La guerra contra el sobrepeso. Luis Jiménez
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Название: La guerra contra el sobrepeso

Автор: Luis Jiménez

Издательство: Bookwire

Жанр: Сделай Сам

Серия: El Café Cajal

isbn: 9788412159868

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СКАЧАТЬ no valoro mis posibilidades de ser una de esas personas aparentemente míticas que logran mantener la pérdida de peso mediante intervención dietética.

      Mi infancia incluyó muchas dietas, muchas humillaciones en clase de gimnasia. Los intentos de hacerme bajar de peso nunca han tenido ningún efecto a largo plazo. Todo lo que me aportaron fue un constante sentimiento de vergüenza y de no ser suficientemente buena. Esto me llevó a los malos hábitos alimenticios que hubieran sido etiquetados como «desorden» en una persona con un IMC inferior. He necesitado años para desaprender esos hábitos. Y solo recientemente realmente he descubierto la satisfacción del esfuerzo físico, después de haber pasado la mayor parte de mi vida pensando en el ejercicio como «el castigo que me toca por ser gorda», las actividades de impacto como correr son físicamente dolorosas para alguien con un cuerpo como el mío.

      He optado por salir del juego de la pérdida de peso. Si eso me convierte en una paciente incumplidora, entonces que así sea. Estoy más saludable y más feliz que cuando me odiaba a mí misma. Solo me gustaría que mis proveedores de atención médica me apoyaran en esto.

      Conviene destacar que, tras la carta, en la revista BMJ se publicaron estas interesantes recomendaciones para los médicos que pudieran haberla leído:

      1. Céntrese en para lo que el paciente ha ido a verle. Si lo cumple, hará un buen trabajo. Piénselo dos veces antes de ofrecer consejos no solicitados bajo la apariencia de «educación», sobre todo cuando su paciente le consulte sobre algo no relacionado. Si sus pacientes escuchan el mismo consejo durante cada cita, perderá pronto su impacto; y si usted insiste en un tema que les resulta traumático, conseguirá que busquen consejo en otro lugar en el futuro.

      2. Es apropiado ofrecer consejos sobre dieta o ejercicio si alguien le pregunta directamente, pero intente centrarse en los beneficios de comer bien y hacer ejercicio regular, en lugar de tratar la pérdida de peso como un fin en sí mismo. De esa forma sus pacientes no se desanimarán de seguir hábitos saludables, incluso cuando no consigan mantener su pérdida de peso.

      3. Los gordos saben que están gordos. No es necesario que se lo diga; la sociedad lo ha estado haciendo durante toda su vida. Muchos de ellos han sido traumatizados por constantes recordatorios sobre la cultura de la pérdida de peso, sobre lo vergonzoso que parecen encontrar su cuerpo.

      Pues bien, ante tan preocupante panorama y tras haber conocido todas estas pruebas y ejemplos que nos muestran que las actitudes y pensamientos hacia las personas con sobrepeso no son especialmente positivos, creo que deberíamos hacernos una pregunta fundamental, relacionada con lo más profundo de los valores de nuestra sociedad: ¿hasta qué punto llega la estigmatización? En la práctica, ¿se discrimina a las personas obesas?

      De nuevo, lo más fiable es recurrir a la ciencia, pero la revisión de las publicaciones disponibles nos muestra que uno de los problemas reside en la escasez de investigación existente al respecto, reflejo de la poca concienciación social. Sin embargo, las que hay parecen indicar que, en efecto, podría hablarse de discriminación. Incluso se detectan serios indicios de desventajas en ámbitos muy concretos, como por ejemplo un juicio o una demanda. En algunos estudios se observó un posible trato discriminatorio en función del peso corporal y una influencia negativa en el desarrollo de los correspondientes procesos judiciales (35).

      Evidentemente, en los países desarrollados, que es donde existe un mayor índice de obesidad, no encontraremos ninguna ley ni normativa que de forma explícita dé pie a esta discriminación. Pero eso no es suficiente. Como ha ocurrido en el pasado con otros colectivos, la falta de políticas específicas orientadas a su prevención o la falta de identificación de las personas con obesidad como colectivo susceptible de sufrir esta situación podría tener indeseables consecuencias. Así que resulta importante seguir vigilantes e investigando sobre el tema, analizando su trascendencia real y su posible repercusión.

      Y quizás también sea el momento de que arranquen algunas iniciativas dirigidas a intentar revertir la situación antes de que se agrave más.

      Alguna gente piensa que cierto grado de estigma no es negativo. En otros ámbitos sanitarios un estigma controlado y de baja intensidad se utiliza para intentar «anormalizar» ciertos comportamientos y, así, prevenir su aparición. Un ejemplo muy claro es el del tabaco: prohibición en lugares públicos, limitación de venta y publicidad, impuestos muy elevados… No hablamos de actitudes ni estrategias muy radicales, sino de acciones dirigidas y bastante moderadas. Pero la falta de pruebas concluyentes y la historia documentada sobre «guerras» previas, como la emprendida contra el alcoholismo, nos muestran que la estigmatización generalizada y como estrategia principal no es un mecanismo ni efectivo ni recomendable, sino un enfoque destructivo y primitivo, y además sin resultados probados. Por lo tanto, algo que no debería tener cabida en una sociedad constructiva y que se preocupa por el bienestar de sus ciudadanos.

      Un experto en el tratamiento del tabaquismo afirmaba lo siguiente:

      […] más que preguntarse si la cantidad de vergüenza compensa el riesgo, el médico ético vigila cualquier señal de que las personas estén llegando a ser un grupo de parias, estén estereotipadas, sufran pérdida de estatus, o se estén comenzando a castigar a sí mismos (36).

      Podríamos aplicar esta perspectiva por completo al caso de la obesidad. Quizás alguien piense que deberían llevarse a cabo estudios para comprobar si las personas con sobrepeso realmente tienen valores y cualidades equivalentes a los de personas delgadas. Lo cierto es que se han hecho (37), con los resultados esperados, mostrando que el índice de masa corporal (IMC) no es un factor que influya en la confianza, la equidad o el altruismo. Pero yo estoy en contra de este tipo de investigaciones, ya que, bajo mi punto de vista, son muy susceptibles de utilizarse indebidamente y su objetivo real no está nada claro. Estadísticamente, es bastante sencillo encontrar asociaciones entre diferentes variables, sin que ello implique que existe una relación de causalidad real. ¿Y por qué no hacer los mismos estudios comparando personas blancas y de color, morenos y rubios, altos y bajos? Realmente, ¿acaso los resultados que se puedan encontrar servirían para algo más que hacer comparaciones dañinas y poco constructivas?

      El origen del estigma y de las víctimas

      Llegados a este punto, puede que las comparaciones entre las víctimas de las guerras y las víctimas del sobrepeso ya le parezcan menos descabelladas que al principio del libro. Los datos objetivos indican que ambas tienen mucho en común, al hablar tanto de la cantidad como de sus características, desde las perspectivas física y mental. Podría decirse que todas ellas, las que sufren problemas de salud, mortalidad prematura o estigma, tienen un mismo origen: los ataques sistemáticos del enemigo.

      En el siguiente capítulo estudiaremos con más detalle las respuestas que se han ofrecido a estos ataques. Lamentablemente, hasta ahora no han sido más que combates desiguales y batallas perdidas que solo han servido para aumentar la inmensa lista de afectados.

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