Название: 17 Instantes de una Primavera
Автор: Yulián Semiónov
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Expediciones
isbn: 9789874039255
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Stalin acusó frontalmente a los aliados de complotar con el enemigo a espaldas de la URSS, que cargaba con la parte más pesada de la guerra. El conflicto llegó a su fin en abril de 1945, después de un intercambio de ásperas cartas entre Stalin y Roosevelt. Dulles recibió la orden de interrumpir el contacto con Wolf.
Las negociaciones continuaron con la participación de la URSS, y concluyeron con la rendición de Alemania, firmada el 29 de abril en presencia del representante soviético pero, formalmente, esta vez se trataba de un ejército frente a otro ejército, no de un miembro de un servicio de inteligencia frente a un representante de la SS.
En la novela, sin embargo, estos hechos históricos se combinan talentosamente con la ficción. En la versión de Semiónov, fue la compleja intriga urdida por Stirlitz la que desbarató las negociaciones secretas.
Pero no es solo una intrincada trama urdida con habilidad lo que hace interesante a “Diecisiete instantes de una primavera”.
Esta novela (luego convertida en miniserie de TV) recrea magistralmente la atmósfera de los últimos meses del régimen Nazi (por otra parte, el escritor había visto la Berlín reducida a ruinas en su infancia, cuando viajaba a visitar a su padre, que trabajaba allí como corresponsal de guerra en 1945).
Plagada de información histórica interesante, esta obra maestra se fijará en la memoria del lector por sus famosas digresiones líricas y filosóficas, en las que Stirlitz ciertamente actúa como una suerte de filósofo ético y social.
Muchos protagonistas de la novela y de la miniserie se transformaron en personajes famosos de la cultura popular rusa (como Müller, director de la Gestapo). Después de ver la miniserie, el entonces Secretario general del Partido Comunista Leonid Brezhnev ordenó inmediatamente a sus asistentes que encontraran al tal Stirlitz y lo recompensaran generosamente. Le explicaron que Stirlitz era un personaje de ficción. “Una lástima”, se lamentó.
Pero Yulián Semiónov no era de esas personas que se duermen en los laureles.
En todos los años siguientes, las novelas de este ciclo en las que figuraba Stirlitz aparecieron una tras otra: Versión española (1973), sobre el trabajo de Stirlitz en España en 1938; Alternativa (1974), en la que la acción se centra en Yugoslavia en la primavera de 1941; y Tercera carta (1977), en la que Stirlitz recibe un encargo de la Central consistente en comprometer a los nacionalistas ucranianos frente a los líderes nazis a comienzos de la Gran Guerra Patria.
En la década de 1980, el ciclo continuó con las novelas Orden de sobrevivir (1982), sobe los últimos días del Tercer Reich, en mayo de 1945; y tres novelas de la serie Expansión (1984-1987), referidas al trabajo de Isaev-Stirlitz en Europa y América Latina después del fin de la Segunda Guerra Mundial.
En 1988 se publicó la última novela del ciclo, Desesperación, marcada por la tragedia del retorno del espía a la URSS de posguerra tras el éxito de su misión consistente en descubrir a los criminales nazis refugiados en Argentina.
A pesar de ello, al volver a su patria no lo esperaban premios sino nuevas pruebas. A su regreso, es enviado al gúlag, donde solo la resistencia y el profesionalismo de un verdadero agente secreto le permiten sobrevivir.
En aquellos años, se imprimieron más de 100 millones de copias de la serie en todo el mundo, traducida a más de 25 idiomas.
La imagen del agente soviético creado por el autor se convirtió en un verdadero patrimonio nacional, y hasta al mismo Semiónov a menudo se lo apoda con humor Yulián Stirlitz-Semiónov.
Yulián Semiónov se divertía con la popularidad de su creación: a menudo, en tono de broma se refería a su casa en el pueblo de Oliva, en Crimea, como “mi villa Stirlitz”.
Nos produce un gran placer publicar esta primera edición ilustrada de la novela “Diecisiete instantes de una primavera” en Argentina.
Yulián Semiónov trabajó allí como periodista en los 70 y 80. En ese país, al que conoce y ama, se desarrolla la acción de sus últimas novelas protagonizadas por Stirlitz (de la serie “Expansión”). El agente soviético trabaja como instructor en un centro de esquí en Bariloche, mientras persigue a Müller, refugiado en Chile.
Confiamos en que los lectores argentinos apreciarán el estilo artístico del escritor ruso Yulián Semiónov y pasarán varias horas placenteras, inmersos en la sociedad y en los héroes literarios que surgieron de su imaginación, y acaso se verán atraídos por el resto de su obra.
Con afecto y respeto desde la lejana Rusia,
Olga Semiónova
Sergei Stafeev
A manera de Prólogo
Ternura
Dedicado al artista del pueblo de la República
Federativa Rusa, Viacheslav Tijonov.
«¿Por qué corre ella así? Son viejas las baldosas, están mal colocadas, se torcerá un pie», pensaba Isaiev asustado, observando a Sashenka, que corría a lo largo del andén de la estación Kasanskaia. Incluso frunció el ceño, porque imaginó su caída y le pareció terrible. Nada hay tan ofensivo como una mujer joven y bella cayendo en plena calle.
«No tiene por qué correr así —pensó de nuevo—. De todos modos, ya estoy en casa».
Rosa también corría así, asustada, por la oscura calle de Cantón; la perseguían dos hombres, uno le tiró una botella que le dio en el cuello. Rosa cayó sobre el asfalto y Maximin Maximovich sintió que se le enfriaban las palmas de las manos: primero se enfriaba la piel, después se entumecía, y cuando la sangre brotaba notaba en las manos un calor insoportable.
—¡Ahora! —gritó a Sashenka—. ¡Espera! ¡Detente! ¡No corras así! ¡Detente, Sashenka!
—Lo que necesita es una mujer. Una buena mujer. ¿Le gustan flacas o como las de Rubens?
—No me gusta jugar a la psicoterapia, doctor. No estoy enfermo. Todo el tiempo tengo ganas de dormir, pero cuando me acuesto, el sueño no llega. Me siento cansado. Las mujeres no ayudan.
—¿Seguro?
—Seguro.
—Entonces es que no ha encontrado su pareja. Algo en ellas le habrá irritado. La mujer tiene que ser armoniosa, y eso a usted lo debe cansar; la armonía cansa mucho… Obsérvese en un museo: ya después de la tercera sala le entran unas ganas insoportables de dormir, pero tratando de no parecer un nuevo rico, mira usted los cuadros con ojos desorbitados y se está largo rato leyendo los nombres de los pintores en las placas metálicas para salvarse de los bostezos. ¿No es cierto?
—Me gusta la pintura.
—¿Qué quiere decir? ¿Es usted una excepción? ¿No bosteza en los museos?
—No bostezo.
—Es anormal. A todo el mundo le entra sueño en los museos. Usted dice: «No soy psicópata». Pero, en mayor o menor grado, todos somos psicópatas, aunque algunos saben fingir.
«Tengo que soportar una semana más —pensó Isaiev—; dentro de una semana me meteré en un barco, me dormiré en seguida y acabará este horror. Pero tendrá que recetarme algo fuerte, porque de otro modo СКАЧАТЬ