El libro negro del comunismo. Andrzej Paczkowski
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Название: El libro negro del comunismo

Автор: Andrzej Paczkowski

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия:

isbn: 9788417241964

isbn:

СКАЧАТЬ href="#ulink_08c58bac-9fc7-52e4-a169-ece5127e0819">Las razones de la locura

       ¿Un genocidio?

       Conclusión

       QUINTA PARTE: El Tercer Mundo

       1. América Latina, campo de pruebas de todos los comunismos

       Cuba: el interminable totalitarismo tropical

       Nicaragua: el fracaso de un proyecto totalitario

       Perú: la sangrienta «larga marcha» de Sendero Luminoso

       2. Afrocomunismos: Etiopía, Angola y Mozambique

       Comunismo bajo el prisma africano

       El imperio rojo: Etiopía

       Violencias lusófonas: Angola, Mozambique

       3. El comunismo en Afganistán

       ¿POR QUÉ?

       Los autores

       Notas

       El editor y los autores dedican este libro a la memoria de François Furet que había aceptado redactar su prefacio

       Prólogo a esta edición

      Ya hace un cuarto de siglo, ¡una eternidad!, un pequeño equipo de historiadores —ocho franceses, un checo y un polaco— publicaba el Libro negro del comunismo, que, para sorpresa general, empezando por la de sus propios autores, se convirtió en pocos meses en un best seller mundial; traducido a veintiséis idiomas, la edición española fue la primera. Veinticuatro años después, esta reedición resulta indispensable, pues una nueva generación accede a esta historia del comunismo que marcó todo el siglo XX a fuego. El caudal de información proporcionado por el Libro negro en 1997 no solo no ha sido desmentido, sino que, por el contario, ha sido confirmado de manera continuada por los trabajos de historiadores de todo el mundo. A pesar de que, aen su momento, una de las principales críticas a la obra se refería al cómputo global de las víctimas, las investigaciones realizadas desde 1998 han ratificado las cifras anunciadas en 1997.

      Cada año y cada mes los historiadores rusos —en particular los miembros de la asociación Memorial, perseguidos por su gobierno— descubren nuevas fosas comunes con decenas de cadáveres, como los de Sandormoj, en la región de Carelia, entre San Petersburgo y la frontera finlandesa. Exhuman archivos que nos desvelan la existencia de un tal Vasili Mijailovich Blojin, el principal verdugo de la Lubianka —sede de la policía política en Moscú—, que operó durante una treintena de años y asesinó con sus manos, con una bala en la cabeza, a unas 15.000 (¡quince mil!) personas. Esa fue precisamente la razón de su imparable ascenso en la jerarquía del NKVD y, después, en el KGB, hasta alcanzar el grado de mayor general en 1945 y recibir la Orden de Lenin, de la Bandera Roja (tres veces), de la Bandera Roja al Trabajo, de la Estrella Roja y de la Insignia de Honor. Tantas condecoraciones que refrendan el carácter criminal del régimen comunista: honrar el trabajo del terror en masa convertido en una práctica gubernamental sistemática.

      Los mismos descubrimientos archivísticos y macabros tuvieron lugar en los países invadidos y anexionados por la URSS de 1939 a 1941 —en tiempos de la alianza entre Hitler y Stalin—, en particular en Polonia, donde Andrzej Paczkowski, coautor de este libro, ha demostrado la similitud del comportamiento de nazis y comunistas respecto a la población polaca, en concreto hacia las élites militares masacradas por el NKVD, en Katyn, en abril y mayo de 1940, donde numerosas familias fueron deportadas al Gulag o recluidas para ser exterminadas en el campo de Auschwitz, creado con este objetivo por las SS en abril de 1940. Lo mismo ocurrió en los países bálticos, en especial en Estonia, donde el historiador Mart Laar ha demostrado, a partir de la documentación de los archivos, la amplitud del terror comunista, estableciendo en cerca del 17% de la población el número de víctimas asesinadas a raíz de la anexión del país por parte de la URSS en 1940-1941 y, posteriormente, en el periodo 1944-1945.

      Esta misma evolución historiográfica se manifestó en Europa central y oriental, un territorio un tanto infravalorado en el Libro negro. Así, el número de víctimas del régimen comunista de Tito en Yugoslavia había sido subestimado y está en proceso de reevaluación tras el descubrimiento de numerosas fosas comunes, especialmente en Eslovenia. Ocurre lo mismo en Rumania, donde el Centro de la Memoria de las Víctimas del Comunismo y de la Resistencia de Sighet lleva a cabo, desde hace treinta años, un enorme trabajo de documentación y museografía del terror comunista, así como de pedagogía entre las nuevas generaciones.

      Algo parecido sucede con China, a pesar de estar controlada estrechamente por un «pequeño» partido comunista de ochenta millones de miembros, donde la información sobre el delirio utópico y el terror maoísta comienza a abrirse camino; buen ejemplo de ello es la obra extraordinaria del periodista Jisheng Yang, Stèles, que confirma las estimaciones del Libro negro sobre la inmensa hambruna provocada en 1959-1961 por el gran salto adelante: de cuarenta y cinco a cincuenta millones de campesinos muertos de hambre en tres años. Por no hablar de las víctimas de la plaza de Tiananmén en 1989, cuyo número aún no se ha calculado exactamente, mientras que el régimen de Xi Jinping ha llevado a cabo una operación de etnocidio sobre la población uigur de Xinjiang, similar a la practicada contra los tibetanos en su momento. Respecto a Corea del Norte, su régimen comunista sigue siendo tan impenetrable como siempre, aunque la práctica generalizada del terror se vea confirmada por los que logran escapar del país.

      Por haberme encargado personalmente de la publicación del Libro negro en toda Europa puedo testimoniar que la obra hizo saltar por los aires un enorme tabú: la cuasi prohibición de evocar el terror comunista. Este tabú influía en todas las sociedades, por supuesto en los regímenes comunistas, pero también en las democracias en las que los partidos comunistas e izquierdistas eran poderosos: en Francia, en Italia, en España o incluso… en Noruega. Más aún, las opiniones no comunistas o anticomunistas dudaban antes de evocar esa dimensión criminal fundamental, por miedo a que se les echase en cara la cifra de los seis millones de judíos asesinados por los nazis. Hasta ese punto la propaganda comunista asimilaba con el fascismo y el nazismo cualquier crítica.

      Una vez vencido el tabú, los historiadores han multiplicado los trabajos que confirman a diario la amplitud y el carácter sistemático del terror en los regímenes comunistas. Hoy por hoy su principal aportación concierne a la reflexión cada vez más profunda del fenómeno totalitario. Precisamente fue este asunto СКАЧАТЬ