Название: ¿Hubo socialismo en la URSS?
Автор: Jaime Canales Garrido
Издательство: Bookwire
Жанр: Изобразительное искусство, фотография
isbn: 9789874039224
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De lo expuesto, diáfana, dimana la idea de que no es el proletariado el que promueve y práctica la violencia sin tener causas para hacerlo. De hecho, lo que siempre ha hecho la clase obrera es reaccionar contra la violencia de la burguesía, y, en el caso del proletariado triunfante en la revolución social, fue responder a la violencia centuplicada de los capitalistas y terratenientes que habían sido aventados del poder. Así fue en la época del “terror blanco”, también lo fue parcialmente en los tiempos de la colectivización. Y esta violencia, innegablemente, mortificó a Millas.
Llegamos -por decirlo de alguna manera- a la “conclusión-madre”: hay violencia porque hay resistencia, porque hay… lucha de clases, sobre todo en las primeras fases o tránsitos de la dictadura del proletariado.
Por eso, Lenin aboga el poder obrero, en términos que, sin duda alguna, incomodan a los melifluos defensores de la no-violencia per se: “Más cuando el Estado sea proletario, cuando sea una máquina de violencia del proletariado sobre la burguesía, entonces seremos partidarios, plena e incondicionalmente, de un poder firme y del centralismo” 16.
No olvidemos que es Lenin el que se declara partidario del centralismo: el principio fue asentado.
Considerando que todo lo que era necesario señalar sobre la dictadura del proletariado, teniendo como paño de fondo las opiniones de Orlando Millas, ha sido hecho, terminaremos estos comentarios con uno de los más notables análisis de la dictadura del proletariado en una síntesis magistral de Lenin: “La dictadura del proletariado es la guerra más abnegada e implacable de la nueva clase contra un enemigo más poderoso, contra la burguesía, cuya resistencia se ve decuplicada por su derrocamiento -aunque no sea más que en un país- y cuyo poderío consiste no sólo en la fuerza del capital internacional, en la fuerza y la solidez de los vínculos internacionales de la burguesía, sino, además, en la fuerza de la costumbre, en la fuerza de la pequeña producción. Porque, por desgracia, queda todavía en el mundo mucha, muchísima pequeña producción, y esta engendra capitalismo y burguesía constantemente, cada día, cada hora, de modo espontáneo y en masa. Por todos esos motivos, la dictadura del proletariado es imprescindible, y la victoria sobre la burguesía es imposible sin una guerra prolongada, tenaz, desesperada, a muerte; una guerra que requiere serenidad, disciplina, firmeza, inflexibilidad y voluntad única” 17.
Entretanto, ante semejantes enunciados, irrumpe, pertinente, una interrogante, que nos conmina a cavilar: ¿Cómo construir el socialismo sin acabar con la propiedad privada -léase: propiedad sobre los medios de producción-, aceptando, por un lado, la existencia de diversas áreas de la economía -incluidas pequeñas, medianas y grandes empresas- y, por otro, pretender y proclamar que se está avanzando hacia el socialismo?
Ahora bien, retomando el tema de las diferencias entre la dictadura del proletariado y la de la burguesía, es menester recalcar que incluso la democracia parlamentaria más desarrollada no deja de ser, formalmente, una democracia burguesa, es decir, una de las formas de la dictadura de la burguesía.
La única forma probada de que las mayorías se hagan, efectivamente, del poder político es por medio de un cambio radical de la sociedad, esto es, revolucionariamente. Pero, para que el cambio revolucionario pueda triunfar definitivamente, no solo es condición indispensable que, entre la conquista del poder político por el proletariado y la supresión de las clases, medie un período de dictadura de una sola clase, sino, además que esa clase sea capaz de “… romper ideológicamente con todas las concepciones democrático-burguesas, con toda la charlatanería pequeñoburguesa de la libertad e igualdad en general…” 18.
La dictadura del proletariado sólo puede existir en la forma de democracia socialista, lo que implica, en primer lugar, una democracia real para la mayoría de los trabajadores y, por lo general, una restricción de la democracia formal para los estratos explotadores y pequeñoburgueses. Como es de todos sabido, todo depende en manos de quién está el poder político: “El problema fundamental de toda revolución es, indudablemente, el problema del poder. Lo decisivo es qué clase tiene el poder” 19.
Las diferencias en la esencia de clase también dan lugar a diferencias en las formas de la dictadura del proletariado. Cualquiera que sea la forma que adopte esta dictadura, siempre se apoyará en los órganos de poder del tipo soviético o democráticos populares -radicalmente diferentes a los órganos de poder de todas las formas de Estados burgueses-, en un aparato estatal, en principio, distinto, cuya tónica es la incorporación masiva de amplias capas de trabajadores a la vida política activa.
En Rusia, esa organización surgió en la forma de los “Soviets de Diputados Obreros, Campesinos y Soldados” (en lo sucesivo, Soviets), creados durante la revolución de 1905. Los Soviets se diferenciaban de todas las formas de democracia representativa hasta entonces conocidas, porque en ellos estaba representado, de modo directo, el propio pueblo, y no los partidos políticos. “Los pobres jamás consideran instituciones ‘suyas’ los parlamentos burgueses, ni siquiera en la república capitalista más democrática del mundo. Los Soviets, en cambio, son instituciones ‘propias’, y no ajenas, para la masa de obreros y campesinos”20.
La naturaleza de la dictadura burguesa de ninguna manera cambia por el hecho de que las fuerzas políticas comunistas o socialistas puedan tener temporalmente representación en los órganos legislativos y ejecutivos del Estado burgués. El cambio de personas en el gobierno no se transformará en el cambio de la dictadura de clase, porque, para ello, hay que destruir el Estado burgués y llevar a cabo el correspondiente cambio de las bases constitucionales, nacionalizar o confiscar las palancas fundamentales de la economía y asegurar la dominación ideológica del marxismo-leninismo.
Es importante tener en cuenta que el carácter proletario de la dictadura tampoco cambia por el hecho de que el partido comunista -vanguardia de la clase trabajadora- pueda, en cualquier momento, entrar en alianzas y coaliciones temporales con las fuerzas revolucionarias y democráticas -como ocurrió en la Rusia Soviética a partir de octubre de 1917 y en el período comprendido entre marzo y julio de 1918- cuando los partidos socialistas revolucionarios pequeñoburgueses y, parcialmente, algunos anarquistas estuvieron representados no solo en los Soviets -en los congresos de los Soviets y en muchos consejos locales-, sino también en el Consejo de Comisarios del Pueblo, la Cheka y otros órganos ejecutivos del joven Estado proletario.
Otra diferencia entre la dictadura del proletariado y la dictadura burguesa -que es el resultado inevitable del modo de producción capitalista- consiste en que, si esta última es necesaria a los capitalistas durante todo el período histórico de su dominio de clase, la primera, en cambio, es necesaria a la clase obrera de modo absolutamente temporal -sólo para la construcción de una sociedad socialista sin clases-, y por eso está, en principio, limitada por los marcos históricos de la transición del capitalismo al comunismo. Por lo tanto, alcanzado el objetivo final del proletariado en esta fase -la construcción de una sociedad socialista sin clases- ese será, al mismo tiempo, el momento de la autodestrucción del proletariado como clase y de la dictadura como forma de Estado.
Como ya quedó registrado -pero siempre es bueno repetirlo- el período de la dictadura del proletariado comienza en el mismo momento del triunfo de la revolución socialista y continúa hasta la victoria completa y final del socialismo, es decir, hasta el momento en que СКАЧАТЬ