Название: Fútbol total
Автор: Jürgen Weineck
Издательство: Bookwire
Жанр: Сделай Сам
Серия: Fútbol
isbn: 9788499108490
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3.La existencia de «tipos esprínter» y «tipos resistente» no sólo es importante en lo que se refiere a la elección de la intensidad óptima y los tipos de pausa que deben efectuarse, sino también en lo que hace referencia a la utilización de los métodos de entrenamiento que mejor se ajustan a cada uno:
Al entrenar la resistencia aeróbica, el «tipo resistente» debería correr a un ritmo regular durante largos periodos de tiempo, ya que de esta forma entrena de manera óptima sus fibras ST. Por el contrario, el «tipo esprínter» debería recorrer varias veces distancias más cortas y con un ritmo creciente, efectuando pausas al trote, ya que éste es el tipo de esfuerzo que mejor va con su fibra muscular (ver Norpoth, 1988, p. 11; ver p. 102). También es de gran interés el hecho que según el tipo de entrenamiento -más orientado a la resistencia, a la velocidad o combinado- se produce una pérdida de glucógeno (pérdida del azúcar que contiene el músculo, ver p. 95) en las fibras ST o FT. Una resistencia prolongada solamente aeróbica produce sólo un 20 % de pérdida en las fibras FT, pero hasta un 70 % en las fibras ST (ver Jacobs, 1988, pág. 107). En unidades de entrenamiento de velocidad o fuerza-potencia el efecto es el contrario. La pérdida más cuantiosa se produce en las fibras FT. Los esfuerzos mezclados -característicos del fútbol- producen una pérdida de glucógeno en ambos tipos de fibras.
Consecuencias para el entrenamiento
Dependiendo del «tipo de músculo», es decir, del hecho de tener más fibras musculares de contracción rápida o de contracción lenta, los jugadores reaccionan de diferente manera frente el mismo tipo de entrenamiento. Si un jugador tiene pocas fibras de contracción rápida, se cansará más rápidamente en los esprints (ver el siguiente capítulo) o en las formas de entrenamiento intensivo 1:1, 2:2, etc. Si, por el contrario, dispone de más fibras musculares de contracción lenta, se cansará más rápidamente en aquellos ejercicios de larga duración.
En las unidades de entrenamiento que tienen como punto central la resistencia o la fuerza-potencia, deberá contarse con distintas respuestas y grados de cansancio en los diferentes jugadores. Especialmente en el fútbol de alta competición con varias unidades de entrenamiento diarias, debería tratarse siempre que sea posible de individualizar al máximo el entrenamiento en la 2a y 3a unidad, para evitar el cansancio excesivo de los jugadores.
Resumiendo: En el entrenamiento de resistencia (igual que en el de velocidad), es importante diferenciar los «esprínters» de los «tipos resistentes» para poder efectuar un entrenamiento individualizado efectivo para todos.
Según Szogy et al. (1985, pág. 18), en un equipo de fútbol deberían organizarse de 3 a 4 grupos, y que cada uno de ellos diese más importancia a una u otra de las capacidades específicas de los futbolistas. De esta forma podría evitarse una inffautilización o una mala utilización de las capacidades de los jugadores y optimizar la eficacia del entrenamiento. En la elección de la intensidad correcta o de la capacidad individual de recuperación debería tenerse en cuenta la opinión del jugador. Él es el que mejor puede juzgar a qué ritmo aprovecha al máximo su capacidad aeróbica o qué intérvalo de pausas debe efectuar en los esprints (ver p. 323, vol. II) para mejorar la resistencia en los mismos (ver Tihanyi/Apor/Fekete, 1983, pág. 49; Binz, 1984, pág. 33; Szogy et al., 1985, pág. 18; Gerisch/Rütemóller/Weber, 1988, pág. 64; Norpoth, 1988, pág. 11; Rütemóller/Hake, 1990, pág. 33).
Almacén celular de energía y capacidad de resistencia
El proceso de adaptación bioquímico desencadenado a nivel muscular durante el entrenamiento evoluciona de la siguiente forma (ver Jakowlew, 1976, p. 66):
–Aumento de concentración de las fuentes de energía.
–Incremento de la actividad enzimática.
–Activación de los mecanismos reguladores hormonales.
En un entrenamiento deportivo, el músculo utiliza energía que obtiene quemando sustratos ricos en energía. Estos portadores de energía pueden encontrarse ya almacenados en las células musculares en forma de glucógeno (forma de almacenamiento de azúcar) o de gotas de triglicéridos (forma de almacenamiento de las grasas) o bien serán transportados por la sangre a los músculos que estén trabajando.
El glucógeno tiene una doble importancia en el organismo. Por un lado, el cerebro necesita constantemente glucosa -una bajada de glucosa en la sangre provoca deficiencias de concentración y de coordinación y para el futbolista es una causa de posibles errores técnico-tácticos- y, por otro lado, en situaciones de falta de oxígeno -típicas en entrenamientos intensivossólo puede quemarse glucosa pero no grasas. Para el futbolista, por lo tanto, tener altas reservas de glucógeno (en la sangre y en el hígado) es una garantía para poder jugar durante todo el tiempo a un ritmo fuerte y sin perder la concentración ni la atención (ver Newsholme, 1987, pág. 185; Keul et al., 1988, pág. 3). Al efectuar un esfuerzo de resistencia y dependiendo de la duración y de la intensidad, se utilizarán más o menos estos depósitos de energía.
Ilustración 9. Pérdida de glucosa en el músculo del cuadríceps de los futbolistas (M. quadriceps femoris) durante y después de un partido de liga de la división A sueca (según Karlsson, 1969, en Bosco 1990, pág. 30).
La ilustración 9 muestra cómo en un partido el contenido de glucosa va disminuyendo constantemente en la musculatura que se está trabajando. En una competición o en un entrenamiento, debido a que se compaginan esfuerzos extensivos e intensivos se produce una bajada de glucógeno parecida o todavía más acentuada, lo que produce una pérdida de rendimiento.
Karlsson (1969), Agnevik (1970) y Jacobs et al. (1982) comprobaron que al final de un partido de fútbol se había utilizado completamente las reservas de glucógeno de los músculos, tanto en las fibras ST como en las FT, lo que indica las diferentes actividades de la musculatura (carreras lentas y rápidas).
Si se efectúan entrenamientos de forma regular -y presuponiendo una alimentación equilibrada (ver p. 41)- la repetida utilización y rellenado de las reservas de energía mediante la llamada supercompensación (ver p. 46) produce un aumento de los depósitos de energía: el nivel de entrada puede conducir en última instancia a un aumento de glucógeno en el músculo de más del 100 %. En las personas no entrenadas las cantidades de glucógeno en la musculatura oscilan entre los 200-300 g y entre 60-100 en el hígado; en las personas entrenadas por el contrario estas cantidades aumentan hasta el doble (ver Saltin; 1973, pág. 127; Israel/Weber; 1972, pág. 55; Currie et al., 1981, pág. 271; Jacobs et al. 1982, pág. 297; Israel 1988, pág. 86; McKenna et al., 1988, pág. 91).
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