Tomar el control. Javier Urra
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Название: Tomar el control

Автор: Javier Urra

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

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isbn: 9788426733894

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СКАЧАТЬ de salarios y de posibilidades de empleo para los jóvenes, mientras que los trabajadores de más edad quizás intentarán trabajar durante más tiempo.

      Situación de déficit de talento por desperdicio de conocimiento, dado que los jóvenes preparados optan por la emigración.

      Los jóvenes ya viven peor que sus padres, y así seguirá siendo si no se adecúan aspectos esenciales, como los educativos y los laborales, y si no se potencia la política de empleo juvenil al tiempo que se dota de tamaño y musculatura la estructura empresarial.

      Jóvenes que forman parte del paro estructural, del desempleo crónico.

      Que no se nos olvide.

      En Madrid, a 5 de junio de 2020

       Javier Urra

      Prof. Dr. en Psicología y Dr. en Ciencias de la Salud Académico de Número de la Academia de Psicología de España Primer Defensor del Menor

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      INCERTIDUMBRE

      Una sociedad que elude reconocer su vulnerabilidad, su culpabilidad, que busca desconocer la muerte, ha comprobado que los problemas globales exigen soluciones globales. Asimismo, ha confirmado que el supuesto equilibrio entre seguridad y libertad tiende a vencerse en favor de la seguridad.

      Es hora de compartir enunciados negativos como aviso para las personas que no deseamos pasar por alto datos e impresiones negativas, pero no desesperanzadoras.

      Afrontemos la escapista realidad como lo hace el héroe español don Quijote, sin superpoderes.

      Abordemos el síndrome posUCI, que afecta aproximadamente a un 40 % de los pacientes que abandonan los cuidados intensivos, que pueden tardar meses en recuperar sus capacidades motoras y cognitivas.

      Además, la medicación puede inducir delirios y, en el caso del coronavirus, los pacientes han sufrido aislamiento de sus familiares. Sí, habrán de apreciarse posibles lesiones o daños neurológicos en quienes, cuando estuvieron hospitalizados, tuvieron que ser intubados.

      La ciudadanía ha sufrido, y más de lo que muchos perciben; la colectividad está desorientada. El esperado crecimiento postraumático no aflora, cuesta entusiasmarse, apasionarse con esta aletargada vida de mascarillas, rebrotes, hidrogeles, cuarentenas.

      Los clínicos estamos atendiendo a quienes muestran los síntomas de estrés postraumático y a quienes conviven con lentitud cognitiva, fallos de memoria, angustia, depresión, crisis de pánico.

      Se percibe una acallada tristeza generalizada, una melancolía del alma, una difícil elaboración de lo acontecido y de lo que queda por vivir. Y es que nuestro cerebro, nuestra mente, nuestras conductas siguen siendo, y en gran medida, un misterio.

      Respecto a convivir con un vulnerable, por edad o por patologías previas, esta convivencia obliga a extremar la prudencia, las medidas de seguridad, a decir no a muchas actividades en el exterior del hogar, a comprometerse desde la renuncia y la generosidad por amor. En todo caso, los vulnerables habrán de aislarse en gran medida y llevar a cabo un confinamiento voluntario, no impuesto, más difícil, pues el resto disfruta de la libertad que dota a la vida de color. Su esperanza está en esos congéneres a los que no conoce y que seguro que descubrirán la vacuna. Cuestión de tiempo, de amor a la vida.

      Tiempos de zozobra, de duelo, de miedos, de búsqueda de una seguridad inexistente. La especie humana ha comprendido su vulnerabilidad, su intrascendencia para el planeta, para el universo, para otras especies.

      Humanos que nos desconocemos, pero percibimos la capacidad de cooperación, de solidaridad, de adaptación, de supervivencia.

      En Madrid, a 7 de julio de 2020

       Javier Urra

      Prof. Dr. en Psicología y Dr. en Ciencias de la Salud Académico de Número de la Academia de Psicología de España Primer Defensor del Menor

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      SECUELAS

      Pareciera que lo que va a permitir es un mayor contacto entre los miembros familiares. Se irá más a los pueblos y a residencias de nuestro país. Lo cual, como todo en la vida, tiene distintas lecturas. Por un lado, seguiremos conociéndonos más, apreciándonos más y disfrutando de la proximidad. Pero, por otro, los jóvenes pierden la posibilidad de ir a otros países, de conocer a otros iguales, otras lenguas, otras historias y otras culturas. Sin embargo, como bien sabemos, el estar en contacto permanente conlleva, sin duda, conflictos relacionales, por espacios, por molestias, por frases, por silencios, etc.

      Y dicho lo anterior, proveámonos de una actitud positiva, relajada, de aceptación, de perdón, de diálogo, de puesta en común. Sí, es más fácil decirlo que obrar con constancia en el día a día. Habrá malas interpretaciones, algún gesto poco amable, quizás alguna palabra altisonante; pero lo esencial es saber que nos queremos mucho más allá de que nos necesitemos.

      La vida es atractiva, pero no es fácil. La imaginamos preciosa, agradable, pero no siempre es así; tiene mucho de cotidianidad, de aburrimiento, de incomprensión, de una fantasía que no se convierte en realidad.

      Insisto en la importancia de la actitud, de transmitir que se quiere, aunque se discuta; de demostrar que se perdona, aunque duela; de dar lo mejor de uno mismo; de mostrar la cara más amable; de sonreír aun cuando se llore en el alma.

      Concluyamos que la existencia es breve, no creemos problemas donde no los hay. Relativicemos las pequeñas disputas, disfrutemos de la vida, de las cosas humildes, sencillas, naturales, bien hechas.

      No intentemos que el otro sea como nosotros. Exijámonos más a nosotros mismos y a los demás.

      Sabíamos, y la pandemia nos lo ha recordado, de nuestra vulnerabilidad. No sobreactuemos, no seamos rencorosos, no busquemos el conflicto, no tiremos el tiempo del que se compone la vida.

      Las situaciones de dolor y sufrimiento han sido muy diversas. Por ejemplo, el duelo pospuesto por el fallecimiento generalmente de un abuelo, ya que la situación no ha permitido despedirse de manera próxima; es más, tampoco se ha podido acompañar fácilmente en el entierro.

      Esta lamentable situación genera dolor y desconcierto.

      Otra situación lamentable es la de los familiares sanitarios que se han puesto en riesgo y que, además, han tenido un gran sufrimiento por el denominado «trauma por compasión»; es decir, han sido ellos los encargados de despedir a la víctima, ya que esta no podía estar acompañada de los suyos. Además, los sanitarios no solo enfrentaban la muerte de cerca, sino que tenían miedo de ser portadores de esta a sus hogares.

      Asimismo, ha habido distanciamientos atroces, pues las circunstancias han llegado de improviso, sin permitir el acercamiento en estos fatídicos días, y esto ha golpeado la sociedad.

      No podemos olvidar a las personas más sensibles, como son las de educación especial, las afectadas por enfermedades СКАЧАТЬ