La guerra contra el sobrepeso. Luis Jiménez
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Название: La guerra contra el sobrepeso

Автор: Luis Jiménez

Издательство: Bookwire

Жанр: Сделай Сам

Серия: El Café Cajal

isbn: 9788412159868

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СКАЧАТЬ problema reside en que normalmente lo hacen con titulares de este tipo (son ejemplos reales):

      •«La mitad del mundo se muere de hambre y la otra mitad sufre obesidad».

      •«Medio planeta combate la obesidad y el otro medio el hambre».

      •«Hambre y obesidad, dos caras de la misma moneda».

      No quisiera hacer un análisis económico de estas afirmaciones, pues soy consciente de que probablemente las razones por las que unos pasan hambre y otros sufren obesidad tengan cierta relación. Pero el hecho de plantear ambas situaciones de forma correlacionada consigue un efecto especialmente doloroso para las personas con sobrepeso. Por un lado, podría interpretarse que parte de la responsabilidad de que algunos pasen hambre recae de forma directa sobre los que comen de más. Y, aunque uno tenga suficiente capacidad de análisis para deducir que no es responsable directo, siempre le quedará el sentimiento de culpabilidad ante un desequilibro injusto. Un sentimiento de culpabilidad que, en cualquier caso, debería recaer sobre todas y cada una de las personas que vivimos cómodamente en nuestras sociedades desarrolladas, y no solo sobre los sujetos que acumulan más grasa en su cuerpo.

      ¿Qué le parecería a usted si se hiciera lo mismo con otro tipo de situaciones? Por ejemplo, también en los países desarrollados disfrutamos de completos programas de vacunas, de muchas menos infecciones, de agua corriente y de hogares mucho más confortables. ¿Por qué nunca se publican titulares reivindicativos hacia los más necesitados haciendo con estos temas comparaciones o paralelismos similares a los anteriores? A ningún periodista se le suele ocurrir citar a las personas con adicción a los medicamentos como elemento «de contraste» para denunciar la falta de medicamentos y otros recursos sanitarios de los países más pobres.

      Más tópicos, más estigma

      Uno de los tópicos más habituales que soportan las personas con sobrepeso es su supuesto optimismo y buen humor, por encima de lo normal. Ya sabe, el estereotipo del gordito de mejillas sonrosadas, sonrisa perenne y optimismo a prueba de bombas. Pero en realidad no es más que eso: un estereotipo. Los estudios muestran que en general estas personas presentan una grave falta de satisfacción con su cuerpo. Este sentimiento, al que quizás muchos prefieran no dar demasiada importancia, repitiéndose que «nadie es perfecto», en realidad resulta especialmente doloroso. Nos guste o no, nuestro cuerpo exterior es la forma con la que nos mostramos a los demás y la máquina con la que interaccionamos con nuestro entorno. Y se puede llegar a un punto en el que pensemos que nuestro aspecto exterior difiere enormemente de lo que ocurre en nuestro interior (falta de identificación con una figura corporal poco deseada); que, más que dotados de una increíble maquinaria interactiva, nos sentimos recubiertos con un cascarón incómodo y pesado (discapacidad en términos de falta de movilidad y de autonomía y en comorbilidad con otras patologías). Y entonces se produce una disociación entre cuerpo y espíritu, que puede tener graves consecuencias en la salud mental y emocional.

      Los grados más elevados de obesidad se asocian claramente con índices menores de felicidad, autonomía, afecto positivo, bienestar subjetivo y sensación de prosperidad, y con más probabilidad de sufrir depresiones (33).

      Incluso las personas que, pese a conseguir mantenerse activas y saludables, no consiguen reducir su sobrepeso se encontrarán con múltiples dificultades en su día a día, incluidos continuos juicios y valoraciones por parte de aquellos que las rodean. Un buen ejemplo de esta situación es el que se pudo conocer mediante la siguiente carta que se publicó en la revista médica British Medical Journal, en la sección «What your patient is thinking» («Qué es lo que piensa su paciente») (34):

      Soy una entre el 97 % de personas a las que la dieta no les permite lograr una pérdida de peso estable.

      He experimentado los beneficios para la salud de hacer más ejercicio y de cambiar a una dieta vegetariana y con alimentos integrales. Mi concentración de glucosa en ayunas, mi presión arterial y mi función pulmonar son normales, por lo que puedo decir que mi salud es estupenda. Pero mi índice de masa corporal (IMC) ha sido superior a 30 toda mi vida adulta.

      Cuando creo que puedo tener algo malo, normalmente trato de evitar la visita a un médico de familia. Casi todas las consultas que he tenido sobre fiebre, anticoncepción o un tobillo torcido han incluido una conversación acerca de mi peso; y eso inevitablemente destruye cualquier simpatía o confianza que pudiera haber existido entre mi médico y yo.

      La lucha contra «la epidemia de obesidad» se supone que se trata de hacer de alguien como yo -que sufre obesidad severa- una persona más sana; pero el impacto de la retórica de la obesidad en mi vida ha tenido justo el efecto contrario.

      He salido a bailar con unos zapatos no muy recomendables. De vuelta a casa, cruzo con torpeza una cuneta y me lastimo el tobillo. A la mañana siguiente, la hinchazón es bastante grave, por lo que decido que me lo tienen que mirar.

      El médico me dice que debería hacer más ejercicio. Yo digo: Yo sé que el aumento de la circulación acelera la curación, pero ya que realmente me duele al estar de pié, no estoy segura de que lo mejor sea hacer ejercicio. Él dice que no está hablando de curar el tobillo, sino en general.

      No me ha preguntado por la cantidad de ejercicio que hago. No sabe que anoche bailé con energía durante cuatro horas y después caminé varias millas hasta casa. Supongo que les dice lo mismo a todos sus pacientes gordos, sin molestarse en averiguar acerca de sus situaciones individuales. Lo cual no me da demasiada confianza de que esté recibiendo una asistencia médica responsable. No visito a este médico de nuevo.

      He sido gorda toda mi vida. Así que cuando los profesionales sanitarios me preguntan -en mitad de una consulta sobre algo sin ninguna relación- si sé que mi IMC es demasiado alto y sobre si estoy en un proceso de pérdida de peso, siempre me sorprendo al verles actuar como si fueran los primeros que me sacan el tema. Como si yo hubiera pasado esos 30 años sin darme cuenta de que estaba gorda y de que algunas personas piensan que estar gordo es malo.

      Es solo un pequeño recordatorio de que mi médico -como muchas otras personas en el mundo- me ve primero como una persona gorda y después como un individuo. Me hace sentir como un problema que debe ser resuelto, como algo desagradable que debe ser eliminado.

      Recientemente he empezado a levantar pesas. Soy más feliz, ahora mi resistencia ha aumentado, así como mi fuerza; Subo colinas en bicicleta que antes solían poder conmigo.

      Por desgracia, la creación de masa muscular suficiente para ser capaz de hacer sentadillas con una pesa de 100 ha llevado mi IMC de «obesidad» a «obesidad severa». No he vuelto al médico desde entonces, pero lo estoy temiendo más que nunca.

      Cuando los profesionales de la salud mencionan mi peso en una consulta, no siento que están mirando por mi salud. Todos mis marcadores de salud están muy bien, estoy activa y feliz, y he pasado años luchando contra la baja autoestima consecuencia de una adolescencia que pasé creyendo que yo nunca sería atractiva para nadie, sin embargo, todavía creen que es importante decirme que haga algo que yo sé que es imposible. Me transmiten que mi peso es la cosa más importante para mí, más importante, por ejemplo, que mi inclinación por los piercing y los zapatos de plataforma, los cuales me han causado más infecciones y lesiones que mi tejido adiposo. Me hacen volver a cuando yo era una adolescente que ayunaba y se daba atracones: llena de vergüenza. Me dicen que mi tipo de cuerpo es un «factor de riesgo» para todo tipo de enfermedades, y que estadísticamente tengo más probabilidades de estar saludable si pierdo peso. Yo podría consultar la ciencia que hay tras esas afirmaciones, citando la «paradoja de la obesidad», que indica que las personas obesas tienen mejores tasas de supervivencia que las personas delgadas para СКАЧАТЬ