Un cuento de magia. Chris Colfer
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Название: Un cuento de magia

Автор: Chris Colfer

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия:

isbn: 9789877476521

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СКАЧАТЬ creyó haber oído mal a Brooks. Ella estaba segura de que la respuesta de Barrie era correcta; podía visualizar la página exacta del libro de derecho en el que lo había leído. Barrie lucía igual de confundido que su hermana. Barrie giró hacia el Juez Evergreen, con la esperanza de que su padre corrigiera a su hermano, pero nunca levantó la vista de sus hojas.

      –Te daré otra –dijo Brooks–. ¿En qué año la pena de muerte pasó de ser arrastrar y descuartizar a decapitar?

      –¡Cielos santos, Brooks! ¡Estamos comiendo! –lo regañó la señora Evergreen.

      –Eso fue… eso fue… –musitó Barrie mientras intentaba recordar–. ¡Eso fue en el año 567!

      –Incorrectoooo, de nuevo –canturreó Brooks–. La primera decapitación pública no ocurrió sino hasta el año 568. Ah, vaya, no eres muy bueno en este juego.

      Barrie comenzó a dudar de sí mismo y su confianza se desplomó al igual que su postura. Brystal se aclaró la garganta para captar la atención de Barrie, con la esperanza de dejar en evidencia el juego de Brooks con una mirada, pero Barrie no la escuchó.

      –Intentemos algo simple –dijo Brooks–. ¿Puedes nombrar los cuatro tipos de pruebas que necesita un acusador para culpar a un sospechoso de homicidio?

      –¡Esa es fácil! –contestó Barrie–. Un cuerpo, un motivo, un testigo y… y…

      Brooks disfrutaba ver a su hermano esforzándose por encontrar la respuesta.

      –Ya estás muy lejos, intentemos con otra –dijo–. ¿Cuántos Jueces se necesitan para apelar la sentencia de otro Juez?

      –¿De qué estás hablando? –preguntó Barrie–. ¡Los Jueces no pueden apelar!

      –Otra vez, incorrecto –dijo Brooks con una voz chillona que recordaba al graznido de un cuervo–. No puedo creer lo poco preparado que estás; en especial, por todo el tiempo que has estado estudiando. Si yo fuera tú, rezaría porque el examinador esté enfermo.

      Todo el color desapareció del rostro de Barrie. Abrió los ojos bien grandes y apretó las tarjetas con tanta fuerza que comenzó a doblarlas. Lucía igual de desesperanzado y asustado que cuando Brystal lo encontró en la sala de estar. Cada rastro de autoestima que ella le había implantado había sido demolido para la diversión de Brooks. No podía soportar otro minuto más de su juego cruel.

      –¡No lo escuches, Barrie! –gritó ella y la habitación se quedó en silencio–. ¡Brooks te está haciendo preguntas capciosas a propósito! Primero, el castigo por invadir propiedad privada son tres años en prisión y el castigo por invadir propiedad de la realeza son cincuenta años; ¡solo son cinco o sesenta si la propiedad recibe daños! Segundo, la primera decapitación pública fue en el año 568, pero la ley cambió en el año 567, ¡tal como tú dijiste! Tercero, no hay cuatro elementos que se necesitan para culpar a un sospechoso de homicidio, solo son tres; ¡y los dijiste todos! Y cuarto, los Jueces Ordinarios no puede apelar la sentencia de otro Juez Ordinario, solo un Juez Supremo puede anular una…

      –¡BRYSTAL LYNN EVERGREEN!

      Por primera vez en toda la mañana, el Juez Evergreen encontró una razón para levantar la vista de sus hojas. Su rostro estaba completamente rojo y las venas se marcaban sobre su cuello al gritar tan fuerte que todos los platos sobre la mesa temblaron.

      –¡Cómo te atreves a regañar a tu hermano! ¿Quién te crees que eres?

      Le tomaron algunos segundos a Brystal recuperar la voz.

      –P-p-pero, papá, ¡Brooks no está diciendo la verdad! –gritó–. Yo… yo no quiero que Barrie desapruebe su…

      –¡No me importa si Brooks dice que el cielo es violenta, no es correcto que una niña corrija a un hombre! Si Barrie no es lo suficientemente listo como para darse cuenta de que lo están engañando, ¡entonces no tiene por qué ser Juez Adjunto!

      Algunas lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de Brystal y tembló en su asiento. Miró a sus hermanos para encontrar apoyo, pero estaban igual asustados que ella.

      –Lo… Lo siento, papá…

      –¡No tienes derecho a saber nada de lo que acabas de decir! ¡Si te encuentro leyendo de nuevo, que Dios me juzgue, pero te echaré a la calle!

      Brystal volteó hacia su madre, rogando que no mencionara nada sobre los libros que había encontrado en su habitación esa mañana. Al igual que sus hijos, la señora Evergreen permaneció quieta y en silencio, como un ratón ante la presencia de un halcón.

      –N-n-no, no he estado leyendo…

      –¿Entonces de dónde aprendiste todo eso?

      –Su-su-supongo que de escucharlos a Barrie y Brooks. Siempre están hablando de leyes y la corte en la mesa…

      –¡Entonces tal vez sea mejor que comas afuera hasta que hayas aprendido a no entrometerte! ¡Ninguna hija mía va a desafiar las leyes de este reino con una actitud arrogante!

      El Juez continuó gritando la decepción y el desprecio que sentía por su hija. Brystal no era ajena al temperamento de su padre; de hecho, apenas le hablaba salvo cuando él le gritaba, pero nada era peor que recibir toda su ira. Con cada latido de su corazón, Brystal se hundía cada vez más en su silla y contaba los segundos para que terminara. Por lo general, si no dejaba de gritar antes de llegar a cincuenta, la ira de su padre podía convertirse en algo físico.

      –¿Eso es un carruaje? –preguntó la señora Evergreen.

      La familia se quedó en silencio mientras intentaban escuchar lo que la señora Evergreen había oído. Unos momentos más tarde, el leve tintineo de unas campanas y un galope fuerte inundó la casa a medida que el carruaje se acercaba afuera. Brystal se preguntaba si su madre en verdad lo había oído o si su interrupción solo fue oportuna.

      –Será mejor que los tres se preparen antes de que lleguen tarde.

      El Juez Evergreen y sus hijos tomaron sus cosas y salieron para encontrarse con el carruaje afuera. Barrie se tomó su tiempo para cerrar la puerta principal detrás de él y despedirse de su hermana.

      –Gracias –le gesticuló con la boca.

      –Buena suerte hoy –le respondió ella.

      Brystal se quedó en su asiento hasta estar segura de que su padre y sus hermanos estuvieran lejos en el camino. Para cuando recuperó sus sentidos, la señora Evergreen ya había limpiado la mesa del comedor. Brystal fue hacia la cocina para ver si su madre necesitaba ayuda con los trastos, pero se encontró con que no estaba limpiando. En cambio, estaba sobre el lavabo, mirando los platos sucios con intensidad, como si estuviera perdida en un trance.

      –Gracias por no mencionarle los libros a papá –le dijo Brystal.

      –No deberías haber corregido a tu hermano de esa forma –dijo la señora Evergreen en voz baja.

      –Lo sé –contestó Brystal.

      –Lo digo en serio, Brystal –dijo su madre СКАЧАТЬ