Название: La caída
Автор: Guillermo Levy
Издательство: Bookwire
Жанр: Зарубежная прикладная и научно-популярная литература
Серия: Historia Urgente
isbn: 9789878303260
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Los dos grandes logros de los 36 años de democracia que él reivindicó en su discurso inicial remiten en gran medida al primer Gobierno: la conquista de la democracia, los derechos humanos y la integración regional con el impulso que le dio Alfonsín al Mercosur. Los hitos por los que quiere ser recordado son hijos de estas tres conquistas, siempre inconclusas: la erradicación del hambre, el fin de la grieta –con la construcción publicitaria de la frase del Gobierno de unidad de los argentinos y mostrarse junto con Larreta de un lado y Kicillof en el otro en el medio de la crisis desatada por la pandemia, muestra también un intento por mostrarse como el dirigente que superará rivalidades e intentará modificar las reglas de convivencia democrática–, y, por último, una agenda estratégica para el desarrollo, que no ha habido en estos casi cuarenta años y que claramente estará vinculada, de concretarse, a la profundización de la integración regional. El ahondamiento de la crisis a comienzos de 2020 puso las prioridades económicas bastante más abajo de lo pensando en diciembre de 2019 y el cortoplacismo volverá a acechar seguramente sobre las agendas más estratégicas siempre pospuestas.
El discurso de inicio puso también centralidad en la cuestión de la deuda, que se vio en las prioridades del primer paquete de medidas y en la primera ley votada por el Congreso bajo este Gobierno: Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva. Nombró a Martín Guzmán como ministro de Economía, formado en la universidad pública argentina, pero doctorado en Columbia, especializado en renegociación de deudas soberanas e hijo pródigo de Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía y detractor del sistema financiero internacional. En esta elección claramente puso como prioridad de la primera etapa del Gobierno la renegociación con el FMI y los acreedores privados. Este Gobierno arrancó con una convicción que comparte toda la dirigencia política: la Argentina de ninguna manera puede pagar en cuatro años 150 000 millones de dólares y unos 50 000 millones en pesos, que es lo que tendría que pagar sin reestructuración alguna. Todas las medidas que podrían implicar reformas estructurales se patean para después de los acuerdos (tanto con los bonistas privados como el FMI), intentando mostrar independencia política.
La emergencia de la pandemia del coronavirus y los planteos del FMI acerca de lo insostenible de la deuda argentina cambian todos los planes y ponen la posibilidad de un default total o parcial de la deuda en situación de menor dramatismo que la que hubiera sobrevenido de no haber existido esta crisis mundial.
Hay, sin embargo, gestos y medidas de una ingeniería que se construye no sobre la abundancia sino sobre la escasez: la promesa de no emisión para pagar deuda en pesos en un gesto de racionalidad y de cuidado de la variable inflación, aunque sí aceptar una fuerte emisión para evitar un desbarranco económico y social producto de la cuarentena decretada a partir del 20 de marzo de 2020. Subas de impuestos a los sectores de mayor rentabilidad y una batería de medidas que impactan positivamente en los dos deciles más sumergidos en la distribución del ingreso. Desde la tarjeta alimentaria que implica un gasto anual de 1500 millones de dólares, como el bono a los jubilados que cobran la jubilación mínima, que es casi el 50% del total de jubilados y jubiladas, y el intento resistido de achicar la brecha entre los que más cobran y los que cobran la mínima que es una radiografía de lo desigual que es la distribución del ingreso en nuestro país. El ajuste vía ingresos de las jubilaciones intermedias y altas se compensa con otras medidas como la vuelta a la distribución gratuita de alimentos y el impacto que produce el freno al aumento de tarifas. El pago de jubilaciones y pensiones en 2020 representará un 35% del presupuesto nacional, es claro que gran parte de la tensión entre mayor recaudación y ajuste del gasto estará puesta en el gasto previsional, que viene siendo el foco principal de exigencias del FMI, porque representa un volumen altísimo sobre el total del gasto público. El congelamiento de tarifas de servicios públicos hasta junio de 2020 frena parcialmente otra fuente de transferencias de ingresos de los sectores asalariados y empresarios hacia las empresas energéticas que impactaron fuertemente en los años del Gobierno macrista en el aumento abrupto del porcentaje de ingresos destinado al pago de servicios de la mayoría de la población y del sector productivo. Medidas y gestos: responsabilidad fiscal, equilibrio entre presión tributaria y ajuste, medidas fuertes sobre los sectores más sumergidos y muestras de predisposición, pero también de autonomía política, frente a la negociación con el FMI. Los sectores medios, que se habían beneficiado casi de inmediato con el kirchnerismo, no serán esta vez los beneficiarios directos de medidas de reactivación en una ingeniería económica y política muy difícil en medio de la escasez y de la nula protección mediática con la que nació este Gobierno y de la que gozó ampliamente el Gobierno de Mauricio Macri.
Entre los anuncios cargados de símbolos, estuvo la rejerarquización del área de Salud, ministerio creado bajo el primer peronismo y rebajado a secretaría bajo el Gobierno de Macri. Alberto Fernández señaló que la inversión en salud se había reducido un 45% en los últimos cuatro años macristas. La caída en la provisión de vacunas había provocado la reaparición de enfermedades controladas como el sarampión: en 2019 se registró la mayor cantidad de casos desde el año 2000.
La vuelta a ministerio del área de Ciencia y Técnica también fue una medida cargada de un poder simbólico: la salud y la ciencia, puntales históricos del peronismo, degradados bajo el Gobierno de Cambiemos, volvieron a rango ministerial.
Fernández tomó en su discurso una de las críticas unificadas en toda la oposición política y mediática al kirchnerismo, consistente en el uso político y arbitrario de la pauta publicitaria que implicaba fondos del Estado vitales para la mayoría de las empresas de medios de comunicación. El nuevo presidente invirtió esa sombra sobre el kirchnerismo y la dirigió contra Cambiemos, que durante su gestión no cambió sustancialmente la lógica política y discrecional de asignación. Y redobló la apuesta poniéndole números al gasto en cuatro años: 9000 millones de pesos (150 millones de dólares al 10 de diciembre de 2019). Y anunció, sin precisiones, que la publicidad oficial pasaría a ser de carácter educativo y dejaría de ser propaganda gubernamental. Por otro lado, anticipó el fin de la pauta a programas periodísticos individuales, en una clara señal a periodistas con un altísimo perfil político que habían recibido generosa pauta publicitaria del Estado durante los anteriores cuatro años.
La parte más dura y resonante del discurso de Alberto no estuvo relacionada con la crisis económica, sin dudas el factor que explica en mayor medida la derrota de Cambiemos. El abogado penalista, ahora presidente, asumió la transformación del Poder Judicial, y sobre todo de la justicia federal, como la madre de todas las batallas. Con más posicionamientos que anuncios concretos (solo la intervención de la Agencia Federal de Inteligencia) anunció una reforma judicial que no precisó.
El “Nunca más”, frase fundadora de esta etapa democrática, y que pocas veces fue usado fuera del marco de sentido que le dio el alfonsinismo, fue pronunciada varias veces por Alberto Fernández en su discurso inaugural para marcar un antes y un después con la justicia, sobre todo la federal, cooptada por intereses corporativos y convertida en instrumento de persecución política, según sus palabras. Por fuera de la denuncia abstracta, fue a fondo contra el lazo entre servicios de inteligencia, operadores periodísticos, fiscales y jueces para perseguir opositores. La intervención de la Agencia Federal de Inteligencia fue uno de los momentos más aplaudidos de su discurso. Dio un claro mensaje de repudio al uso abusivo de las prisiones preventivas a ex funcionarios kirchneristas en los días que se hicieron públicos los correos del fiscal estrella, de la principal causa de corrupción existente (la causa de los cuadernos) con un falso abogado y aparentemente miembro de una red de inteligencia ilegal destinada a la extorsión. Ahí pronunció una frase que aspira a un lugar de privilegio en la historia, si no queda solo en anuncios: “Nunca más los sótanos de la democracia”. Es sin duda la parte más dura y sorpresiva de su discurso. Anunció, cerrando el eje de la justicia y la inteligencia, una reforma judicial.
Terminó su discurso reivindicando el Ni una Menos, una de las luchas más importantes de la calle durante los años anteriores. Más allá de su posicionamiento personal, afirmó que la lucha contra la discriminación –sea por origen, etnia, СКАЧАТЬ