La guerra contra el sobrepeso. Luis Jiménez
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Название: La guerra contra el sobrepeso

Автор: Luis Jiménez

Издательство: Bookwire

Жанр: Сделай Сам

Серия: El Café Cajal

isbn: 9788412159868

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СКАЧАТЬ criterio científico. Podemos encontrar otros, más familiares y cercanos, entre personas anónimas y situaciones cotidianas. Por ejemplo, las personas a veces insultamos o atacamos a otras personas para intentar hacer daño a nuestro oponente. Y lo cierto es que, después de menospreciar a la madre, que siempre es algo que sabemos que ofende sobremanera, la obesidad se utiliza con frecuencia en estos procesos. Probablemente, gordo y tonto sean los primeros calificativos que un niño suele utilizar de forma despectiva. Y cualquiera que haya sido testigo de una discusión entre adultos especialmente subida de tono, y en la que uno de sus miembros sufra sobrepeso, habrá comprobado que, si la cosa se pone fea y se llega a los ataques personales, la mención a los kilos de más acaba haciendo acto de presencia con gran rapidez. Incluso entre personas supuestamente educadas, cuando la situación se vuelve muy tensa, la baja condición humana muestra su cara menos civilizada y el calificativo gordo no tarda en aparecer, como se suele comprobar con relativa facilidad en los debates entre los tertulianos más provocativos (y frecuentemente más contratados) de las televisiones o emisoras de radio con más audiencia. Una situación realmente incómoda, pero que parece alimentar con eficacia el morbo de espectadores y ayuda al cumplimiento de objetivos de programadores televisivos.

      Y ahora, analícese usted. Le pido sinceridad, ya que nadie está compartiendo sus pensamientos mientras lee estas líneas. ¿Puede asegurar que nunca ha utilizado el calificativo gordo de forma despectiva al referirse a alguien con sobrepeso que no le cae demasiado bien o que haya hecho algo que a usted no le haya gustado? No me refiero solo a decírselo al afectado, sino a criticarlo por cualquier aspecto cuando habla con otra persona o incluso en sus propios pensamientos, o en conversaciones o reflexiones personales.

      De cualquier forma, como ya he adelantado, dado mi evidente sesgo hacia el problema de la obesidad, podría estar descontextualizando las cosas, exagerando voluntaria o involuntariamente, seleccionando situaciones de forma intencionada para ratificar mis ideas preconcebidas y confirmando de forma tendenciosa mis hipótesis. Existe una elevada probabilidad de que así esté ocurriendo. Y la única forma de contrastarlo es comprobando lo que dicen la ciencia, los resultados de los estudios científicos y las opiniones de los expertos.

      Lo cierto es que los estudios que han analizado el estigma que sufren las personas con sobrepeso se llevan publicando desde hace más de una década y su presencia en la bibliografía médica ha aumentado durante los últimos años. En el momento de escribir estas líneas, la base de datos de estudios médicos norteamericana Pubmed acumula cientos de ellos. Un análisis segmentado de estos aporta una completa y detallada perspectiva del fenómeno.

      Si nos centramos en los más genéricos, aquellos que analizan comportamientos y actitudes entre la población en general, la existencia del estigma es muy clara. Existen estudios en gran cantidad de países, que muestran cómo el pensamiento negativo principal es la culpabilización del afectado, convirtiéndolo en el principal responsable de su condición. Esta forma de pensar suele asociarse a deducciones de causa-efecto relacionadas con el exceso de grasa corporal, normalmente achacado a la falta de fuerza de voluntad, la pereza o la gula. Dicho pensamiento negativo suele ir acompañado de otras variables y características, como por ejemplo tener más probabilidad de sufrir burlas, así como menos amigos o menos vida social (20).

      Cuando se analizan los detalles de todos estos estudios, se observa que no hay colectivo ni estrato social que esté libre de culpa y parece que podría involucrar a más de la cuarta parte de la población. Sí, ha leído usted bien: al menos una de cada cuatro personas alberga prejuicios injustificados hacia las personas con sobrepeso.

      Mención aparte merece la evaluación del estigma en un colectivo tan sensible y con características tan específicas como es el infantil, donde la prevalencia del sobrepeso crece de forma vertiginosa cada año.

      En los ejemplos que anteriormente he ofrecido sobre personajes de ficción (un entorno de especial relevancia en el universo infantil) le indicaba que resulta muy sencillo comprobar cómo aquellos que se dibujan o representan con sobrepeso no suelen brillar por ser especialmente listos, más bien al contrario. Pues bien, más allá de mi pequeña y anecdótica selección de personajes, algunos expertos han investigado estas cuestiones de forma mucho más sistemática. En uno de esos estudios, pediatras estadounidenses analizaron varias películas infantiles de éxito e identificaron los textos y diálogos relacionados con el exceso de peso. Además de identificar un elevado número de comportamientos obesogénicos (que podrían promover malos hábitos que provocan obesidad), encontraron con frecuencia mensajes y expresiones despectivas asociadas al sobrepeso. Por otro lado, en una investigación distinta, los expertos observaron que los comportamientos prejuiciosos respecto a la obesidad de los niños estaban asociados con un mayor contacto con diversos medios de comunicación infantiles: revistas, televisión y videojuegos. Cuanto más los veían, más prejuicios presentaban, probablemente por los mensajes explícitos e implícitos que estos suelen incluir en dicho sentido (21).

      Lo cierto es que tanto si usted ha sido gordito de pequeño como si no, podrá imaginarse lo que supone lidiar con el sobrepeso a edades tempranas. Todo empieza después de la edad en la que unos carrillos rojizos y blanditos y unos muslos rollizos y poco efectivos para correr dejan de considerarse señales adorables. A partir de ese momento, los estudios indican que los niños y adolescentes con sobrepeso tienen mayores probabilidades de sufrir ansiedad y depresión, y presentan menores índices de autoestima, relaciones sociales y satisfacción con su cuerpo. Y tienen sus razones para que esto ocurra, porque normalmente no están en los primeros puestos de los «preferidos» entre sus compañeros, más bien al contrario. Así lo indican algunos estudios, en los que los niños peor valorados (respecto a si «gustan» o «no gustan») son los obesos, por debajo de todos los que sufren todo tipo de discapacidades. Para colmo, sus amigos y compañeros también los suelen considerar los principales responsables de su problema (22).

      Este entorno tan poco amistoso provoca que estos niños crezcan con un mayor grado de vergüenza y de miedo al ridículo, que probablemente se extienda hasta gran parte de su vida de jóvenes y adultos. Unos sentimientos que se suman al cúmulo de barreras que supone conseguir adelgazar, ya que les dificulta el poder ser firmes con posibles cambios de hábitos dirigidos a combatir su sobrepeso, ante el constante e incluso obsesivo temor de verse ridiculizados mediante bromas y comentarios por parte de sus amigos y otras personas de su entorno, incluidos profesores. Pues, en efecto, tampoco los profesores se libran de estigmatizar a los pequeños, de modo que los expertos que supuestamente más deberían ayudarlos parece que no siempre son todo lo profesionales que deberían. De hecho, los estudios indican que los profesores de educación física infantil presentan una elevada cantidad de prejuicios antiobesidad (23).

      Volviendo al mundo de los adultos, otros estudios también han confirmado el estigma en muy diversas y variadas situaciones, algunas bastante curiosas y poco conocidas. Por ejemplo, se sabe que el sobrepeso es un factor poco apreciado en el proceso de elección de pareja para relaciones sexuales, pero resulta chocante que también impacte (negativamente, claro) en los procesos de selección y contratación de personal o en la valoración del rendimiento académico. Y también en la elección del candidato político al que se piensa votar, como muestran los estudios sociológicos realizados sobre el tema. O hasta en las relaciones que se desarrollan en las redes sociales, con comportamientos y lenguaje estigmatizantes (24).

      El caso quizá más extremo (y, por qué no decirlo, el más extraño) se dio a conocer en un estudio en el que se permitía olfatear diversos elementos a los sujetos de experimentación, mientras visualizaban imágenes de personas. Resulta que esos elementos les olían peor cuando se les mostraban imágenes de personas con sobrepeso (25).

      Otras investigaciones nos muestran las situaciones paradójicas a las que da lugar la existencia del estigma hacia la obesidad y los obesos. Por ejemplo, las propias personas con sobrepeso muestran casi las mismas actitudes negativas ante otras personas que sufren el mismo problema que ellos. Sorprendentemente, el hecho de sufrir exceso de peso no parece ser útil para inmunizarse contra la posibilidad de engendrar СКАЧАТЬ