Historia de los abuelos que no tuve. Ivan Jablonka
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Historia de los abuelos que no tuve - Ivan Jablonka страница 5

Название: Historia de los abuelos que no tuve

Автор: Ivan Jablonka

Издательство: Bookwire

Жанр: Философия

Серия:

isbn: 9789875994478

isbn:

СКАЧАТЬ al ver la foto). Apretada entre sus dos hermanos, Henya es una preciosura; luce una boina y mira poéticamente el vacío. Parece tener unos 12 o 13 años: estamos a finales de los años veinte.

      Los años pasan y Henya se emancipa. Se queja, me cuenta su hija mientras visitamos las ruinas de Cesárea en Israel, porque los abrigos nuevos siempre son para Reizl, su hermana mayor, que a cambio le da sus harapos. Henya quisiera un tapado propio, algo que pueda estrenar. Consejo familiar: solicitud aprobada. Van al sastre, negocian el precio, eligen la tela, toman las medidas. Entretanto, Reizl anuncia que se va a la Argentina para reunirse con Simje. Entonces, ¿adivinen qué sucede? El tapado fue para ella.

      Este episodio da la imagen de una Reizl dominante, aplastante. Pero he aquí lo que esta le revela a su hija setenta años después, en su lecho de muerte, en un geriátrico del conurbano bonaerense. En Parczew, hay un chico del que está locamente enamorada. El viejo Shloyme consiente el matrimonio y va al encuentro del otro padre. Charlan. Se entienden. Pero no bien recibe la dote, el joven se manda mudar y desaparece sin dejar rastro alguno. Reizl se va entonces a esconder su pena y su vergüenza a Chelm, una ciudad cercana de 30.000 habitantes. Según su hija, esa herida explicaría su partida a la Argentina en 1936. “Nunca amé tanto a un hombre”, suspira la tía antes de entregar su alma.

      Parczew es una aldea del interior del país, como tantas miles que existen en todo el mundo, con su calle principal, su supermercadito, sus tiendas de regalos espantosos y ropa pasada de moda, sus edificios administrativos, sus antenas parabólicas, sus amas de casa charlando en la vereda, sus escolares volviendo a casa con la mochila al hombro, sus carteles indicando que la ciudad más cercana se encuentra a 19 o 27 kilómetros, la cual será exactamente idéntica a esta. Es en esta tierra que echó raíces el manzano; pero el número 33 de la calle Ancha no me inspira nada.

      Hay una calle de la cual el Yizker Bukh habla mucho: la calle Zabia (o calle de las Ranas, dado que el río está muy cerca). Estamos en los años veinte. Aunque es estrecha como el pico de una botella, la calle desborda de vida y actividad. Allí se encuentran los edificios más importantes de la comunidad: la antigua sinagoga de madera donde se acude para la oración matinal, el oratorio jasídico de Gour, bastión de los ultraortodoxos, la yeshiva para estudiantes rusos mantenidos por una sociedad de beneficencia, los locales de las organizaciones sionistas, la Unión Profesional (Profesioneler Fareyn), cuyos obreros alteran la quietud de los religiosos con el ruido de sus máquinas de coser, sus peleas, sus canciones de amor y sus eslóganes. Las casas en ruina, sostenidas por vigas en declive y agujereadas con ventanas al ras del piso que no dejan entrar la luz, se alternan con residencias más elegantes y tiendas a las que se baja por una escalera empinada, cuidada por mujeres chismosas con peluca. Contrariamente a las demás calles de Parczew, la calle de las Ranas está asfaltada, excepto delante de los lugares de culto, donde se circula por una vereda de madera.

      Después de una segunda Aktion en octubre de 1942, otras 2.500 personas (originarias de Parczew o refugiados de toda la región) son deportadas a Treblinka. Cientos de ellas logran escaparse al bosque cercano, mientras que los últimos judíos son enviados al campo de trabajo de Miendzyrec Podlaski, a 50 kilómetros al norte (Spector, 2001: 969).

      No sé nada de Moyshe Feder, el padre de mi abuela, salvo que le dio su apellido a su hija natural (Idesa Korenbaum, “llamada” Feder) y que tiene dos hijas de su esposa legítima. Los Korenbaum son oriundos de Maloryta, un shtetl del Imperio ruso hoy situado en Bielorrusia, a unos cien kilómetros de Parczew y de Brest Litovsk. Ruchla Korenbaum, la madre de mi abuela, tiene seis hermanos, entre los cuales figura Chaim, vendedor ambulante en Rhode Island, y David, guardia forestal que surca en trineo las propiedades de los nobles para vigilar cómo crecen los pinos y mostrar a los leñadores los especímenes más hermosos.

      Ignoro si hay algún Jablonka entre los primeros judíos que se instalan en Parczew en 1541, sólo puedo remontarme hasta el siglo xix. La madre de mi abuelo se llama Tauba, que significa “la paloma”. СКАЧАТЬ