Limited Inc. Jacques Derrida
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Название: Limited Inc

Автор: Jacques Derrida

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

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isbn: 9789569441448

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СКАЧАТЬ como eso existe con todo rigor y con toda pureza (me pongo por el momento en esta hipótesis y en esta etapa del análisis), sería comunicar una fuerza por el impulso de una marca.

      3) A diferencia de la afirmación clásica, del enunciado constatativo, el performativo no tiene su referente (pero aquí esta palabra, sin duda, no conviene, y es el interés del descubrimiento) fuera de él o en todo caso ante él y de cara a él. No describe alguna cosa que existe fuera del lenguaje y ante él. Produce o transforma una situación, opera; y si se puede decir que un enunciado constatativo efectúa también alguna cosa y siempre transforma una situación, no se puede decir que esto constituya su estructura interna, su función o su destinación manifiestas, como en el caso del performativo.

      4) Austin tuvo que sustraer el análisis del performativo a la autoridad del valor de verdad, a la oposición verdadero/falso,5 al menos bajo su forma clásica, y a veces substituirlo por el valor de fuerza, de diferencia de fuerza (illocutionary o perlocutionary force). (Esto es lo que, en este pensamiento que es nada menos que nietzscheano, me parece hace señas hacia Nietzsche; éste, a menudo, ha reconocido una cierta afinidad con una vena del pensamiento inglés).

      Por estas cuatro razones, al menos, podría parecer que Austin ha hecho eclosionar el concepto de comunicación como concepto puramente semiótico, lingüístico o simbólico. El performativo es una “comunicación” que no se limita esencialmente a transportar un contenido semántico ya constituido y vigilado por un visado de verdad (de develamiento de lo que está en su ser, o de adecuación entre un enunciado judicativo y la cosa misma).

      Y no obstante –esto es al menos lo que ahora querría intentar de indicar–, todas las dificultades encontradas por Austin en su análisis paciente, abierto, aporético, en constante transformación, a menudo más fecundo en el reconocimiento de sus impasses que en sus posiciones, me parecen tener una raíz común. Esta: Austin no ha tomado en cuenta lo que, en la estructura de la locución (o sea, antes de toda determinación ilocutoria o perlocutoria), comporta ya este sistema de predicados que denomino grafemáticos en general y que por tanto desdibuja [brouille] todas las ulteriores oposiciones a las que Austin en vano ha buscado fijarles pertinencia, pureza, rigor.

      Para mostrarlo, debo considerar como conocido y hasta obvio que los análisis de Austin requieren permanentemente un valor de contexto, e incluso de contexto exhaustivamente determinable, de derecho o teleológicamente; y la larga lista de fracasos [échecs] (infelicities)* de tipo variable que podrían afectar al acontecimiento del performativo, siempre vuelven a un elemento de lo que Austin denomina el contexto total.6 Uno de estos elementos esenciales –y no uno entre otros– sigue siendo [reste] clásicamente la conciencia, la presencia consciente de la intención del sujeto hablante en la totalidad de su acto locutorio. De este modo, la comunicación performativa deviene nuevamente [redevient] comunicación de un sentido intencional,7 incluso si este sentido no tiene referente en la forma de una cosa o de un estado de cosas anterior o exterior. Esta presencia consciente de locutores o receptores partícipes en la realización de un performativo, su presencia consciente e intencional en la totalidad de la operación, implica teleológicamente que ningún resto [reste] escapa a la totalización presente. Ningún resto, ni en la definición de las convenciones requeridas, ni en el contexto interno y lingüístico, ni en la forma gramatical ni en la determinación semántica de las palabras empleadas; ninguna polisemia irreductible, es decir, ninguna “diseminación” que escape al horizonte de la unidad del sentido. Cito las dos primeras conferencias de How to do things with words: “Hablando en términos generales, siempre es necesario que las circunstancias en que las palabras se expresan sean apropiadas, de alguna manera o maneras. Además, de ordinario, es menester que el que habla, o bien otras personas deban también llevar a cabo otras acciones (autres actions [añadido de J. D.]) determinadas ‘físicas’ o ‘mentales’, o aun actos que consisten en expresar otras palabras. Así, para bautizar el barco, es esencial que yo sea la persona designada a esos fines; para contraer matrimonio (cristianamente) es esencial que no esté casado con una mujer viva, que esté espiritualmente sano y no divorciado, etc., para que tenga lugar una apuesta, es generalmente necesario que haya sido aceptada por otro (el que tiene que haber hecho algo, por ejemplo, haber dicho ‘aceptado’); y difícilmente hay un obsequio si digo ‘te doy esto’ pero jamás entrego el objeto. Hasta aquí no hay problemas.” (pp. 49-40).*

      En la Segunda Conferencia, después de haber desechado, como lo hace regularmente, el criterio gramatical, Austin examina la posibilidad y el origen de los fracasos o de las “desgracias” de la enunciación performativa. Define, entonces, las seis condiciones indispensables, sino suficientes, del éxito. A través de los valores de “convencionalidad”, de “corrección” y de “integralidad” que intervienen en esta definición, nosotros encontramos necesariamente los de contexto exhaustivamente definible, de conciencia libre y presente en la totalidad de la operación, de querer-decir absolutamente pleno y dueño de sí mismo: jurisdicción teleológica de un campo total cuya intención sigue siendo [reste] el centro organizador.8 El enfoque [démarche] de Austin es muy notable y típico de esta tradición filosófica con la cual él querría tener tan poca relación. Ésta consiste en reconocer que la posibilidad de lo negativo (aquí, de las infelicities) es una posibilidad ciertamente estructural, que el fracaso es un riesgo esencial de las operaciones consideradas; entonces, en un gesto casi inmediatamente simultáneo, en el nombre de una suerte de regulación ideal, excluye este riesgo como riesgo accidental, exterior, y no nos enseña nada sobre el fenómeno de lenguaje considerado. Esto es tanto más curioso, con todo rigor insostenible, en cuanto Austin denuncia con ironía el “fetiche” de la oposición value/fact.

      Así por ejemplo, a propósito de la convencionalidad sin la cual no hay performativo, Austin reconoce que todos los actos convencionales están expuestos al fracaso: “…parece evidente al principio que los fracasos –aunque han comenzado a interesarnos vivamente (o no han logrado atraernos) en conexión con ciertos actos que (en todo o en parte) consisten en emitir palabras– son una afección a la que están expuestos todos los actos que poseen el carácter de ser rituales o ceremoniales, esto es, todos los actos convencionales. Por cierto que no todo ritual está expuesto a todas y cada una de estas formas de fracaso (pero esto tampoco ocurre con todos los enunciados performativos)” (p. 60, Austin subraya [Trad. esp. modif.]).

      Además de todas las cuestiones planteadas por esta noción históricamente tan sedimentada de “convención”, hace falta señalar aquí:

      1) Que Austin parece considerar en este preciso lugar sólo la convencionalidad que forma la circunstancia del enunciado, su entorno contextual y no una cierta convencionalidad intrínseca de lo que constituye la locución misma, todo lo que se resumiría, para ir rápido, bajo el título problemático de la “arbitrariedad del signo”; lo que extiende, agrava y radicaliza la dificultad. El “rito” no es una eventualidad, sino, en tanto que iterabilidad, un rasgo estructural de toda marca.

      2) Que el valor de riesgo o de exposición al fracaso, aunque puede afectar a priori, Austin lo reconoce, la totalidad de los actos convencionales, no es interrogado como predicado esencial o como ley. Austin no se pregunta qué consecuencias surgen del hecho de que un posible –que un posible riesgo– sea siempre posible o, en cierto modo, una posibilidad necesaria. Y si, siendo reconocida una tal posibilidad necesaria del fracaso, ésta constituye aún un accidente. ¿Qué es un éxito [réussite] cuando la posibilidad del fracaso sigue constituyendo su estructura?

      La oposición éxito/fracaso de la ilocución o de la perlocución parece aquí, por tanto, muy insuficiente y muy derivada. Ésta presupone una elaboración general y sistemática de la estructura de la locución que evitaría esta alternancia sin fin de la esencia y del accidente. Ahora bien, es muy significativo que Austin rechace СКАЧАТЬ