Название: Solo se lo diría a un extraño
Автор: Varios autores
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
isbn: 9786124838323
isbn:
Solo se lo diría a un extraño
© Ediciones Pichoncito 2020
Medianoche es un sello editorial
de Ediciones Pichoncito S.A.C.
Fundadores:
Adriana Roca y Nicolás Rodríguez Galer
Edición general:
Chiara Roggero
Autores:
© Marcos Armstrong
© Eva Bracamonte
© Fiorenza Bragagnini
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© Chiara Roggero
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© Natalia Vidal
Diseño de portada:
Raquel Tudela
Dirección creativa y dirección gráfica:
Raquel Tudela
Diseño y diagramación:
Sandra Florián
Fotografías:
© Maricé Castañeda
Corrección de textos:
Jorge Cornejo
Editado por:
Ediciones Pichoncito S. A. C.
Jr. Santa Rosa 359,
Barranco 15063,
Lima, Perú
WWW.PICHONCITO.PE
Primera edición digital, enero 2021
Digitalizado por:
Book And Play Studio
bap-studio.com
ISBN: 978-612-48383-2-3
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú: N° 2021-01006
A los inquietos.
Prólogo
Cada vez que inauguro un nuevo taller de escritura, hago lo mismo: parcho mi “falta de”, mi “inexperiencia en”, la ausencia del cartón pedagógico, pero, sobre todo, parcho la altanería de armar un taller (y cobrar por él) cuando apenas tengo un librito publicado y una novela que viene hongueándose en mis archivos de computadora.
Entonces, me pregunto si para este libro también tendría que hacer el disclaimer. Advertirle al lector que lo que está por leer no comprende valores de una literatura sofisticada ni académica. Prepararlo para encontrarse con historias frívolas, pequeñas, limeñas. Me lo pregunto y no tardo en responderme. Quizás porque esta vez no se trata de mí sino de ellos.
Dicté mi primer taller de escritura en el año 2014, en un pequeño estudio de Miraflores que hoy es solo un recuerdo. Busqué amigos a quienes les intuía un deseo, o al menos una curiosidad, por la escritura. Les envié un tímido mail con la propuesta: unirse a aquel primer taller, aunque yo no tenía la menor idea de cómo lo iba a estructurar. Tengo buenos amigos y, quizás por eso, la mayoría me dijo que sí. Desde entonces, y hasta que arrancó la pandemia, dicté talleres presenciales casi ininterrumpidamente. Siempre a grupos compuestos por hombres y mujeres, de profesiones distintas, con edades diferentes, casados, solteros, divorciados, famosos, políticos, gerentes generales o desempleados. Con el tiempo, dejaron de ser talleres exclusivos para amigos y comenzaron a llegar los extraños.
La primera gran revelación que obtuve dictando los talleres fue la necesidad que tenía la gente de contar sus cosas, y no precisamente aquellas que los hacían quedar bien. Entonces, mediante ejercicios y juegos, me dediqué a generar confianza entre los miembros de cada grupo para que se sintieran con la libertad (nunca con la obligación) de escribir sobre lo que les diera la gana, sin temor a ser juzgados. Eso, en una ciudad como Lima, donde todos tienen una opinión sobre todo, era bastante liberador. Para mi suerte, mis estrategias dieron buenos resultados y, en los encuentros, empezaron a desplegarse historias íntimas, dolorosas, prohibidas y, por supuesto, sumamente seductoras.
La escritura era sin duda nuestra herramienta, pero también la excusa para confesarnos, era la música de aquel strip-tease colectivo y voluntario, la moneda que nos permitía escuchar y ser escuchados. No puedo negar que, en cada una de las consignas que dejaba, escondía una imperativa para que cada autor buscara su verdad, a pesar de que sabía que aquello podría incomodarlos. Y es que los textos honestos siempre me han resultado irresistibles.
Pero no era solamente por puro placer que hincaba a mis alumnos. Haber escrito toda mi vida me enseñó del poder íntimo y revolucionario que comprende el acto de llenar una hoja de papel con lo que nos jode y nos duele, con nuestras fantasías y frustraciones. Pero, con el tiempo y mi desfachatez en las redes sociales, aprendí que ese poder se multiplicaba con la presencia del otro. Cuando somos leídos o escuchados, reivindicamos a nuestros monstruos, y si eso ocurre de manera colectiva (como sucede en los talleres), entonces logramos que se hagan amiguitos de otros monstruos incluso más feos y temerosos que los nuestros.
Uno podría sospechar, entonces, que este libro estará plagado de catarsis personales y que la escritura, más que una herramienta, fue un pretexto terapéutico para sanar. Lamento informarles que de mis talleres nadie ha salido sano ni cuerdo.
Este libro no es más que la consecuencia СКАЧАТЬ