Cómo entender la economía del Ecuador 1965-2017. Franklin Maiguashca
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СКАЧАТЬ y para iniciar el análisis, conviene dejar en claro los diferentes puntos de vista desde los cuales trabajan estas dos organizaciones. El WEF, con una concepción fundamentalmente analítica, caracteriza a la competitividad

      como el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país. El nivel de productividad establece el nivel de prosperidad que puede ser alcanzado por una economía. Determina además las tasas de rendimiento que las inversiones obtienen en una economía, las cuales, a su vez, son las principales impulsadoras de sus tasas de crecimiento. En otras palabras, mientras más competitiva sea una economía, mayores son sus posibilidades de un crecimiento rápido a lo largo del tiempo.61

      La HF y el WSJ, en cambio, con un enfoque claramente ideológico postulan que “aquellos países que practican alguna versión del capitalismo de libre mercado, con economías abiertas al comercio y a la inversión global tienen mejores resultados que los proteccionistas y rehúsan a establecer nexos económicos con otros” y añaden que “los gobiernos que dominan las economías de sus países empobrecen a sus ciudadanos a través del estancamiento económico”.62

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      Fuentes:a) World Economic Forum, The Global Competitiveness Report, 2013-2014, 15

      b) The Heritage Foundation, 2014 Index of Economic Freedom, páginas de los países respectivos

      En el cuadro 2.1, al analizar detenidamente el ordenamiento de los países y sus concordancias con las cifras correspondientes a las del tamaño de sus respectivos gobiernos, no es difícil llegar a las siguientes conclusiones:

      •Suiza, a pesar de tener cifras de carga impositiva y de gasto público equivalentes al doble de las correspondientes a Singapur, en competitividad está tan solo en un puesto por encima. De igual manera, Suecia, que en los indicadores en consideración llega a niveles el triple de los de Hong-Kong, también está a un puesto por delante, y Noruega, con una presencia del Gobierno muy superior a la que aparece en Taiwán, también está a un puesto de este país. En otras palabras, y en franca contravía con la dicotomía que nos ocupa, no deja de llamar la atención que países con distancias tan lejanas en sus ideologías estén tan próximos en sus capacidades competitivas.

      •Si se centra la atención en Finlandia, Alemania, Países Bajos y Reino Unido, se encuentra que, en promedio los porcentajes de carga impositiva (38,8 %) y de gasto público (49,7 %) están en plena concordancia con regímenes de “estados de bienestar” que prevalecen en esas naciones, pero estas siguen siendo parte de los 12 países más competitivos del mundo.

      •En el caso de Estados Unidos y Japón, a pesar de que las cargas impositivas y las del gasto público son muy parecidas, no se ha oído que se los considere exponentes del “libre mercado”, como Hong-Kong o Singapur, o de los “estados de bienestar” como Suecia o Noruega. Sin embargo, a pesar de su eclecticismo, se mantienen como miembros del club de los campeones mundiales en competitividad.

      En resumen, los resultados precedentes dicen que los 12 países tienen en común que han logrado llegar a la cima de la competitividad mundial como economías mixtas, por medio de combinaciones ingeniosas en las proporciones de participación de sus respectivos mercados y gobiernos, construidas en función del devenir histórico de sus circunstancias ecológicas, sociales, políticas y económicas de cada uno de ellos. Nuestra definición ampliada se sentiría muy en casa.

      CIENCIA VS. DISCIPLINA

      Según Schumpeter, erudito en estos temas, que la Economía sea ciencia o no intelectualmente no la hace ni de mejor ni de peor familia. A este respecto son lamentables, desde todo punto de vista, los esfuerzos ingentes que se han hecho en la profesión, y se siguen haciendo para tratar de estar, por medio del uso de virtuosismos matemáticos, a la par de los profesionales de la física, con el cuestionable afán de poder autocalificarse como “científicos” y, de este modo, pasar a ocupar categorías de presuntos intelectos superiores.

      En las ciencias naturales y biológicas, los diseños maestros de la materia y de los seres vivientes han existido desde hace millones de años. Lo que los humanos hemos hecho durante todo este tiempo es avanzar pasito a paso de preguntas a creencias, a descubrimientos y a grandes verdades sobre cómo funciona el universo. Lo hemos hecho con obstinación, primero a tientas y luego por intuición, para llegar, por fin, con el apoyo del método científico, a lo que Peter Watson llama “la sangre de la ciencia”: la capacidad de hacer predicciones precisas.63

      En la Economía, en cambio, simplemente no existen los diseños maestros del mercado, del Gobierno, del intercambio comercial y del resto de sus componentes. La humanidad ha ido creando al andar sus anatomías y sus fisiologías, con todos los aciertos y desaciertos que caracterizan todo lo que hacemos en este mundo. Y en lo que a predicciones se refiere, los economistas tenemos una muy bien ganada reputación de acertar solo de vez en cuando. Entendidos sobre este tema han llegado a la certeza de que la razón más evidente detrás de esta ineficiencia es que los sujetos de estudio en las ciencias sociales son seres pensantes capaces de construir sus propias verdades y de modificar, sobre la marcha, cualquier pronóstico.64 Como indica el físico Murray Gell-Man, ganador del premio Nobel: “Imagínense lo difícil que sería la física si las partículas estuvieran en capacidad de pensar”.65

      Por lo expuesto, mal se puede decir que la Economía es una ciencia y, en realidad, no hace falta que lo sea. Categorizarla como una disciplina del conocimiento que progresa por medio de la aplicación sistemática y creativa del método científico parece ser más que suficiente.

      EFICIENCIA VS. EFICACIA

      Esta es una dicotomía relativamente fácil de documentar. Como alguien ya lo puso, la eficiencia es el segundo nombre de la Economía tradicional. Por ejemplo, según Lazear, adalid de esta, hay tres factores que hacen que la Economía sea diferente de las demás ciencias sociales: la existencia de un individuo racional, la existencia de equilibrios en los modelos y el principio de eficiencia que lleva a los economistas a hacer preguntas que nadie más hace.

      Curiosamente, para Thaler, líder de los economistas del comportamiento, la eficiencia es premisa esencial de la teoría económica. Postula que cuando la gente toma decisiones lo que busca es optimizar sus resultados, lo cual resume en la expresión Optimización + Equilibrio = Economía. Según él, ninguna ciencia social tiene una combinación tan poderosa. Sin embargo, también sostieneque el problema es que esta se asienta en premisas deleznables. Para empezar, los problemas de optimización que la gente confronta son tan difíciles de resolver que ni siquiera intenta hacerlo. Cualquier supermercado ofrece al comprador tal variedad de opciones que están al alcance de su presupuesto que es imposible pretender que una familia escoja la mejor de ellas. Por otra parte, las creencias con base en las cuales la gente hace sus selecciones siempre tienen cantidades de sesgos que los psicólogos tienen claramente documentadas. Por último, hay muchos factores irrelevantes que los modelos de optimización dejan por fuera, pero que son determinantes en la toma de decisiones de las personas.66

      Rodrik, por su lado, empieza fácil cuando, en su noveno mandamiento anota que “La eficiencia no es todo”, pero se pone severo cuando escribe: “Si hoy en día asociamos con presteza a los mercados con la eficiencia, es en mucho debido —hablando sin ambages— a más de dos siglos de adoctrinamiento sobre los beneficios de los mercados y del capitalismo.67

      Por ejemplo, la noción muy generalizada que los “pesos muertos” del monopolio, de los impuestos y СКАЧАТЬ