Название: E-Pack Se anuncia un romance abril 2021
Автор: Varias Autoras
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Pack
isbn: 9788413757148
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–Tengo una última condición –dijo, retirando la mano.
–Dímela y se cumplirá.
Lauren se aferró a los brazos de la silla para refrenar el impulso que contradecía sus palabras.
–Bajo ninguna circunstancia volveremos a acostarnos.
Había accedido a ir a California para recuperar fuerzas, salvar su empresa y ayudar a que Jason asegurara su empleo. Pero se negaba a perder la cabeza otra vez. Y así ocurriría si se dejaba llevar por la atracción que ardía entre ambos.
Pero al mirar sus anchos hombros y brillantes ojos marrones, se preguntó si no sería peor el remedio que la enfermedad.
Desde el principio Jason había sabido que acabaría saliéndose con la suya. Y aunque Lauren le había dejado muy claro que no habría sexo entre ellos, él había visto la excitación en sus ojos y los pezones endurecidos bajo el jersey.
Aún había esperanza…
Durante el cómodo vuelo chárter que los llevó a San Francisco, sin embargo, Jason no intentó forzar la situación. Tenía dos semanas por delante para conquistar a Lauren y no iba a fastidiarlo todo el primer día por culpa de las prisas. Lo primero era acomodarla en su elegante residencia victoriana para que pasara la mejor noche posible.
Las farolas del Mission District iluminaban el interior del coche. Lauren pegó las manos a la ventanilla del Saab y ahogó un gemido de asombro.
–¡Tienes una casa!
–¿Te creías que vivía en el coche?
Ella se rió y volvió a mirar la casa mientras Jason conducía hacia el garaje.
–No tanto, pero sí te imaginaba en un típico apartamento de soltero… Qué jardinera tan bonita junto a la puerta. Y tiene flores, a pesar de estar en enero. Parece una casa muy hogareña.
Jason nunca había visto la casa desde esa perspectiva, y no sabía si le gustaba aquella definición.
–Cuando estaba en la Marina dormía en un camarote minúsculo. Necesitaba tener espacio para mí solo.
–Los bebés pueden hacer mucho ruido y ocupar mucho espacio…
–A menos que lleves una docena de marineros ahí dentro, no creo que tengamos problemas de espacio.
Le hizo un guiño y salió del coche para abrirle la puerta y conducirla bajo el techado que comunicaba el garaje con el edificio histórico. Había comprado la casa principalmente por su emplazamiento, pero mientras subía los escalones de la entrada lateral se fijó en los detalles a través de los ojos artísticos de Lauren. Una mansión victoriana de color gris con remates blancos, relucientes suelos de parqué, molduras de cornisa y ventanas con vidrieras policromadas.
–Es preciosa –dijo ella, girándose sobre sí misma. Sus apetitosas curvas tentaron peligrosamente a Jason.
–Me gusta estar en el centro de las cosas –repuso él, aflojándose la corbata.
–¿Quieres decir que ya no eres un adicto al trabajo? –pasó los dedos sobre la repisa de mármol de la chimenea y recorrió la habitación con una mirada de apreciación.
Jason sabía que Lauren encontraría la casa de su agrado. No la había comprado pensando en los dos, pero había tenido mucha suerte al elegir una vivienda que también le gustase a ella. ¿O quizá sería que ambos tenían algo en común?
–Tengo muy poco tiempo de ocio, por lo que me pareció sensato tener más a mano los restaurantes y clubes nocturnos.
Lauren tocó pasó la mano por la moldura del friso.
–Menudo hallazgo.
Jason dejó el equipaje de Lauren al pie de la escalera.
–La pareja que vivía aquí antes reformó todo el edificio, incluida la instalación eléctrica y las cañerías. Y por supuesto, modernizaron la cocina y los baños.
–¿Cómo tuviste la suerte de quedártela? –le preguntó ella, agitando su melena caoba al mirarlo por encima del hombro.
–Las reformas hicieron estragos en su matrimonio y parece que rompieron antes de acabarlas. En la bañera de la habitación de invitados aún estaban amontonados los materiales para empapelar las paredes –había estado tan ocupado con el asunto Prentice que hasta la semana anterior no había despejado ese cuarto de baño–. Ninguno de los dos podía pagar la casa por separado, de modo que la vendieron.
–Qué triste –dijo ella, abrazándose la cintura de tal modo que acentuó aún más sus curvas–. ¿No te molesta vivir en una casa con malas vibraciones?
–Me molestaría más pagar una cantidad adicional por tener una casa igual que ésta colina abajo.
–Entiendo –murmuró ella–. ¿Y los muebles?
Jason miró las paredes desnudas y las habitaciones casi vacías. En cada una de ellas había unas cuantas cajas apiladas. Él tan sólo había desempaquetado lo que iba necesitando.
–No he tenido tiempo de comprar nada. El piso de alquiler donde vivía antes estaba amueblado, de modo que al mudarme aquí sólo traje lo básico y seguí trabajando sin preocuparme por el mobiliario. Quería tener tiempo para adquirir los muebles adecuados, en vez de comprar un montón de trastos de los que luego me arrepintiera –le hizo un gesto para que lo siguiera–. Vamos a la cocina. Hay sillas y comida.
–Podrías contratar a un decorador –le propuso Lauren.
Las pisadas de ella resonaban en el pasillo, y su gemido de asombro al ver la espaciosa cocina lo hizo sonreír.
–No me corre prisa. Tengo todo lo que necesito –la acomodó en uno de los dos taburetes junto a la gran isla del centro, entre la cocina y el espacio del comedor–. Un sillón reclinable, un gran televisor y una cama con un buen colchón. Eso es todo lo que necesito.
Lauren frunció el ceño al sentarse y apoyar los codos en la encimera de granito brasileño.
–¿Dónde voy a dormir yo?
–En mi cama, por supuesto –abrió el frigorífico, sintiendo como le subía la temperatura corporal sólo por pronunciar aquellas palabras–. ¿Te apetece fruta? ¿Agua mineral?
–Sí, por favor –se levantó y aceptó las uvas y el agua que él le ofrecía–. En tal caso, espero por tu bien que tengas una cama o un sofá en la habitación de invitados.
A Jason le encantaba el modo que tenía de responder a sus provocaciones, sin soliviantarse ni fingir indignación.
–Esa habitación tampoco está amueblada. Yo dormiré en el sillón, hasta que encargue otro colchón.
–Te advierto que no voy a compadecerme de ti ni a invitarte a que compartas la cama conmigo –dijo ella, tomando un gran sorbo de agua.
–No tienes corazón… –deslizó una mano por detrás СКАЧАТЬ