Praxis de la poesía. Jean-Clarence Lambert
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Название: Praxis de la poesía

Автор: Jean-Clarence Lambert

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Pùblicaensayo

isbn: 9786078636822

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      Si uno se queja hoy de cuán pocos lectores tiene la poesía, ¿no es también eso lo que está como desplazado?: ¿que esa palabra de libertad no toca más que a los que ya están convertidos, que no alcanza más que muy difícilmente a aquellos a quienes podría en un sentido propio conmover? Tal vez ha sido para salir de esta situación que Jean-Clarence Lambert ha compuesto esta última recopilación tal y como nos la da a leer. No por ello es menos cierto que estas Armes parlantes, sintomáticamente subtituladas, Práctica de la poesía, tocan a su modo el núcleo de este problema. Basta con hojear este libro con pasar unos ojos distraídos sobre su tipografía para adivinar en qué difiere de los títulos precedentes: Código y Laborinthe. Mientras que estos últimos solamente recogían poemas que eran inmediatamente perceptibles como tales, Les armes parlantes combinan de manera muy sutil la prosa más o menos narrativa o descriptiva, los poemas en prosa y los versos. La articulación de un lenguaje más prosaico (notas de viaje, recuerdos, diario, esbozo para un retrato, etcétera) y poemas abisma (met en abime) la relación general entre la poesía y la lengua –o más particularmente entre el ensueño y el saber, el de lo cotidiano tanto como el del especialista–

      La fajilla que ciñe al libro anuncia: “La poesía contra la historia”. Ese "contra" es felizmente ambiguo pues no se trata tanto de una elección que eliminaría a la historia (también: el peso del presente, lo vivido) como de una poesía que se sitúa en las márgenes de la historia, manteniendo su proximidad al tiempo que marca su diferencia. La proximidad se da, en particular, cuando la historia es pretexto (el diario de una dramaturgia es por ejemplo “un retrato” de De Gaulle, pero tratado como personaje dramático para ser integrado en una “tragedia-bufa”, tal como esa que antes Jean Clarence Lambert ha consagrado a Stalin: tentación de la cual solamente se puede desprender mediante exorcismos, contra actualidades donde el Che Guevara, John Wayne, el Presidente de los Estados Unidos o los marinos del Acorazado Potemkine, son enrolados forzosos en aventuras que son por lo menos desconcertantes: la historia entonces se descarrila, la palabra poética muestra su revés no realizado –aquello que hubiese podido ser, y esta reescritura es una forma de tomar posesión de ella, de marcar en ella la huella de un deseo no satisfecho. Así (mal) tratado el pasado-presente se ve reactivado por el porvenir y por ende mediante lo imaginario que no deja de escarbar en las galerías de sus minas. [nota 1: El deseo mira hacia atrás; repara los daños. El sueño pinta lo que habría sucedido si tal estupidez hubiese sido evitada, si tal sabia medida hubiese sido tomada” Ernst Bloch El principio esperanza, t. I, p. 43] La diferencia es otra historia, o la historia de lo otro. No es casualidad que esta recopilación se abra con una evocación de Octavio Paz, cuyo primer traductor en Francia fue Lambert. Octavio o el no occidental, el no atrapado en el Occidente, el escritor contemporáneo que ha sabido desmontar todos los etnocentrismos en beneficio de una puesta en perspectiva de las diferentes culturas. Introducida por tal figura, Les Armes Parlantes aspira a ser una recopilación que apunta a la cuestión de una salida fuera del presente occidental. Un presente que tiene una quincena de años –o sea el plazo sobre el cual se extiende la redacción de los textos aquí reunidos. Un presente en el curso del cual la actualidad contra la cual se levanta insurgente el poeta fue la necesidad de una toma de conciencia ecológica (Blason d’une riviere) “¿la transformación del mundo no es entonces su destrucción?”) tanto como la Guerra de Vietnam y el poder del Pentágono (Lengua de palo) fue también la primera tentativa no occidental de un viaje a México del cual trajo a ese Tarahumara en el que se perfila necesariamente la sombra exigente de Artaud.

      Desafiar a la historia es también demostrar que no es lo que se cree: se piensa rectilínea, ¿pero qué tal si tropezara?

      Ollintonatiuh donde se mezclan magistralmente el pasado azteca y la balacera del 2 de octubre de 1968 que masacró a los estudiantes mexicanos lo deja entender así. Poema puro esta vez, y capital, que hace aflorar bajo nuestros ojos la permanencia de la sangre, del sacrificio, de la muerte. Desafiar a la historia es todavía revelar, descubrir en ella, la conservación transversal de la pasión amorosa (Di-Amants) y reactivar ahí una escritura barroca (Los placeres difíciles) –un barroco no nostálgico sino contemporáneo donde los viejos mitos se muestran muy capaces de iluminar las tendencias de nuestra sociedad a la podredumbre y a la muerte. Se comprenderá entonces que en tales condiciones, la poesía practicada por Jean-Clarence Lambert esté muy lejos de esa “escapatoria icariana” que denunciaba Georges Bataille. No se trata aquí de ninguna manera de soslayar el presente sustituyéndolo por un sueño ineficaz: es terriblemente eficaz el imaginario que muestra que el presente podría ser otro. El poeta está contra la historia porque en primer lugar está dentro de ella, embarcado en ella como cualquiera. No sería fácil un libro que lo probara mejor que Les Armes Parlantes. Praxis de la poesía donde el lector se encuentra permanentemente como agarrado entre dos fuegos: el de las palabras renovadas y el de los referentes habituales que podrían despertar heridas y preguntas muy inmediatas. Tal puede ser la poesía hoy. Tal en efecto ha sido la de Jean-Clarence Lambert cuyo último libro nos invita a releer los libros anteriores para descubrir en ellos otros ecos tal vez inadvertidos hasta el presente, del tiempo de su escritura. [L’homme et la société, no. 47-50, 1978. Massmedia et idéologie imperialisme et fronts de lutte]

      Cuando, en 1976, Jean-Clarence Lambert publica con el sello de Belfond Les Armes parlantes, le da a su obra el subtítulo Práctica de la poesía. En efecto, para él, “¿si la poesía tuviese un fin? Solamente podría ser la práctica de la verdad del lenguaje.”

      Aquí está pues superado el estadio del laboratorio, en textos que no se presentan sin embargo como poemas tradicionales. Lambert combina prosas más o menos narrativas y descriptivas, poemas en prosa y también algunos versos aislados. Introduce a la Historia en el círculo de su reflexión, el que comprende bien que la poesía se sitúa siempre contra la historia. Alrededor de una Stalinada, tragedia-bufa, donde, con la complicidad del pintor Erro, se había encarnizado con el dictador ruso, Jean-Clarence Lambert se interroga en Diario de una dramaturgia sobre el general De Gaulle quien “sin duda habrá sido uno de los últimos representantes en el poder del principio de autoridad (tal y como el socio-psicoanálisis de Mendel lo define), con los valores correlativos (arcaicos), de la grandeza, del misterio, etc.” La poesía no sabría acomodarse con tales concepciones, por lo demás, el poeta utiliza al Che Guevara, al presidente de los Estados Unidos e incluso a John Wayne en escenarios desconcertantes que son como exorcismos para “liberar la energía de lo imaginario, las potencias reprimidas del deseo y del juego”. Sucede un poco como en el proyecto de Roland Barthes, pero en Jean-Clarence se transita desde una preocupación esencialmente lingüística hacia una desmitificación de la historia y de sus representaciones.

      Para lograr lo mejor posible su distanciamiento con la Historia, Jean-Clarence Lambert regresa a Octavio Paz, quien ha estado siempre íntimamente comprometido con la tarea de romper los etnocentrismos en beneficio de un interés por las culturas más diversas. Jean-Clarece Lambert, que tradujo la obra clave de Octavio Paz, El laberinto de la soledad, ha sabido cantar con frecuencia el país de su amigo. Ahí se siente por fin “no occidental” y está dispuesto a alcanzar en Tarahumara la sombra de Antonin Artaud: “vivió en su ser mismo la degradación de nuestra civilización, mitos, conceptos, lenguaje”. En Ollintonatiuh, Lambert toma como punto de partida la civilización azteca para intentar vincularla con los balazos del 2 de octubre que masacraron a centenares de estudiantes mexicanos. La sangre y la muerte se erigen en cómplices permanentes del poeta quien, lejos de complacer en lo que Georges Bataille ha calificado como “escapatoria al estilo de Ícaro” busca más bien, en una concepción siempre renovada del amor, la voz auténtica de la poesía. Jean-Clarence Lambert la expresa en los bellos textos en prosa de diAmantes o Los Amores Célebres, que ven sucederse a la esfinge, a Teseo, a Isolda, Eloísa y Abelardo, Julieta en su balcón, la religiosa portuguesa, don Juan, antes de llegar a Gabrielle Russier cuyo suicidio acababa de conmover a Francia. Enamorada de uno de sus jóvenes alumnos, ella pide a sus detractores saber

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