Название: Franquismo de carne y hueso
Автор: Gloria Román Ruiz
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Història i Memòria del Franquisme
isbn: 9788491347132
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el distanciamiento entre el hecho (acontecimiento) y la memoria no se puede atribuir al deterioro del recuerdo, al tiempo transcurrido, ni quizás a la edad avanzada de algunos de los narradores. Sí puede decirse que nos encontramos delante de productos generados por el funcionamiento activo de la memoria colectiva, generados por procedimientos coherentes que organizan tendencias de fondo.58
3. «NI BLANCO NI NEGRO». LA PALETA DE GRISES DE LAS ACTITUDES SOCIOPOLÍTICAS DE LA POBLACIÓN HACIA LA DICTADURA FRANQUISTA
Los estudiosos de las actitudes han tendido a agruparse en la tendencia de quienes priman los procesos represivos y los comportamientos resistentes, de un lado, y en la de quienes dan prevalencia a las actitudes de consenso y a las prácticas colaboracionistas, de otro. Sin embargo, este libro presta atención a todo el espectro actitudinal, entendiendo que no se trata de dos esferas desconectadas, sino de un continuo. Además, adoptamos un marco cronológico que abarca las distintas etapas de la dictadura, con la indiscutible ventaja que ello entraña a la hora de atender a la evolución del sentir popular hacia el régimen de Franco.59 Asimismo, y a diferencia de lo que ha ocurrido con otras propuestas de clasificación, tratamos de ir más allá del esquema teórico aplicándolo a un caso real y concreto, la historia de vida de una mujer del mundo rural malagueño.
3.1 Clasificación de las actitudes sociopolíticas de la población
Que solo espero el fallo justo y leal de la justicia de Franco, como demostrativo de mi acrisolada conducta y honradez sin tacha (…) Por la España nueva que con tanto ardor defendió aquel héroe y mártir fundador de un credo nuevo por el que dio su vida. ¡JOSÉ ANTONIO! ¡¡¡PRESENTE!!! Y por los que cayeron defendiendo la libertad y el honor de España, con la gloriosa camisa azul, a cuyo Partido en la Sección Femenina milita mi referida hija, y como mujer Española ruego a V.E. y exijo a la ley se me haga JUSTICIA a secas para que resplandezca la verdad, y se me devuelva a mi hijita, alegría de mi casa y consuelo de estos humildes viejecitos que si algún pecado cometieron en su vida fue ser siempre trabajadores, católicos, querer mucho a esa chiquilla que su ausencia nos va a enterrar y adictos siempre a los postulados de FALANGE y con ella a Franco y ESPAÑA (…) ¡Saludo a Franco! ¡Arriba España!60
El fragmento forma parte de la carta enviada por la vecina de Almería Adela Trillo al gobernador civil de su provincia el 23 de junio de 1950. En ella la mujer suplicaba que permitiera la vuelta de su ahijada, apartada del matrimonio después de que la arrendadora de la habitación que tenía alquilada la denunciase por inmoral y escandalosa al utilizar presuntamente la alcoba para la práctica clandestina de la prostitución. Sus exaltaciones de José Antonio Primo de Rivera y de Francisco Franco o sus apelaciones al rol de «mujer española modelo de esposa y de madre» que le correspondía asumir en la Nueva España parecen apuntar hacia un uso inteligente del lenguaje del poder. Mediante el recurso a sus mismas referencias religiosas, patrióticas y de género la remitente esperaba conseguir la gracia de la autoridad.61 Pero ¿era toda esta retórica mera impostura e instrumentalización del discurso del régimen o había sido, aunque fuera parcialmente, interiorizada? Si Adela había sido realmente convencida y, tal y como aseguraba, confiaba en la justicia de Franco, ¿a través de qué discursos y políticas fue conquistada para la causa de la Nueva España?
Como han puesto ya de manifiesto diversos investigadores, las actitudes sociales y políticas fueron heterogéneas y dinámicas. Es por ello que no pueden estudiarse a partir de esquemas dicotómicos reduccionistas que obvian la multiplicidad de factores que conforman la «opinión popular» –cuya existencia bajo regímenes que no garantizan la libertad de prensa resulta discutible– con respecto a las diferentes políticas puestas en marcha por el régimen franquista en sus distintas etapas.62 En esta línea, y frente al modelo binario del blanco o negro, apostamos por una explicación en escala de grises que atienda a los sutiles matices existentes entre el extremo de la adhesión y el de la oposición. Las actitudes sociopolíticas de la población fueron plurales e incluso a veces contradictorias. Un mismo sujeto pudo albergar simultáneamente diversas actitudes respecto a diferentes ámbitos de expresión del poder dictatorial, aceptando unos aspectos y rechazando otros. Y al tiempo, experimentar una evolución actitudinal paralela a la que sufrió la esencia del régimen. La conformación de las actitudes hacia el franquismo se debió a factores tanto materiales como ideológicos y estuvo en función de cuestiones tan diversas como el bando en el que el individuo se implicó durante la Guerra Civil, sus distintos y cambiantes intereses o el peso que concedió en cada momento a sus también múltiples y mutables identidades (familiar, de clase, de género, religiosa o generacional).63
En efecto, el carácter escurridizo de las percepciones ciudadanas impide que podamos referirnos a ellas como compartimentos de límites perfectamente definidos o que podamos hallar una pauta explicativa válida para todo el periodo. Ahora bien, es posible reconocer ese carácter caleidoscópico inherente a las actitudes sin por ello tener que renunciar a su sistematización y definición precisa. Evidentemente, ninguna de las categorías analíticas diseñadas por los investigadores sociales interesados en el estudio de las actitudes será capaz de recoger todos los matices de la subjetividad individual. De hecho, más que ajustarse a la perfección a estas categorías, las actitudes sociopolíticas «reales» de la gente se situarían en los intersticios existentes entre ellas. Pero, como señalara Primo Levi, para explicar y comprender es necesario en cierto modo simplificar, aunque ello entrañe el riesgo de que esa simplificación sea confundida con la realidad, siempre compleja.64
Muestra de ello son algunas de las interesantes propuestas de clasificación de las actitudes sociopolíticas realizadas por investigadores especializados en el estudio de las dictaduras europeas del periodo de entreguerras. En este sentido, sobresale la gradación que realiza Detlev Peukert de los comportamientos disidentes en la Alemania nazi. El historiador alemán toma en consideración la medida en que estas acciones fueron visibles y tuvieron un impacto público, así como el grado en que existió una voluntad de desafiar al régimen. A partir de estos parámetros establece una escala que comienza con la disconformidad ocasional y privada, y continúa con los actos de rechazo, la protesta abierta y, finalmente, la resistencia política.65
En lo referente a la dictadura franquista, destacan las clasificaciones realizadas por historiadores como Ismael Saz o Jordi Font para los ámbitos valenciano y catalán, respectivamente. El primero distinguió entre el consenso activo al que aspiraron los regímenes fascista y nazi mediante la movilización de las masas, y el consenso pasivo propio de otros sistemas dictatoriales como el franquista. Por su parte, Font explicó, a partir de fuentes orales, que en las comarcas del Alt y el Baix Empordà las «formas de convivir» bajo el franquismo, lejos de ser rígidas, se caracterizaron por la variabilidad y la mutabilidad. Concretamente, distinguió entre adhesión sin condiciones, adhesión con divergencias político-morales, pasividad condescendiente o indiferencia aprobatoria, desmovilización política y social, oscilación de la condena político-moral al acomodamiento y, finalmente, disentimiento.66
Más recientemente Óscar Rodríguez, que ha estudiado sobre todo el mundo rural de Andalucía Oriental, ha elaborado otra propuesta de clasificación de las actitudes ciudadanas hacia la dictadura que tomamos como punto de partida aquí. СКАЧАТЬ