, por negarse a secundar sus desmanes. Según un dietario coetáneo:
«[…] echaron mano del letor de Artes que en la Universidad leía, fray Hyacinto Roig, hijo del vicecanciller, y de su compañero, fray Henrique Ruiz, y los llevaron a hombros por todas las calles, haziéndoles vozear a ellos mismos ¡Vítor mosén Simón! y haziéndoles bessar, de quando en quando, una estampa del sobredicho. Y dando con ellos en San Andrés les hizieron arrodillar delante su altar y en boz alta rezar el Pater Noster»59
Extremos confirmados por mosén Porcar, con algunos detalles más sobre el incidente:
«Dilluns de matí, a 4, vingué a llegir a l´Estudi fra Roig, fill de vicecanceller. Lo arrebataren y li clavaren un paper del pare Simó en los pits; y·l portaren a Sant Andreu y l´assentaren en una cadira del chor i accabà de oyr lo sermó. I aprés, lo portaren a la capella de mosén Simó y lo feren agenollar y dir Víctor lo pare Simó СКАЧАТЬ