Название: Decadencia
Автор: Adrian Andrade
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Universo Adriático
isbn: 9789942868176
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La zona se miraba en ruinas desde el cielo como lo había mencionado el Sargento. Desde el incidente eléctrico nada verde volvió a crecer, la tierra era pura ceniza y lo único en pie eran edificaciones malgastadas.
El helicóptero aterrizó con extrema cautela cerca del lago, sólo descendieron el Dr. Berger, el sargento Randall y el cabo Hudson. El resto del personal permaneció a bordo del transporte el cual guardaba altura en caso de una emergencia imprevista.
De forma sigilosa el Sargento llevó a cabo el reconocimiento del lugar para prevenirse de trampas o ataques sorpresas. El Cabo iba en la retaguardia con sus oídos enfocados hacia los lados por si escuchaba otros pasos aparte del trío. Sin poder ocultar sus nervios, Berger se encontraba justo en medio de los dos como era de anticiparse.
El ambiente era demasiado silencioso, inclusive el lago permanecía inmóvil. Esta escasez de vida había sido causa de la explosión accidental de un misil FMX en procesamiento. Antes de la extinción natural, la isla de Paoha gozaba de un ambiente exótico con exquisita vegetación y abundancia de aves, conejos y ardillas.
El Sargento registró unas huellas entre las cenizas e hizo una señal al Cabo y al Doctor para que estuvieran en alerta. El rastro terminaba cerca de las edificaciones donde solían estudiarse los componentes por separado del FMX y sus posibles alcances como consecuencias.
El trío permaneció en completo silencio al ingresar adentro de la edificación. El lugar se miraba claro por los huecos en el techo. Con discreción caminaron entre los escombros cuidándose de no pisar algunos clavos o tropezarse con las varillas. Encajarse en uno de estos metales regados podría ser bastante doloroso y hasta venenoso.
De repente algo se quebró, el Sargento apuntó directo al sonido, resultando en una falsa alarma. Berger había tirado accidentalmente una lámpara al suelo. El Sargento movió la cara con negatividad y dobló a la izquierda donde sintió pisar una bala.
El Cabo se acercó y tomó la bala para analizar el tipo de arma a la cual pertenecía, la sujetó con sus dedos y dio un sorbo. Hudson poseía capacidades desarrolladas con el tacto y paladar, tocar y probar los objetos le ayudaba a obtener información sobre sus respectivos enemigos.
—Cabo, hábleme.
—La bala fue disparada hace quince o veinte minutos.
—¡Imposible, los hubiéramos escuchado! —interrumpió Berger.
—El arma es diferente, no reconozco los modelos probables porque la bala ha sido alterada, podría tratarse de un prototipo.
—¿Más humanoides? —el Sargento observó a Berger para obtener respuestas.
—Sean lo que sean, ya se marcharon —concluyó el Cabo.
—Será mejor regresar al Sector Cero.
Berger se quedó callado ante la sugerencia del Sargento.
—¡Qué fue eso! —gritó Berger al filtrarse un movimiento al otro lado de la pared quebrada.
—Cabo —el Sargento le dio la señal de colocarse atrás de él.
Los dos soldados colocaron sus armas en frente y se prepararon para invadir. El Sargento se adentró a un laboratorio en donde Elder yacía acostado en una mesa, rodeado de muebles rotos. Hudson miró a las esquinas para neutralizar la posible emboscada.
—¡Despejado! —confirmó el Sargento seguido del Cabo.
Berger notó la luz parpadeante al entrar al laboratorio. La batería de emergencia parecía estar en su mínima capacidad por la escasa iluminación que había. El Sargento inspeccionó el perímetro afuera del laboratorio sin lograr encontrar nada.
—¿Es lo que buscaba? —preguntó el Sargento.
—Sí —respondió Berger con satisfacción.
—¿Por qué lo habrán dejado? —susurró Hudson.
—Será cuestión de interrogarlo —afirmó el Sargento mirando a Elder.
—Lo siento Sargento, pero está fuera de su jurisdicción —notificó Berger—. Ahora llévenselo al helicóptero, antes de que regresen los otros.
—Sí Dr. Berger —asintió enfocándose al Cabo— Hudson.
Hudson hizo un gesto de inconformidad tras comprender la orden. Colocó a Elder en sus hombros y lo cargó todo el camino de regreso al helicóptero, acompañado del Sargento y el Doctor quien no dejaba de apresurarlos.
El viaje hacia el Sector Cero se realizó esta vez sin interrupciones. Marcus y Theresa esperaban con anticipación conocer a Elder, quien adquiría un poco de conciencia. Por otra parte, Tyson comenzó a tocarse la cabeza conforme recuperaba la conciencia.
El personal autorizado del Sector Cero se encontraba preparado para la atención médica y la aplicación de los estudios tanto físicos como psicológicos. Contaban con décadas sin un nuevo espécimen y sobretodo vivo.
Para su desgracia, los primeros trece meses de investigación resultaron en vano, no daban con nuevos datos más que los mismos relacionados a su físico.
En cuanto a los recuerdos, antes de su llegada y lo que pasó en Mono Lake, seguían siendo un absoluto misterio para los tres doctores y como tal eran presionados para hallar las respuestas anexadas a las tragedias climatológicas.
* * *
La habitación retumbó con más fuerza de lo común que Elder se cubrió con las sábanas blancas para tranquilizarse. Los temblores lo ponían nervioso por el miedo de quedar enterrado entre los escombros. Los movimientos de la cama en la oscuridad, le traían sucesos limitados del pasado como pequeñas piezas de un rompecabezas que debían unirse para revelar el gran secreto, aunque todavía había huecos por llenar y piezas por encontrar.
Algo daba por seguro, nunca sabría su pasado previo al choque en el parque. Tan siquiera comenzaba a recordar imágenes sobre lo sucedido en la isla Paoha, pero desde un enfoque distorsionado.
Los diálogos usados durante la sesión en el laboratorio abandonado eran confusos, las palabras inexactas y resumidas en oraciones directas; después su memoria revivía el sofocante y ardiente calor, estando a segundos de ser quemado vivo en la nave. Luego se fusionaba con el rostro de su rescatista, recordando la forma en que mencionaba su nombre con ese acento característico.
¿Quién era él y por qué lo había abandonado? Eran las preguntas con las que cargaba todos los días en su habitación disfrazada de celda.
Entre otros sueños: su mente revivía la caída del helicóptero cerca del Mono Lake, después profundizaba en el laboratorio destrozado, rodeado de varios extraños con rifles a excepción de una mujer cuya presencia le era familiar.
Poco a poco se fueron saliendo en pares cargando bolsas negras. Infiriendo que se trataban de cadáveres. Aquella mujer lo miró con una sensación de melancolía, remordimiento y esperanza. Era difícil deducirse porque esas imágenes eran brevemente insuficientes СКАЧАТЬ