Название: El sí de las niñas
Автор: Fernández de Moratín Leandro
Издательство: Public Domain
Жанр: Зарубежная классика
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Ha sentido mucho no conocer á usted.
Sí, es verdad, Decia: ¿por qué no ha venido aquel señor?
El pobre capellan y el rector de los Verdes nos han venido acompañando hasta la puerta.
Toma, (Vuelve á atar el pañuelo y se le dá á Rita, la cual se va con él y con las mantillas al cuarto de Doña Irene.) guárdamelo todo allí, en la escusabaraja. Mira, llévalo así de las puntas… ¡Válgate Dios, eh, ya se ha roto la Santa Gertrudis de alcorza!
No importa, yo me la comeré.
ESCENA III
¿Nos vamos adentro, mamá, ó nos quedamos aquí?
Ahora, niña, que quiero descansar un rato.
Hoy se ha dejado sentir el calor en forma.
Y ¡qué fresco tienen aquel locutorio! Vaya, está hecho un cielo.
Pues con todo, (Sentándose junto á Doña Irene.) aquella monja tan gorda, que se llama la Madre Angustias, bien sudaba… ¡Ay, como sudaba la pobre mujer!
Mi hermana es la que está bastante delicadita… Ha padecido mucho este invierno… Pero, vaya, no sabia que hacerse con su sobrina la buena señora.... Está muy contenta de nuestra eleccion.
Yo celebro que sea tan á gusto de aquellas personas, á quienes debe usted particulares obligaciones.
Sí, Trinidad está muy contenta, y en cuanto á Circuncision, ya lo ha visto usted. La ha costado mucho despegarse de ella; pero ha conocido que siendo para su bien estar, es necesario pasar por todo… Ya se acuerda usted de lo espresiva que estuvo y…
Es verdad. Solo falta que la parte interesada tenga la misma satisfaccion que manifiestan cuantos la quieren bien.
Es hija obediente, y no se apartará jamás de lo que determine su madre.
Todo eso es cierto; pero…
Es de buena sangre, y ha de pensar bien, y ha de proceder con el honor que la corresponde.
Sí, ya estoy; pero ¿no pudiera, sin faltar á su honor ni á su sangre?…
¿Me voy, mamá?
(Se levanta y vuelve á sentarse.)
No pudiera, no, señor. Una niña bien educada, hija de buenos padres, no puede menos de conducirse en todas ocasiones como es conveniente y debido. Un vivo retrato es la chica, ahí donde usted la ve, de su abuela, que Dios perdone, Doña Gerónima de Peralta… En casa tengo el cuadro, ya le habrá usted visto. Y le hicieron, segun me contaba su merced, para enviársele á su tio carnal el padre fray Serapion de S. Juan Crisóstomo, electo obispo de Mechoacan.
Ya.
Y murió en el mar, el buen religioso: que fué un quebranto para toda la familia… Hoy es, y todavía estamos sintiendo su muerte: particularmente mi primo D. Cucufate, regidor perpétuo de Zamora, no puede oir hablar de su Ilustrísima sin deshacerse en lágrimas.
¡Válgate Dios! que moscas tan…
Pues murió en olor de santidad.
Eso bueno es.
Sí, señor; pero como la familia ha venido tan á menos.... ¿Qué quiere usted? Donde no hay facultades… Bien que, por lo que puede tronar, ya se le está escribiendo la vida; y quien sabe que el dia de mañana no se imprima, con el favor de Dios.
Sí, pues ya se ve. Todo se imprime.
Lo cierto es que el autor, que es sobrino de mi hermano político, el canónigo de Castrojeriz, no la deja de la mano, y á la hora de esta lleva ya escritos nueve tomos en fólio, que comprenden los nueve años primeros de la vida del santo obispo.
¿Con que para cada año un tomo?
Sí, señor, ese plan se ha propuesto.
Y ¿de qué edad murió el venerable?
De ochenta y dos años, tres meses y catorce dias.
¿Me voy mamá?
Anda vete. ¡Válgate Dios, que prisa tienes!
¿Quiere usted (Se levanta, y despues de hacer una graciosa cortesía á D. Diego, da un beso á Doña Irene y se va al cuarto de esta.) que le haga una cortesía á la francesa, señor Don Diego?
Sí, hija mia. A ver.
Mire usted, así.
¡Graciosa niña! Viva la Paquita, viva.
Para usted una cortesía, y para mi mamá, un beso.
ESCENA IV
Es muy gitana y muy mona, mucho.
Tiene un donaire natural que arrebata.
¿Qué quiere usted? Criada sin artificio ni embelecos de mundo, contenta de verse otra vez al lado de su madre, y mucho mas de considerar tan inmediata su colocacion; no es maravilla que cuanto hace y dice sea una gracia, y máxime á los ojos de usted, que tanto se ha empeñado en favorecerla.
Quisiera solo que se esplicase libremente acerca de nuestra proyectada union, y…
Oiria usted lo mismo que le he dicho ya.
Sí, no lo dudo; pero el saber que la merezco alguna inclinacion, oyéndoselo decir con aquella boquilla tan graciosa que tiene, seria para mí una satisfaccion imponderable.
No tenga usted sobre ese particular la mas leve desconfianza; pero hágase usted cargo de que á una niña no la es lícito decir con ingenuidad lo que siente. Mal pareceria, señor D. Diego, que una doncella de vergüenza y criada como Dios manda, se atreviese á decirle á un hombre: yo le quiero á usted.
Bien: si fuese un hombre á quien hallara por casualidad en la calle y le espetara ese favor de buenas á primeras, cierto que la doncella СКАЧАТЬ