Fundamentos teóricos e históricos de la dirección y la actuación escénicas. Rolando Hernández Jaime
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СКАЧАТЬ cognoscitivas, técnicas y artísticas que debe cumplir para el cultivo del arte teatral. Estos valores que potencian sus posibilidades como artista demandan un permanente enriquecimiento de sus capacidades mentales; a ellos se debe prestar una atención muy especial y permanente en el proceso de formación de un director.

      Gusto estético definido

      Esta cualidad, como casi todas las del ser humano, puede ser congénita, pero también se puede cultivar y educar. El buen gusto, aunque es algo intangible, solo apreciable por los sentidos, es sustrato de todo lo que se vincula con la estética y, por lo tanto, caracteriza toda obra de arte. El gusto estético es un elemento no palpable de forma externa, pero de absoluta fuerza, sobre todo en el campo del arte; por ello, es un aspecto de suma importancia en la formación de todo artista.

      Cuando de un director de teatro se trata, el cuidado en el desarrollo de este sentido adquiere mayor importancia, porque la obra que él crea no se concreta en él mismo, sino que se materializa a través de otros —fundamentalmente, del actor—; en consecuencia, el sentido del gusto del director debe estar tan definido y tener tanta fuerza como para que logre inculcarlo en aquellos con quienes construye la obra de arte que es la representación escénica.

      Dominio del arte de la organización y la composición

      En buena medida, el trabajo del director en la escena se vincula con la tarea casi permanente de ordenar y componer todos los elementos que allí aparecen, para lograr que expresen lo correspondiente a cada una de las situaciones dramáticas, incluyendo la expresión del cuerpo del actor y su disposición en el espacio. El dominio del arte de la composición se deriva del sentido de la organización que debe poseer el director, quien, en esencia, es un organizador, pues su función, en gran medida, es distribuir y organizar todos los elementos que intervienen en la escena, tanto los externos como los internos que se vinculan con cada creador del espectáculo, particularmente con el actor. Esta labor de ordenamiento lo abarca todo, incluso, y de forma muy importante, los componentes internos, es decir, los procesos mentales, los sentimientos, las acciones y reacciones que debe expresar el actor en escena, los cuales tienen que ser ordenados en el tiempo y en sus intensidades, pues deben corresponder con los momentos en que la acción dramática los requiera.

      En suma, el dominio del arte de la organización y la composición es un rasgo esencial en la profesión del director de escena. La predisposición hacia él puede, en cierta medida, estar implícita en sus otras cualidades, pero esta requiere atención y entrenamientos específicos en los periodos de formación, entrenamiento y desarrollo.

      Cualidades y habilidades sicológicas

      El teatro, como el arte más directa y ampliamente apegado a la naturaleza humana, exige de su director el conocimiento de la misma. De allí que este deba conocer el comportamiento del ser humano y los parámetros que rigen su conducta. Es tal la importancia de esta ciencia para el cumplimiento de las funciones de un director de teatro, que no es descabellado afirmar que, de cierta forma, él es una especie de sicólogo. Esta afirmación tiene una razón esencial, pues en la escena aparecen complejos seres humanos que deben ser representados, independientemente del estilo que se emplee en la puesta, con su complicado mundo interior y reflejando las diferentes aristas que caracterizan sus personalidades.

      Si se tiene en cuenta que el instrumento con el que se integra y modela cada personaje que aparece en la escena es también un ser humano, se comprenderá que no solo son necesarios profundos conocimientos de sicología, sino que además el director debe poseer habilidades que le permitan aplicar con efectividad esos conocimientos.

      Otro elemento por el cual es imprescindible la profundidad de conocimientos sicológicos del director es que, generalmente, en un espectáculo hay varios personajes. Estos no son arquetipos que se repiten en cada obra —como en la Comedia del arte italiana—, sino que exigen una diferenciación sicológica. En la figura 1.1 expongo las diferentes etapas o facetas de este importante aspecto del trabajo del director.

      Figura 1.1 Destrezas del director para su trabajo con el actor

      Cualidades y destrezas pedagógicas

      Una vez que el director conozca cómo es el comportamiento del ser humano —y, en correspondencia, el del actor— y los parámetros que rigen sus conductas y comportamientos, debe conocer entonces también cuáles son las formas y los recursos que debe emplear para lograr el desarrollo más eficaz de esos comportamientos y esas potencialidades.

      En coincidencia con ello, en lo pedagógico, el director de teatro debe dominar los métodos más apropiados para orientar y conducir la actividad de ese ser humano tan específico que es el actor. En esta esfera, su trabajo cumple con una doble condición: por un lado, tiene a un ser humano con una formación y una experiencia muy concreta en el terreno del teatro, formación y experiencia que no debe violentar en los procesos de trabajo con él; por otro lado, cuenta también con las características propias del teatro, que determinan en él, como director, una forma también concreta y específica de hacerlo. Esto lo obliga, independientemente de la formación que ya posee el actor, a formarlo en esa manera específica en que él materializa el hecho teatral.

      Los conocimientos y el dominio de las leyes de la pedagogía son medulares en la práctica teatral, pues gran parte de la actividad y los recursos que emplea el director en su trabajo, sobre todo con el actor, son principios y normas pedagógicas.

      Una de las áreas más importantes del trabajo de dirección escénica es la formación y el desarrollo de capacidades, conocimientos, formas, maneras de hacer y de conducirse que le permitan al actor y al colectivo teatral enfrentar las características de los personajes y los diferentes fenómenos de la vida que se reflejan en los múltiples aspectos del desarrollo humano que se tratan en las obras dramáticas.

      Permanentemente, el director debe educar y entrenar a los actores para que, con su mente y su cuerpo, puedan interpretar este complejo mundo, con el sentido y la veracidad que exigen el arte escénico y en la forma particular como él y su colectivo lo desean realizar.

      Capacidad de subordinar diferentes elementos a una idea

      Esta, más que una cualidad, es una capacidad que debe tener el director. Él debe ser capaz no solo de seleccionar los elementos necesarios para la expresión de una idea, un concepto o una situación dramática, sino que también debe lograr que esos elementos se integren de manera orgánica a aquellos factores de comunicación artística que se correspondan con la concepción del espectáculo que está conformando. También debe saber unir todos los elementos diferentes de la puesta en escena y ponerlos en función de las ideas y los postulados que la sustentan, para lograr la necesaria unidad de su obra de arte.

      Capacidad de trabajar en equipo

      La producción de un espectáculo teatral requiere un amplio grupo no solo de artistas, sino también de técnicos, personal administrativo y de servicios (la mayor parte de ellos, también creadores, en ocasiones con amplia experiencia y conocimientos en cada una de sus especialidades). El director debe tener la capacidad de trabajar con todos, de manera personalizada, pero no independiente, sino de forma unida y cohesionada. Recordemos que el director es el líder de ese colectivo, de cuyo liderazgo depende, en muy buena medida, la efectividad técnico-artística del espectáculo.

      Capacidad de sentir el ritmo de su época, ser un miembro activo de la sociedad y la comunidad donde vive

      Dada la cercanía del arte teatral con la vida, al director de teatro le es imprescindible el contacto permanente con la realidad que lo circunda, y la única forma realmente efectiva para conocer esa realidad es viviéndola.

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