Fundamentos teóricos e históricos de la dirección y la actuación escénicas. Rolando Hernández Jaime
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Fundamentos teóricos e históricos de la dirección y la actuación escénicas - Rolando Hernández Jaime страница 6

СКАЧАТЬ en sus trabajos prácticos. Todas las asignaturas deben estar en función de la formación de directores. En consecuencia, se recuerda que ese es el objetivo de este texto, no el de orientar la formación de un actor, aunque pueda estar implícita esa posibilidad, si es que el lector o alumno que lo estudie tiene las condiciones y posibilidades para ello.

      Los conocimientos y el rigor teórico tienen mucha importancia en la formación y la profesión de un director de teatro, pero lo decisivo en él es la práctica; por eso se debe estimular en el director la capacidad de amar el ensayo, el estudio y la práctica teatral en las formas más ampliamente posibles. Es imprescindible que, más allá del cúmulo de actividades con que los directores-alumnos estén comprometidos, se propicien los espacios y se planifiquen los horarios en que ellos apliquen por sí mismos, colectiva e individualmente, los conocimientos recibidos en clase, que posteriormente deben someter al criterio del profesor y a la consideración del público.

      Los profesores de los estudiantes de dirección no deben dirigir sus ejercicios prácticos como si se tratara de estudiantes de actuación, sino que deben guiarlos y entrenarlos para el trabajo independiente, estimulando de manera permanente sus capacidades para la conducción de los disímiles procesos teatrales.

      Es importante propiciar el contacto permanente de los estudiantes con el medio escénico y con los hacedores del teatro e intentar que ese contacto no se limite a los encuentros con los profesionales más reconocidos de su entorno y a presenciar tantas puestas en escena como les sea posible, sino que los alumnos también puedan conocer de primera mano cómo son los procesos de trabajo y la realización en ensayos, presentaciones y otras actividades de esos profesionales.

      Durante las etapas de estudio se deben planificar presentaciones periódicas de ejercicios y trabajos de clase ante el público, según el programa de estudio de cada institución. Las presentaciones, no solo como hechos artísticos, sino —y sobre todo— como procesos docentes, son muy importantes en la vida del estudiante; pero, para que estas cumplan su función, siempre deben responder a las normas que rigen las diferentes etapas de madurez intelectual y cognoscitiva por las que transita el alumno en los ciclos de su vida como estudiante.

      En los programas de estudio deben estar contemplados los conocimientos y las habilidades por los que se debe regir la formación del director, sin posibilidad a la banal improvisación de elementos que no contribuyan a su preparación y sin violentar procesos y etapas que puedan ser significativas en su desarrollo. La garantía del estricto cumplimiento de los programas de estudio debe estar firmemente vinculada con la sólida preparación de los profesores que los impartan.

      En los primeros ciclos de preparación, al estudiante se le debe enseñar la técnica básica de su carrera, que está integrada por el teatro dramático aristotélico, fundamento del arte teatral (arte dramático), así como por las premisas formativo-metodológicas de las Leyes teatrales de Stanislavski: único procedimiento universal para la formación de actores y directores. En las “Leyes” están incluidas no solo las enseñanzas de Stanislavski, sino también las de sus alumnos directos y las de sus continuadores. Ya en las etapas finales de la formación de los directores —que trataré en libros posteriores—, se debe completar su formación, entre otros temas, con el estudio de los principales aportes de las técnicas que complementan y enriquecen el arte teatral, desde la Comedia del arte hasta las técnicas más modernas de nuestros días.

      1.3.1 Cualidades y capacidades profesionales del director

      En este apartado me referiré a las principales cualidades y capacidades que deben tenerse en cuenta como principios generales para la formación de un director de teatro. En el uso cotidiano, los conceptos de “cualidad” y “capacidad” suelen usarse de manera un tanto indiscriminada y ambigua. Cualidades y capacidades son múltiples, pero las últimas se distinguen por tener un sentido más específico y ser, a su vez, cualidades. Se refieren concretamente a la posibilidad o predisposición de las personas para dedicarse al ejercicio efectivo de alguna actividad; mientras que las cualidades aluden a los signos más generales de esas personas en su manera de ser y comportarse. Como he venido diciendo, múltiples son las cualidades y capacidades que un arte tan multifacético como la dirección escénica exige de la persona que se dedique a su cultivo. A continuación, expondré las que considero más importantes.

      Amplia cultura

      Ninguno de los conocimientos del saber humano le es ajeno al teatro, ya que la realización escénica exige, a quien guía su proceso, amplios conocimientos culturales en varias esferas del saber. En primer lugar, porque el director debe estar capacitado para orientar al amplio equipo de técnicos y especialistas que participan en una puesta en escena; en segundo lugar, porque en las obras se tratan diversos aspectos de la vida de cualquier país y época.

      Para que el futuro director pueda cumplir las complejas tareas que le esperan, el profesor debe tratar de depositar en él un rico y variado cúmulo de información y conocimientos; pero, sobre todo, con ayuda del profesor, el estudiante debe desarrollar hábitos y habilidades que le permitan continuar enriqueciendo su cultura de forma independiente.

      Amplia experiencia de la vida, desarrollada a partir de sus capacidades de atención y observación

      Las capacidades de atención y observación, como base del conocimiento sobre el mundo que nos rodea, son fundamentales en todo artista, pero, en este caso, por la multiplicidad de campos del saber y del arte que abarca el teatro, son capacidades imprescindibles del director.

      El director de teatro debe ser, ante todo, un profundo conocedor de la vida; a ello está obligado, pues la tarea principal de este arte es el reflejo de las problemáticas de la vida y los seres humanos, por lo cual, sin duda, el teatro es la manifestación artística que de forma más directa realiza esta función (que, de diferentes maneras, cumple también toda obra de arte), y recordemos que el director es el principal responsable de que esto se cumpla. Quizás alguien podría rebatir y aducir que ese papel le pertenece al dramaturgo —y es cierto que a este le corresponde una parte importante en la ejecución de la misma—, pero esto solo es así en el plano literario: en lo material y concreto, el reflejo de la vida en la escena, sin duda, el rol protagónico le corresponde al director.

      Patrice Pavis (1988) dice: “La puesta en escena consiste en trasponer la escritura dramática del texto (texto escrito y/o indicaciones escénicas) en escritura escénica”. Y Adolphe Appia (citado en Tolmácheva, 1946: 194): “El arte de la puesta en escena es el arte de proyectar en el espacio lo que el dramaturgo ha podido proyectar solo en el tiempo”. Por lo tanto, al dramaturgo literario o teórico-práctico le corresponde la autoría de la estructura y los contenidos del texto por el que se guía la puesta en escena, pero el dramaturgo práctico de los infinitos matices técnico-artísticos de lo que aparece en la representación escénica del texto es el director, pues es él quien descubre y emplea el amplio conjunto de elementos que exige una escenificación, que, aunque pueden estar sugeridos, no aparecen explícitamente en el texto.

      El director debe basar su conocimiento de la vida en el desarrollo de su capacidad de atención y observación, y en la realización de una labor social muy activa, que le permita sentir el latido de los acontecimientos de la vida que le rodea y conocer las características y las exigencias de los seres humanos del tiempo que le tocó vivir, pues el teatro tiene una profunda dosis de significación vivencial y, por ende, social.

      Fantasía, imaginación y capacidad creativa, basadas en su capacidad de pensar en imágenes

      El director debe ser capaz de pensar en imágenes, de ser un fantaseador o imaginador, términos no comunes en lengua hispana, pero muy ilustrativos de lo que ocurre en la mente de todo artista, pues esta es una cualidad básica y consustancial a su profesión. La capacidad de pensar en imágenes es la que le permite fantasear, imaginar y crear.

      El desarrollo СКАЧАТЬ