Memorias de posguerra. Garcia Manuel Emídio
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СКАЧАТЬ 1935, me casé con Olga Costa,4 una joven pintora de mi época.

      P.: ¿Tenía alguna militancia política?

      R.: De pronto, en 1936, estalla la guerra civil española. Nosotros que ya estábamos militando al lado de la política del General Lázaro Cárdenas en las luchas interiores en la defensa de los derechos de los trabajadores, los campesinos, etc., vimos los peligros del desarrollo del fascismo y su aparición, por ejemplo, en Abisinia. Esa era una de las preocupaciones que teníamos entonces. Sin una militancia política definida, simplemente como un joven sensible, me sentía al lado de la política cardenista. En 1936 comenzaron las luchas en España. En nuestra generación hubo un fenómeno interesante. En principio pensábamos que no estábamos tan ligados con España. Creíamos que éramos un país latinoamericano con viejas querellas con España. Algo que nos había quedado de una mala educación en la que el villano era España y el héroe era México. Pero ese perfil mexicano no estaba aún definido. Sin embargo cuando Alemania e Italia golpearon a España un recorte de nosotros brincó por razones de justicia y de afinidad cultural.

      P.: ¿Qué influencias tuvo?

      P.: La aportación de Diego Rivera al Cubismo fue muy interesante.

      R.: Mucho, aunque nunca fue un pintor cubista ortodoxo.

      P.: Como la pintora española Marie Blanchard.

      R.: En cambio los Contemporáneos tuvieron un rechazo a esa posición. Ellos decían que había que traer lo que había fuera. Ante el Muralismo Mexicano surge como contrapartida al grupo de los Contemporáneos.

      P.: Y su generación ¿qué posición toma?

      R.: Mi generación por razones de identidad social y por conciencia política toma el camino del pueblo. Consideramos a los Contemporáneos como elitistas. En cierto modo lo fueron. Eso no era un demérito pues las elites también aportan ideas a la cultura. Yo no estaba con los Contemporáneos. Algunos pintores sí. La reacción de la segunda generación de los artistas mexicanos que estaba representada por Julio Castellanos, María Izquierdo, Rufino Tamayo y muchos más sí tuvieron una influencia de los Contemporáneos. En el tronco común de la cultura mexicana surgen injertos inevitables, necesarios. Eso fueron ellos. Nosotros no.

      P.: La Ciudad de México, en el año treinta, también fue una capital de moda entre los fotógrafos europeos (Cartier Bresson) y norteamericanos (Edward Weston, Paul Strand, etc.). ¿Esa presencia se notó en la escena artística mexicana de la época?

      R.: Yo no los conocí. Era un recién llegado. Conocí la película Raíces de Fred Zimerman con aportación fotográfica de Paul Strand y su portafolio que sí creo influyó en los fotógrafos mexicanos.

      P.: Por ejemplo a Manuel Álvarez Bravo.

      P.: Leopoldo Méndez había recogido, en cierta manera, el legado de José Guadalupe Posada.

      R.: Así es. Pero Leopoldo Méndez le da al grabado una dimensión que no le da Guadalupe Posada. El grabador Posada estaba más cerca del pueblo. Leopoldo tiene más contacto con el muralismo. Esa fue mi formación. Porque yo soy un hombre que no pudo hacer estudios. Ni de secundaria. Ni de bachillerato. Soy autodidacta.

      R.: La Liga fue creada por el Partido Comunista Mexicano. Su gran influencia se siente allí y también sus grandes militantes. Porque la Liga tuvo una gran proyección. Fue un foro para que gentes de posiciones muy diferentes discutieran. Pero también tuvo los sectarismos propios de la época. Sin embargo allí conocimos gentes de una gran experiencia en las artes como en la política como Juan de la Cabada. Para nosotros los jóvenes era como una especie de profeta de la calle. Un hombre con todo el sentido popular que guardó toda la vida, alguien que había tenido la experiencia de las cárceles, persecuciones, militancia. Ese era el ambiente de esa época.

      P.: ¿Cuándo ingresó en la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios?

      P.: ¿Quién fundó la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios?

      R.: José Mancisidor vivía en Xalapa. Aquí en la Ciudad de México ya existía la Liga. Este escritor fue uno de los defensores del Puerto de Veracruz en ocasión de la invasión de los norteamericanos. Era un joven cadete de la Marina. Y peleó en defensa de México. Cuando conocimos a Mancisidor en Xalapa, recién casados, era un hombre maduro, un profesor de la Escuela Normal, nos trató con esa franqueza y esa apertura que tienen los veracruzanos y nos ayudó mucho. Cuando regresamos de Xalapa al terminar el trabajo él vino para la Ciudad de México. Y seguimos en contacto. Entonces ingresé a la Liga y también, de acuerdo a mis inquietudes antifascistas, ingresé al Partido Comunista Mexicano en 1937. Poco después la Liga recibió la invitación para enviar delegados escritores al Congreso de Valencia.

      P.: Invitación indistinta para escritores y artistas.

      R.: Nosotros los pintores nos sumamos a la delegación. Fernando Gamboa entonces no era СКАЧАТЬ