El 68 en el cine mexicano. Olga Rodríguez Cruz
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Название: El 68 en el cine mexicano

Автор: Olga Rodríguez Cruz

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия:

isbn: 9786079465322

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СКАЧАТЬ pues entonces vivía ahí, y vi el bolón de gente en Justo Sierra. Me detuve, le pregunté a un policía y me dijo que los estudiantes se habían atrincherado y les habían disparado un bazucazo. Desde ese momento me fui involucrando política, anímica e intelectualmente, por lo que entré de lleno al movimiento. Me llamó la atención el activismo, considero a la actividad política, junto con el amor, las actividades más altas que puede realizar o sentir el ser humano. Me involucré ciegamente porque tuve la edad, el poder, la capacidad física y económica para hacerlo. Entonces tenía veintitantos años.

      Cuando sucedió lo del 68 estaba en el segundo año del CUEC, casi pasaba a tercero. Posteriormente empezó la huelga, y Leobardo López fue llamado para ser nuestro representante en el Consejo Nacional de Huelga (CNH). Leobardo López era un individuo increíblemente inteligente y carismático, tanto que le apodaron El Cuec, no era Leobardo, él era El Cuec. Entonces, fungió como nuestro guía, además nos juntamos varias personas que disponíamos de tiempo, porque la escuela, el CUEC, tenía la característica en esa época de que casi todos los que habíamos ingresado teníamos otra profesión, y al tener otra profesión, vivíamos de ella; ya éramos adultos. Pero tuve la fortuna de no tener trabajo y pude dedicar todo mi tiempo al movimiento. Me gustaba mucho la fotografía fija. Habíamos tenido unas clases de laboratorio con el maestro Reynoso. Existía el plan para poner un laboratorio de foto fija en el CUEC, lo cual era absolutamente indispensable para el conocimiento profundo de la imagen fotográfica, y podría decir que de la imagen cinematográfica también. Como yo estaba mucho tiempo en el CUEC, el profesor Reynoso, quien junto con otros manejaba ese proyecto, me recomendó para que fuera el que iniciara ahí los trabajos de la organización del laboratorio de foto fija. Hay una gran cantidad de imágenes fijas que registraron el movimiento y que se utilizaron en El grito, y otras que están en negativos y positivos. Éstas se encuentran en la biblioteca de la filmoteca. Existen varios materiales de mi autoría. Varios estudiantes participamos activamente. Uno de los fotógrafos que participaron en el movimiento fue Roberto Sánchez.

      Hay una foto que aparece en El grito, en donde se encuentra un muchacho parado sobre unas cosas enfrente de un mercado y está hablando al público. Esa foto es mía, la tomé en el mercado Martínez de la Torre, en la colonia Guerrero. Entonces había brigadas, unas de información al público y otras de proselitismo; queríamos estar junto con el pueblo, con el público. Con el muchacho que está retratado en esa foto nos pusimos de acuerdo, él no era del CUEC sino de la facultad de Filosofía y Letras o algo así, yo iba como registrador de las imágenes. Fuimos a ese mercado, como a muchos otros. Ahí, mientras él hablaba, toda la gente refractaria y medio espantada lo miraba. Se subió a una de las planchas del mercado en donde los puestos eran de cemento. Recuerdo muy bien que la gente no entendía por qué el filósofo le hablaba de marxismo puro. Pero la imagen fue muy buena, tanto así que Leobardo la escogió en la edición de la película. Por cierto, esa foto no la tengo, yo no me quedé con nada; esas fotos las tiene la filmoteca, lo entregué todo al centro de documentación. Puede ser que esté ahí o no sé si se extravió; mucho de eso se perdió, el negativo original de El grito está perdido, eso es algo que no se ha dicho.

      Personalmente pienso que El grito es un documento que registró cronológicamente el movimiento del 68. Afortunadamente el CUEC fue nombrado como depositario de la memoria de imagen de este acontecimiento; el CNH le encargó este trabajo a Leobardo. Por supuesto, como nuestro representante, aceptó y fue comunicado al estudiantado del CUEC, y lo aceptamos. Algo que nunca se ha dicho, es que la bendita universidad nos permitió hacer este registro, ¿en qué sentido? Todo cuesta dinero. Entonces, todo lo que filmábamos del movimiento tenía que revelarse, y eso cuesta. Lo entregábamos al CUEC y la escuela lo mandaba a revelar al laboratorio. Sabíamos que esos materiales eran ya conocidos por la policía y que iban a ser buscados y secuestrados. Por eso es que se dice que se cuidaba mucho el negativo, porque es la matriz, sin eso no hay película. Pero además aquí existía el temor válido de que la Procuraduría sabía de la filmación, varias veces fue asaltado el CUEC en la madrugada para buscar los negativos, pero nunca los dejamos ahí, siempre fueron guardados en casas diferentes. Para eso funcionaron bien las casas de Roberto, de Leobardo… Aunque yo nunca guardé en mi casa ninguno de esos materiales.

      Fuimos registrando el movimiento del 68 con las cámaras del CUEC. Íbamos a las juntas y ahí se distribuían los quehaceres. Claro que había personas que estábamos más tiempo ahí, inclusive dormíamos a veces ahí. Pudimos registrar escenas tan importantes como la de los vendedores del mercado que fueron maltratados por la policía y que vinieron en busca de nosotros para que los apoyáramos. Fuimos a la delegación de policía y ahí estaban gritándole a éstos y al ministerio público, debido a la agresión que sufrieron. Por cierto en El grito aparece una mujer que está enseñando los moretones a estos funcionarios; fue ahí donde obtuvimos esa toma. Yo les había dicho que eso lo podíamos registrar cuando se fuera a hacer la denuncia y dijeron que sí. Tomé mi carrito y me fui al CUEC, le avisé a Leobardo, etcétera, y así fue como se logró filmar esta secuencia.

      Cabe señalar que el director del CUEC, Manuel González Casanova, desempeñó un papel muy importante con los estudiantes; nos apoyó muchísimo, estuvo de acuerdo de que los estudiantes tomáramos posesión del edificio, del equipo, de los materiales. Sin embargo, el director tenía que firmar y autorizar para llevar los materiales a revelar al laboratorio y que después pasaran a cobro; por eso digo que la llamo la bendita universidad, sin eso no se hubiera podido hacer la película, gracias a ello pudimos seguir filmando.

      En lo que concierne al revelado del material, el encargado de llevarlo era Sebas, creo que así le decíamos. Él era intendente de la filmoteca del CUEC y llevaba el material a los laboratorios, a Filmolaboratorio, que ya no existe. Respecto al negativo original, nunca nos dimos a la tarea de buscarlo bien, de ir hasta sus últimas consecuencias. Yo tuve la obligación de buscar ese negativo, nadie me dijo «búscalo», pero era una de mis obligaciones como curador de la filmoteca; así como fue mi obligación buscar todos los negativos de todas las películas mexicanas. Cuando se hizo la primera restauración, por ahí de los años 2006, 2007, hubo la necesidad del negativo original y sabíamos que no existía, siempre habíamos trabajado con un duplicado negativo. Es por eso que digo que no lo buscamos bien. El editor de El grito fue Ramón Aupart, a quien en ese momento Leobardo introdujo en el ámbito universitario. Ramón era un ayudante de edición profesional que trabajaba en los Estudios Churubusco, pero pues lo veíamos trabajando con Leobardo todas las tardes y las noches.

      En cuanto al estreno de la película El grito, cuando estuvo terminada por Leobardo, no se exhibió con todas las de la ley; el maestro Manuel González Casanova no quiso que se presentara como por un año, aproximadamente. Su argumento era que El grito era la primera producción del CUEC y no quería que fuera contestataria, denunciante del movimiento, porque además iba a ser peligroso para la estabilidad del CUEC. Le preocupaba la imagen política de la escuela.

      Sin embargo, Guillermo Palafox tuvo una participación esencial en la muestra; se robó la primera copia, yo creo que de la filmoteca del CUEC, se la llevó a los laboratorios Querétaro. Yo tuve una íntima amistad de trabajo y personal con el dueño y laboratorista, el señor Alejandro Chavira. Palafox le llevó la copia e hizo un internegativo, con el que sacaron muchas copias. Palafox era un trabajador incansable, extraordinario; hizo una enorme propaganda y publicidad en la Universidad Nacional para el estreno. También consiguió exhibir El grito en todos los cineclubes universitarios, lugares en donde los muchachos querían hacer la revolución. De esta manera, se mostró este documental masivamente en toda la universidad, además de otros lugares; fue un éxito absoluto, un éxito rotundo en ese momento. Nunca lo platiqué con Leobardo ni con nadie, pero deben haber estado contentísimos de que pasara eso, y probablemente también hasta González Casanova. Este acto le costó la expulsión del CUEC a Guillermo Palafox; el Consejo Técnico de la escuela no podría permitir ese tipo de situación. Yo era parte de ese Consejo y me abstuve de votar.

      En esta historia, Palafox es un antihéroe, al menos para el Consejo y para González СКАЧАТЬ