El 68 en el cine mexicano. Olga Rodríguez Cruz
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Название: El 68 en el cine mexicano

Автор: Olga Rodríguez Cruz

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия:

isbn: 9786079465322

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СКАЧАТЬ de mil pesos; debe haber hecho veinte o treinta copias. Estaba tan bien organizado todo, que una copia se exhibió aquí y esa misma copia se iba para acá y para allá, etcétera. La cuestión es que se las ingenió e hizo muy buena publicidad acerca del documental; había carteles pegados en las paredes, se las ingenió perfectamente cómo debe de ser si alguien quiere hacer una cosa efectiva y eficaz. Cabe destacar que es un hito dentro de la Universidad que haya ocurrido esa especie de censura, pero la realidad se impuso, porque el que quiere hacer las cosas las hace, y Palafox lo quiso hacer; se cubrió de gloria y se ganó la expulsión, pero eso no importa si realmente quieres ser cineasta, como lo fue él.

      Antes del movimiento no sentía que era necesario un cambio social o político, pero el 68 me dio esa conciencia, esa sensibilidad que adquirí en el movimiento estudiantil y después de trabajar con una efervescencia que solamente se siente cuando hay peligro; si no lo hay, puede haber todo un sentimiento creativo e innovador, pero con peligro se acrecienta. Yo no estuve en la Plaza de las Tres Culturas, porque acababa de salir de la cárcel; fui apresado en Ciudad Universitaria, por unos soldados. Esto fue porque se iba a filmar un protocolo de ayuda a los campesinos de Topilejo, ya que tenían sus quejas y problemas políticos por la tierra y pidieron ayuda al CNH. Me ofrecí a hacer el registro. Ya tenía la cámara y la película, la filmación estaba programada aproximadamente para las seis de la tarde.

      Cuando llegué a Ciudad Universitaria, ya estaba tomada; por ahí en la gasolinera se encontraban soldados, se veían las tanquetas y ya no se podía pasar. Yo llevaba mi morral con la cámara, la saqué y empecé a filmar los movimientos; se veía cómo caminaban las tropas, por ahí estaban unos estudiantes gritándoles «hijos de la chingada, sálganse…» Yo estaba filmando eso, pero de repente se oyó el andar de los motores de las tanquetas, y algo como una sirena; las tanquetas se salieron de Ciudad Universitaria. Entonces corrí y me subí a mi vocho y dejé de filmar. Había otro coche, también de estudiantes, huyendo, pero nos faltó habilidad; no realicé la maniobra que pude haber hecho, para irme por avenida Universidad. La tanqueta nos rebasó y al coche de adelante lo deshizo por la parte de enfrente. Ante esto, tuve que detenerme, tomé mi cámara para bajarme, pero llegó un soldado, que me dijo: «Métete». Y lo hice; me di cuenta de que estaba vencido, pasaron a todos los muchachos del otro coche y a mí me bajaron, con todo y cámara. Me introdujeron a Ciudad Universitaria; ya estaba preso, y ahí estuve toda esa noche, pero como no era de los que habían agarrado en las facultades, fueron a dejarme a donde estaban los camiones que se llaman comandos; en donde estaba el coronel que dirigió la operación. Ahí me tuvieron. Ya como a las 12 de la noche, llegaron autobuses de pasajeros, nos pusieron a uno o dos policías y nos llevaron a Tlaxcoac, que es el edificio donde estaba el Servicio Secreto. Posteriormente nos llevaron al sótano, en donde se encontraban las crujías de detención, a todos los estudiantes, empleados universitarios, algún profesor etcétera. Pero no nos pusieron juntos, no nos revolvieron con los delincuentes comunes.

      Estuve detenido tres días, 72 horas, y para salir, el proceso fue que hicieron una lista, un primer registro, en donde iba tu nombre, tu dirección, etcétera. Sin experiencia, yo di mi nombre y mi dirección particular. Cuando me quitaron la cámara, pensé: «no, aquí tengo todo», pasó por mi mente que iban a revelar esa película, verían que estaba en el movimiento, y no me convenía. Quise sacar la película y velarla, pero uno de los de los cuidadores le dijo al ministerio público: «mire, cuidado, porque está haciendo algo ahí con la cámara». Total, me quitaron la cámara y la película.

      Estuvimos en una crujía puros estudiantes, empleados universitarios; no había mujeres, éramos puros hombres. Seguramente a las mujeres las llevaron a otro lugar. Dos veces nos pasaron a interrogatorio. Unos señores fueron muy corteses en el ministerio público, nos tomaban otra vez los datos, los verificaban, nos preguntaban por qué habíamos estado ahí. Entonces yo les dije toda la neta: «yo estoy aquí porque soy del pueblo y vengo a registrar». Al final de los tres días, a las 72 horas, no vieron en mí un peligro y me dejaron salir. A la salida de la procuraduría nos pusieron a todos en un salón grande y nos comentaron que el gobierno no estaba haciendo mal, que estaban defendiendo las libertades, etcétera, pero que nosotros estábamos faltando a todo eso, agrediendo a todo, y que pues ya no veían que fuéramos un peligro para el Estado. Nos advirtieron que la próxima vez ya no iba a ser igual. Todo esto sucedió tres días antes del 2 de octubre. Cuando llegué a mi casa, obviamente mis padres estaban conmocionados, pero sabían bien que ya era un adulto de 25 años. Posteriormente, se anunció el 2 de octubre. Sin embargo, mi mamá me pidió: «No vayas a ir, se puede poner feo», a lo que contesté: «Sí mamá, está bien».

      Yo vivía en la primera cerrada de Rivero, una calle que parte del Eje 1 Oriente, Avenida del Trabajo y que va hasta Peralvillo; es una de las entradas al barrio de Tepito. Desde mi casa, de repente empecé a oír: «¡pac, pac, pac!»; se oían los disparos. Y al rato aquello era espantoso, por la cantidad de balazos que se oían. Después empezaron a pasar los camiones con granaderos, cerca de la calle de Rivero, porque por ahí van derechito a Peralvillo. Mi primo que era estudiante de arquitectura y que estuvo en el bazucazo me dijo: «Oye vamos a organizarnos», porque ahí pasaban los camiones, pero ya no quise involucrarme más, no fui a Peralvillo, me quedé en mi casa. Así fue como me salvé de no ir, estuve en todas las manifestaciones, tuve mucha suerte. Así fue como confiscaron ese material, que lamentablemente no pudo aparecer en la película.

      El movimiento del 68 dio las bases para todo este cambio político que ha ocurido en México; la libertad de expresión es ahora una cosa seria, que inclusive está francamente amenazada. Es a partir del 68 que empezó realmente a saberse y a creer que sí teníamos libertad de expresión, que sí podía existir, y existió.

      Por cierto, al material llamado «Estrellas sobre Acapulco», fui yo quien le puso ese nombre. Ese material llegó a la filmoteca, no recuerdo bien, creo que iba a haber un aniversario, y ese material lo trajo un amigo de Iván; él lo filmó y nos lo dejó. Dura apenas unos segundos en 16 mm, no tiene muy buen foco, etcétera. Nos lo entregó, nos lo regaló para la filmoteca y en ese momento nos dijo también que lo cuidáramos y no lo hiciéramos muy público, porque había peligro, etcétera. Una forma que tenemos los archivistas de guardar las cosas es ponerles un nombre que no tenga nada que ver con el tema, por lo que le puse «Estrellas sobre Acapulco». Eso se utilizó para algún documental y está en muchos documentales, porque es 16 milímetros color. Se ve el espacio de Tlatelolco, los caídos, los soldados, etcétera. Las tomas que venían en ese material son apenas 20 o 30 segundos, en los que se plasmó la matanza y una escena de la plaza de las Tres Culturas. Seguramente existen por ahí otros materiales, pero, ¿en dónde están? Los tiene la gente en su casa. ¿En dónde están las horas y las horas que tomamos todos en esa época?, no se sabe, no los tiene la filmoteca, ni el CUEC.

      Todos los materiales que tenía el CUEC, por ley universitaria, por acuerdo deben pasar a su resguardo en la filmoteca, y nos han entregado todo, pero no ha venido nada de eso. Los materiales que no se utilizaron suman varias horas, deben sumar unas diez horas. Se filmó mucho, prácticamente no había restricción y no se sabe dónde está. Una toma que pudo haber sido la mejor, es cuando estaba la gente en el Zócalo y de repente llegan los policías, es una toma muy parecida a una que existe de octubre en Rusia, que está la gente aquí, el pueblo, y llegan los policías corriendo. Esa toma yo la hice, desde un departamento de un amigo, que vivía en la calle de Guatemala. Fui, lo saludé, le pedí permiso de filmar. Llevaba la peor cámara, una Bolex. Por el ansia, el nerviosismo y la falta de experiencia, empecé a filmar y se metió en el campo visual una torreta, una cosa de metal; era una toma fantástica, pero como se metía esa pieza no se filmó.

      En relación con el tema del 68 y cómo el cine nacional ha abordado este tema, creo que lo ha hecho muy pobremente. En la película de Jorge Fons se ve reflejado el 2 de octubre, pero no el movimiento Nacional del 68. Los documentales son los que más se aproximan a lo que vivimos; están los materiales de Carlos Mendoza y Oscar Menéndez. El grito fue realmente, durante 15 o 20 años, lo único que dijo algo, que mostró algo. Ya posteriormente han ido saliendo escenas que no están en este último documental СКАЧАТЬ